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Pinky Promise se giró a mirar a la pelirroja que se acababa de levantar.

—Sí… Él lo daría todo por mí. Ya que yo sí me sacrificaría por él. —Sus piernas temblaron pero intentó mantenerse firme. Steven se zafó de la enredadera y corrió a sostener a la pelirroja. Ella sonrió levemente y le acarició la mejilla. Steven se inclinó y le dio un leve pico en los labios, para luego pasar su brazo por sus hombros. —Es hora que me defienda. —Aclaró su garganta. —Pero no contigo… —Miró a Pinky Promise y observó la cortina. —¡Ey, White Light! Yo fui tu bufón. Entreteniéndote, me dejaste vivir. Mis habilidades fueron lo mejor, mis pecados lo peor. Pero no me arrepiento, es por eso que estoy aquí. Pero no consiste en eso el juicio porque en realidad, no te importa, ¿No? No te importa. Soy una mortal. Así que si quieres juzgarme, hazlo de verdad. No seré olvidada. Aunque todos quieran arrodillarse, yo seré mi propia diosa. Seré lo que me honre. Podré verme a mí misma. No busco tu perdón ni siquiera el de nadie, porque yo ya tengo el mío. Yo ya tengo mi perdón. Así que si buscas juzgarme, preséntate. ¡Preséntate, cobarde! No creas que yo soy una pecadora porque soy valiente. He sido tu entretenimiento. —Frunció el ceño e intentó dar un paso. —Por más que me hunda más, me cansé de no luchar. No voy a suplicar por nada, ya que ustedes no me dominan.

Todos quedaron en silencio. Steven afianzó su agarre en la cadera de ella y se tensó al escuchar una risa estridente. Las cortinas se abrieron, dejando ver un as de luz que cegó a todos. Nadie podía verla claramente. Nadie podía verla. Todos tenían los ojos fuertemente cerrados, incluidas el resto de Diamantes, menos Spinel. Ella la miraba fijamente, sin cargarse. Tragó saliva y se mantuvo firme en los brazos de Steven.

—¡Ya me escuchaste! —le gritó a la luz. —No tenemos nada que discutir. ¿Me vas a juzgar sí o no? —le cuestionó. La luz no pronunció nada. Spinel asintió levemente y parpadeó. —Sí… —respondió a unas mudas palabras que nadie más escuchó que decía la luz. —… Lo haré.

—¿Qué te dijo? —intervino la abeja.

—Ah, qué les importa —respondió Spinel y miró a Steven. —¿Nos vamos?

—¿Sabes cómo irte? —Ella asintió.

—Desde el principio.

—¡Espera, no pueden irse! —Intervino Pinky Promise.

—En realidad, sí… White Light lo… aprobó —arrastró Blue Blood.

—¡Imposible! —chilló y se giró a mirar a Yellow Lemon. —¡Haz algo!

—No puedo hacer nada. Órdenes son órdenes —respondió.

—Eso fue… —Steven se acostó en su cama. La pelirroja se sentó en ella y se recostó a su lado.

—… Intenso —agregó.

—¿Qué… te dijo White Light? —Se giró a mirarla.

—Ni idea, yo fingí decir que sí. Pero si nos fuimos fácil, es porque le atiné. —Se rió. Steven frunció el ceño y se sentó.

—Así que eres… Salem. ¿Cómo te debo llamar?

—Spinel, Salem es solo mi nombre irónico porque morí en la cacería de brujas —explicó.

—Así que… Desde el principio… Cuando eras la nueva, ¿Tú…? —Ella asintió. —Wow. Me cogí a una muerta.

—¡No lo digas así! —Le dio un golpe en el hombro.

—¿Y ahora qué? Te ves humana. ¿Qué pasó?

—No lo sé… Voy a ver cuánto dura esto. —Descendió la mirada. —Es raro, ¿Sabes?

—¿Qué cosa?

—Antes era un disfraz. Ahora es… real. —Miró sus manos. —Mi trabajo era cuidarte… Pero ahora es… genuino. Soy un humano real. Supongo que ya no debo recolectar almas.

—Pero… —Se detuvo. —… Debemos hacer algo para liberarlas.

—¿A quiénes?

—Gente que no quiere seguir sus órdenes. Gente como… La tarántula azul.

—¿Quién?

—La que me acompañaba.

—Ah… ¿Lázuli?

—¿Lázuli? —Ella asintió.

—Lapis Lázuli, la antigua guardia. Ella me liberó la última vez que fui arrestada. Lástima que luego me entregué. —Rodó los ojos. Steven asintió.

—Debemos hacer algo.

—No, Steven. Yo fui una excepción. No podemos hacer nada. Tú aún vas a ser el heredero del puesto de Diamante.

—¿Qué? Creí que solo sería una parca. —Ella negó.

—No, no lo vas a ser. O sea, así se crean las parcas pero no quita que tú no vayas a serlo. Ya se determinó eso. Cuando te mueras, vas a ascender.

—Entonces… Me puedo suicidar.

—En teoría sí.

—Para gobernar.

—En teoría——Se detuvo. —No, Steven. No es tan fácil. Tendrías un puesto bajo.

—Seré uno de los Diamantes.

—No es sencillo, Steven. —Se sentó. —Todas responden a White Light.

—Entonces es solo convencerla. —Se sentó a su lado.

—No, Steven, no es solo convencerla. ¡Es más que eso! —Steven la tomó de la mejilla y ella respiró profundo. —No te quiero perder.

—Yo tampoco, pero debemos hacer algo.

—¿Una rebelión? No sé si es la mejor idea… Las únicas que se rebelaron contra… —Desvió la mirada.

—¿Qué pasó con ellas? —Ella negó. —Spinel, dime.

—Recuerdo que… Lilith. Lilith era la secretaria de Pinky Promise, pero se reveló por una ángel. Cuando fue a ver a White Light, desapareció. Pero yo sé que en realidad…

—¿Qué?

—Se convirtió en un ángel por sus buenas acciones. Pero es muy complicado eso. Es rarísimo. Dios y White Light deben estar de acuerdo, y no ha sucedido en siglos. Lilith fue tu ángel guardián de niño, por eso Pinky Promise estaba muy enojada con todo.

—¿Qué? —repitió.

—Tu tía, Perla es Lilith.

¿Cómo estás, Steven? | StevnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora