39.-Prometido

429 52 15
                                    

Sasuke

—Cariño, ¿sabes dónde está mi corbata negra?

—¿Ya olvidaste el buen uso que le dimos ayer? Mis muñecas incluso quedaron con algunas marcas. —me acerqué a él sonriendo juguetonamente, ayudándolo a abotonarse la camisa.

—¿Te lastimé demasiado? —preguntó examinando mis manos.

—No te preocupes, fue el tipo de dolor que me gusta.

—Pequeño pervertido. —sonrió, abrazándome por la cintura para después besarme.

Estábamos entretenidos y su mano comenzó a acariciar mi trasero, cuando el sonido de la tetera nos sobresaltó.

—Tú ve a terminar de preparar nuestro desayuno, yo buscaré la corbata. —le dí un último beso y logré que me soltara.

Después de algunos minutos revolviendo las sábanas localicé la corbata, agradecido de que no tuviera manchas de nuestras actividades nocturnas.

Fuí a la cocina, solo para encontrar a Naruto absolutamente concentrado dibujando corazones con mermelada en mis hotcakes.

Me acerqué por su espalda y cubrí sus ojos con la corbata.

—Eres tan cursi que me pregunto qué será más dulce; ¿tú o esa mermelada?

Se rió embarrando un poco en sus labios, aún con los ojos cubiertos.

—¿Quieres probar?

Sujeté su rostro y lo hice girar para besarme.
Y definitivamente todo sabía mejor en los labios de mi novio.

Decidimos parar antes de que nuestro beso subiera de tono, y nos sentamos a desayunar mientras hablábamos sobre las cosas que haríamos hoy en nuestros trabajos. Aunque obviamente eso no lo detuvo de manosear mis piernas descubiertas y soltar comentarios vergonzosos sobre lo hermoso que me veía usando sus camisas, o existiendo en general.

A veces me ponía a pensar en lo increíble que era estar con él.

Después de cinco años de relación, viviendo con él, durmiendo y despertando a su lado con la misma felicidad que cuando todo comenzó.

Aún con los múltiples comentarios sobre lo jóvenes que éramos para vivir juntos, es decir, obviamente no fue sencillo, pero los pequeños reclamos sobre el orden o desorden fueron un factor con el que aprendimos a lidiar, así como las mutuas escenas de celos que normalmente terminaban en estupendo sexo de reconciliación.
Sí, ninguna pareja podía ser totalmente perfecta, pero habíamos encontrado la manera de ser felices con todo y los desacuerdos o "problemas" que se presentaran, y estaba maravillosamente orgulloso de nosotros por eso.

—¿Estás pensando en mí? —bromeó tocando mi mejilla con su dedo enjabonado, mientras me ayudaba a lavar los trastes que habíamos usado.

—De hecho; sí, dobe.

—Y luego yo soy el cursi.

—Tanto tiempo conviviendo contigo me ha afectado. —me encogí de hombros, limpiando mi mejilla contra la suya.

—Ya que llegaré antes, ¿quieres que prepare la cena o deberíamos ordenar algo? —dijo cuando terminamos, mientras yo lo ayudaba a ponerse su corbata.

—Quiero que prepares algo tú, cocina lo que se te antoje, yo traeré el postre.

—¿Ya te dije hoy lo precioso que eres?  —acarició mi rostro, y besó la punta de mi nariz.

—Sí, en cuanto me desperté, y unas tres veces en el desayuno.

Nos reímos e iniciamos un beso lento y cariñoso, que término conmigo recargado en el comedor.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 27 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Amor No ExisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora