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"Querido diario, tras la muerte de mi padre todo se complicó. Mis piernas comenzaron a temblar de un día para el otro y comencé a pintar mis sábanas de rojo. Obviamente me aterré y mis días como una niña se acabaron.

Nunca me consideré una mujer responsable, al contrario, siempre consideré que si estaba ahí era por mi madre y únicamente mi madre. No diré nombres, no es necesario.

Incluso en mi sentencia de muerte, esto aparenta ser melancólico. ¿Debería escribir de mi vida entera o solo los momentos que me marcaron?

Podría asegurar a la ligera que mi madre era una persona inteligente, dura y sumamente estricta. Me llegaba a estresar su actitud. Especialmente cuando yo intentaba dormir y escuchaba sus tacones resonar en la madera podrida del pasillo. Sumamente irritante también.

Recuerdo que cuando grité con todas mis fuerzas -tanto que espanté a los vecinos- mi madre entró con muchísima tranquilidad; me juzgó con la mirada y me dijo, seria: "ya eres una mujer".

No voy a decir que ella era adorable y dulce cuando padre estaba vivo, nuevamente al contrario, era igual de bruja y horripilante, pero cuando él falleció, la vi llorar. Por primera vez en mi vida, en el velorio, la vi llorar. Partía en llanto con fuerza y cuando le pregunté a dónde se fue padre, me dio una cachetada que nunca me iba a olvidar. Tampoco era algo para tomar a la ligera, mi padre estaba enfermo, era normal que siendo medianamente ricos nos demos el gozo de tener doctores y gente que lo ayude.

Sé que parece que me contradecí, lo admito, lo hice, ¿por qué no sobrevivió? Los doctores no tenían claro los tratamientos, y sin contar que en varias ocasiones, se pasaban con la dosis de medicamentos. Por un tiempo, llegué a creer que mi madre lo había matado pero cuando le reclamé ante eso, me volvió a dar otra cachetada y llegó a cortar mi cabello. La adoración de mi padre.

Mi padre me amaba con toda su alma, daría su vida por mí y mi madre parecía tratarme mal por eso. Él me contaba las grandes anécdotas donde caminaba con la fría y "adorable" mujer. Su cabello oscuro y sus ojos iguales eran inquietantes y profundos. ¿Será que a él le gustaba el peligro?

Cuando cumplí los quince años, miré a mi madre que se encontraba tejiendo. Su rostro estaba demacrado y su cabello despeinado, la muerte de padre le había impactado como esas cachetadas que me da ella cuando digo alguna imprudencia o cometo un error. Me pregunto si cuando nací, me dio una cachetada.

Le pregunté si a padre le gustaba el peligro. Me digné. Y cuando cerré los ojos con fuerza, para recibir un gran impacto de su mano, sentí la calidez de esta, acariciándome. No logré saber cuál era su expresión -porque tenía los ojos cerrados, no me atrevía a abrirlos- pero simplemente, al soltarme, me quedé un rato así. Sentía aún la calidez. Y al rato ella me contestó: "me amaba, ¿qué crees tú?".

Padre era una persona curiosa.

Varios años después, mamá conoció a un hombre raro. ¿Por qué raro? Era asquerosamente gordo, tenía grasa en vez de cuello y parecía que era su segunda barriga. Sus piernas parecían dos patas de pollo y su barba era descuidada, blanca y parecía tener caspa. Aunque su calva era atractiva, brillaba como un sol y podías reflejarte en ella; yo siempre lo hacía, porque él era más bajo que yo.

Recuerdo que en aquella cena, estaba acompañado de un muchacho que parecía tener la edad de mi padre cuando falleció. Treinta y cinco. Me sentía intimidada porque él se la pasó observándome.

Nunca dije que me disgustara esto, al contrario, me sentí como padre sabiendo que no me convenía y cediendo a los encantos de aquella promiscua idea.

Ese día, me hice mujer. Para al día siguiente, mi madre me diga que iba a casarme con él. Ahí sí me disgustó, porque, si bien me había encantado, su forma de ver las cosas era violenta y desagradable. Era egoísta y machista. Le comenté eso a mi madre y suspiró, diciendo: "perdonemos lo imperdonable", lo escuché como una súplica.

Sentí que mi mundo se caía, discutí varios días respecto al matrimonio y siempre terminaba corriendo a mi cuarto y encerrándome para llorar. Me sentía frágil. Inútil. ¿Mamá alguna vez se sintió inútil? ¿Mamá habrá pasado por algo como yo?

Es extraño, lo sé. Parece que le estoy comentando todo esto a un extraño, pero no es mi culpa mirar al agua y querer tirarme. Aquellas ideas locas e imprudentes como diría mi madre, ¿eso era? ¿Yo era imprudente? Cuando decidí que era hora de suicidarme, fue el día de mi boda.

Volví a ver a mi madre llorar. No de tristeza, al contrario nuevamente, de felicidad. Cuando mentí diciendo que aceptaba, corrió a mí y no dejó que él me besara para abrazarme con todas sus fuerzas. Uno de los pocos momentos donde sentí su calidez.

Bailé toda la noche y bebí para cuando debía ir a la habitación, no estar consciente. Quizás podría considerarse como abuso, pero prefería preocuparme por la resaca que tendría, que por mis caderas totalmente rotas por su brusquedad.

Lamentablemente fui consciente esa noche. A pesar de mis expectativas bajísimas, él se dedicó a besarme a profundidad y hacerme retorcerme. ¿Por qué siempre los escasos momentos son hermosos?

Esa noche no quedé embarazada. Con mis diecinueve años recién cumplidos, me enteré que era estéril y mi marido discutió con mi madre. Aquel gordo -el que supongo que era padre de mi marido- se unió a la discusión y yo presenciaba todo desde mi cuarto. Escuchando los vasos romperse y los gritos. Fue una de las tantas noches que no olvidaré.

Aún recuerdo los pasos rápidos y sonoros de él hacia mi cuarto, cerrando la puerta con fuerza y comenzando a tirar de mi cabello. A clavar sus dedos contra mi piel y a golpearme. ¡No me malentiendas! Todo de él puede parecer repugnante pero esa fue una hermosa noche. Sentí el peligro.

"Los varones se enamoran de alguien como sus madres y las muchachas de alguien como sus padres" decían.

Yo no me enamoré de mi padre, de mi madre, de ese gordo, de mi marido o de alguien.

Me enamoré del peligro.

Y al observar su rostro. Al oír los rumores sobre que no podían acercarse. Al presenciar el odio y los insultos. Me enamoré completamente del peligro.

Lo lamento, madre, padre, querido, suegro o lo que sea.

Me enamoré de todo lo malo.

Estoy dispuesta a recibir más cachetadas por eso".

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Buenas! Finalmente terminé. Tenía uno preparado pero prefería escribir esto.

¿Les gustó?

¿Quién habrá escrito esto?

¿Teorías?

Quise hacerlo misterioso todo. Buh~

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¿Cómo estás, Steven? | StevnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora