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El muchacho caminó por aquella playa, observando el alrededor confundido. ¿Cómo había llegado hasta ahí? A pesar de todo, a pesar de la frialdad de su cuerpo, y de su respiración opaca llegó a unas lindas escaleras que conducían a una cabaña. Miró nuevamente alrededor y se ocultó de la lluvia, respirando agitado. Miró sus ropajes empapados y parpadeó varias veces.

-¿Estás bien? -cuestionó subiendo a la cabaña, deteniendo su paso a distancia de él. Steven giró su cabeza, topándose con los ojos de Spinel.

-Oh, estás aquí... -frunció levemente el ceño -... Espera, ¿por qué estás aquí? -movió su cabeza a los lados. Ella se ocultó junto él, en esa mini cabaña sobre la playa.

-Tú no deberías estar aquí, ¡es demasiado pronto! -le gritó y se subió encima del barandal, mojándose. Steven abrió la puerta de la cabaña y Spinel movió sus finas piernas. -No deberías estar aquí.

-Vamos, debes entrar, pescarás un resfriado -mantuvo la puerta abierta.

-¿Tienes miedo de la soledad? -se animó a preguntar. -¿Por eso... Tú... Te ocultas aquí? -miró sus manos empapadas por el agua de la lluvia. -¿No puedes disfrutar una buena llovizna?

-Hay truenos, Spinel, ¿dónde está...? -abrió los ojos sorprendido que Connie caminara por la playa en plena tormenta. -¡Connie! -gritó pero ella parecía no escucharlo. Spinel meneó sus piernas y observó en todo momento al muchacho.

-Ella no te escucha, debes salir de la cabaña para eso -Steven frunció el ceño.

-¡No quiero! Hace frío, ¿no tienes frío? Ven, entra -la pelirroja negó con la cabeza. -¡Entra, por favor! -le gritó con su voz desgarrada. Spinel se asustó. Bajó del barandal y entró con él a la cabaña, cerrando la puerta que se veía el exterior. -Dios, fue muy imprudente de tu parte quedarte afuera.

-Lo siento -se cruzó de brazos. Steven la miró de pies a cabeza, notando que estaba empapada.

-Debes tener frío, voy al baño por toallas -se apuró en ir a dicho baño. Spinel se paseó por la cabaña, mirando unas escaleras que llevaban a una cama con una televisión.

-Pareces conocer el lugar de memoria -comentó curiosa. Steven se quedó mirando la bañera que estaba llena de agua con sangre y arrugó la nariz. La pelirroja se asomó al baño y lo quedó mirando. -¿Steven?

-Suelo venir aquí cuando tengo problemas con las drogas o... -arrastró. Su compañera se abrazó a sí, temblando del frío. Steven inmediatamente la miró y le extendió una toalla. -Es mejor que te cambies -cambió de tema.

-Báñate tu primero -paseó la mirada por las paredes. -Está completamente limpia.

-Vengo seguido -se encogió de hombros y salió del baño. Spinel se quitó el uniforme y se quedó en ropa interior. Envolvió su cuerpo en una toalla y salió.

-Vienes seguido, ¿eh? -repitió y continuó mirándolo.

-¿Quieres un café? ¡Oh, unos panqueques con nata y palomitas! Me encantaba comer eso cuando era niño -se apuró a ir a la cocina y comenzar a cocinar lo dicho. Spinel se sentó en el sillón y observó fuera de la cabaña. -¿Pasa algo?

-Sí, ¿por qué estás aquí? -lo miró curiosa. -He visto casas vacacionales pero no creí que tú... Tendrías una.

-Es mi propio mundo, ¿no crees? -rió -no me malinterpretes, no quiero que creas que soy suicida o parecido. He hecho varias fiestas aquí y me he encontrado con cada clase de gente -volvió a reír -incluso Lars vino. Se le veía aterrado, aunque se fue en seguida que llegó.

Spinel prefirió quedarse en silencio, por la angustia.

-Te he visto en alguna fiesta -miró a Spinel confundido. -Solo que te veías... Con otras ropas y parecías estar ardiendo -Spinel rió nerviosa y recibió el dichoso desayuno de parte del muchacho. Comenzó a comerlo lentamente.

¿Cómo estás, Steven? | StevnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora