Final

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Steven se detuvo bajo la mirada nerviosa de Spinel. Ella suspiró al verlo y se acercó apresurada.

—Llegas tarde, ¿Dónde estabas? —Se calló al verlo levantar su mano.

—Podemos empezar con la ceremonia. —Spinel asintió levemente y miró a Volleyball.

White Light se materializó, observándolo con todos sus ojos.

—Confío en que tú puedas con el trabajo —le dijo. Steven asintió determinado y se acercó con cuidado. Las alas de White Light se agitaron con fuerza, y empezaron a rodear al muchacho. Steven se mantuvo firme y apretando los puños. Tenía que centrarse en lo que iba a hacer, si se desviaba, todo iba a salir mal.

Sintió su piel arder, especialmente cuando se vio, notó que esta se iluminaba y brillaban algunas partes, formando ojos. Creía que sería como Pinky Promise pero se olvidaba del hecho de que no era su heredero.
Miró a las dos presentes y notó que ellas estaban siendo cegadas por la luz que él emitía.
De repente, comenzó a elevarse. Ya White Light se estaba fusionando con él, ingresando tal luz dentro de su pecho. La espalda de Steven se arqueó y su rostro comenzó a deformarse, saliendo unas alas en los laterales de sus ojos. Sus brazos se llenaron de más ojos y su vestimenta cambió radicalmente a un mono blanco de cuello de tortuga. Poseía cuatro pares de alas en su espalda que se abrieron y batieron para mantenerlo en el aire.
Cuando descendió cerca del suelo, aún con sus alas batiéndose, las dos demonios lograron verlo. Volleyball se inclinó, reverenciándolo. Spinel tragó saliva e imitó su acción. Steven estaba mudo, se sentía poseído por los conocimientos omniscientes, especialmente ahora que era un ser omnipresente.
Y allí las dos mujeres desaparecieron, tal como se predijo.

Steven suspiró por la nariz y notó que estaba solo en ese extenso vacío. Vio cerca suyo un orbe azulado, por lo que se acercó, notando que simulaba un planeta Tierra. Steven analizó bien qué cosas podía hacer, ¿Cómo cambiar todo?
Deslizó su mano sobre la Tierra y allí aparecieron humanos, centrándose más que nada en su madre. Pudo ver a Rose miniatura caminar como siempre por la calle charlando entre risas con Greg. Le daría ese final feliz. Lo despojaría de toda infelicidad a causa de Pinky Promise.
Ahora, ¿Qué iba a hacer con los demonios? Debía rearticularlos como humanos. Él pretendía destruir todo rastro de ese sistema tirano. Convirtió a las Diamantes como humanas, incluyendo a Pinky Promise. Asignó un lugar correcto a las “perlas”, siendo la Perla de Blue Blood una artista gráfica y Party una dominatrix.
Colocó a Lapislázuli en una universidad, estudiando leyes, a Peridot como su compañera de cuarto y a Jaspe como entrenadora personal.

Y ahí se detuvo. ¿Iba a poner a Spinel? ¿Le iba a dar ese lugar después de todo lo que hizo? Miró la figura de la muchacha en su mano. Tenía que dejar todo rencor de lado.

—Solo era un peón más. —Tenía que ser sincero: cualquier persona haría lo que fuera para sobrevivir. No podía tenerle rencor. Y es que si una especie de Dios le dice que tiene que guiar a alguien, él también lo haría. No iba a juzgarla.
Retrocedió el tiempo y vio su pasado: la infelicidad constante en vida, en muerte. Vio a su pareja abandonarla en todas las realidades. Murió siendo quemada viva. Obviamente ella haría cualquier cosa para sobrevivir. Pero… ¿Realmente lo amó?

Por supuesto. Ahora que había absorbido la omnipotencia de White Light y que ahora él era White Light, sabía mejor que nadie que sí, que ella lo amó. Ella hizo todo lo posible para retrasar lo inevitable. Quiso evitar que se encontrara con el cuerpo de Lars, para así no enfrentar el juicio y no apresurar las cosas. Lo ayudó en todas las ocasiones a dejar las drogas y reflexionar sobre su vida. Le dio una motivación para vivir y le dio la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Por primera vez él sí quería vivir. Aún cuando cada que se encontraba con un Diamante se sentía pequeño, bastaba una mirada de Spinel para sentirse fuerte. Se sintió grande. Sacó lo mejor de él. Y sería injusto si él se centra en su traición, que en realidad, no lo fue: ella primero prometió lealtad a White Light, nunca acordaron nada. Por eso, le debe dar una oportunidad. Una nueva. Una que sí merezca la pena. Debe darle la oportunidad de ser feliz, de tener opciones, de no tener que obligarse a trabajar para alguien, de manipular.
La colocó en la Tierra y se alejó del orbe. Estaba listo. Tenía que hacer el último paso: desaparecer.

Cerró los ojos, todos sus ojos y batió sus alas hasta que sus pies descalzos tocaron el frío suelo. Se sintió liviano aún cuando no estaba volando. Sentía el poder correr por sus venas. Sabía que podía gobernar y ser poderoso, pero debía estar solo. Ese era el precio. Miró sus pálidas manos por última vez y volvió a cerrar los ojos.

Respiró profundo. Y suspiró.

El timbre sonó en ese instituto. Spinel se encontraba charlando con Connie. Tenía su cabello pelirrojo atado en trenzas.
Era el primer día. Connie reía ante los chistes de doble sentido de Spinel, mientras que ella meneaba las piernas sentada.

—Ey… —Connie y Spinel dejaron de reír y se fijaron en el muchacho enrulado que les sonreía.

—Ah, eres el chico nuevo —dijo Spinel y le extendió la mano. —Un gusto, soy Spinel.

—Yo soy Steven… —Miró a la pelirroja. Le sonaba conocida. Sentía un déjà vu.

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FINALMENTE TERMINÉ.

Dudé mucho q final darle. No sabía.
Cuando llegué a la decisión de que él era el heredero de White Light, ya no podía echarme hacia atrás. Tuve que darme una pausa para pensar realmente cuál podía ser el final, porque no quería que él fuera un dios y eso.
También pensé en que podía ponerle el final de Mirai Nikki, de q Steven quede solo mirando a Spinel ser feliz, pero lo descarté.

En este mundo, ninguno recuerda nada y son todos humanos. No existe Homeworld ni nada.

Pero en fin.

Espero que les haya gustado esta historia. Perdón por haber tardado tanto en terminarla pero finalmente llegó el momento, mejor tarde que nunca. No veo a mi yo del pasado escribiendo todo esto, definitivamente no tenía ideas, tenía tremendo bloqueo de escritor, pero en dos días resolví todo un bloqueo de cuatro años.

Aviso que no habrá epílogo. No me la pongan difícil, acepten el final.

Los quiero mucho.

Bais~

¿Cómo estás, Steven? | StevnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora