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No había nada. Era un vacío extenso en donde el color blanco brillaba cada cegándolos. Steven se giró a ver a Spinel que jugaba con sus manos nerviosa. Él entrecerró los ojos y cuando iba a avanzar, se detuvo al ver a Volleyball.

––Muchas gracias por venir… White Light los recibirá en breve. ––Se hizo a un lado y un brillo cegador apareció. Steven se tapó el rostro pero al cabo de unos segundos se logró acostumbrar al brillo. Y allí la vio. Retrocedió asustado. Era enorme, muchísimo más grandes que las otras Diamantes. Era una criatura con múltiples alas y ojos decorándolas. Sus pupilas eran todas con forma de diamante. Steven se sintió ahogado. ¿Esa era la figura de Dios?

––Wow… ––Se giró a mirar a Spinel que miraba al suelo, frotándose los brazos. Volvió la vista a la criatura que los observaba con sus ojos.

––Bienvenidos a mi reino. ––Su voz sonaba maternal y llenaba todo el infinito de la sala. Flotaba en el centro y Steven enmudeció. ––Steven, el heredero; y Spinel, la humana.

––Hola… Yo vine a––––

––Ya sé a qué viniste. Tranquilo, no temas. Estoy de acuerdo contigo.

––¿Qué…? ¿En serio?

––Sí, este sistema está corrompido, no es perfecto. Por eso… Pensaba reiniciar todo.

––Oh, me quedo tranquilo. ¿A qué te refieres con reiniciar? ––Se rió nervioso.

––Eliminaré toda fuente de vida. Todo destino impreciso. Y toda criatura imperfecta. Para eso… Empezaremos con todos los que se rebelaron contra el sistema. ––Steven jadeó y se giró a ver a Spinel, que cerró los ojos con fuerza. Al notar que no pasaba nada, se giró a ver a la criatura, que seguía flotando sin inmutarse. ––Listo. No hay nada fuera de aquí.

––¿Esta sala no afecta a los que se rebelaron?

––Por supuesto que sí. Pero nadie presente en esta sala se ha rebelado. ––Steven volvió a girarse a Spinel, que no se atrevía a mirarlo. ––No te preocupes, Salem. Hiciste un grandioso trabajo.

––Muchísimas gracias… Mi Diamante ––susurró. Steven jadeó y retrocedió, intercalando su mirada entre la humana y Dios.

––¿Spinel? ¿De qué habla?––––

––¿No te dijo? ––intervino White Light. ––Salem ha sido enviada hacia ti desde muy pequeño para determinar tu perfección.

––¿Qué?

––Un niño, un heredero, no solo merece un ángel guardián… ––explicó refiriéndose a Perla. ––… También merece alguien que lo haga tambalearse, alguien que le ponga obstáculos para determinar la puereza de su corazón. Y Salem hizo un gran trabajo.

––¡¿Qué?! ¡Spinel, ¿Es eso cierto?!

––¿Cómo crees que entraste en depresión y en el mundo de las drogas en tu adolescencia? ––le cuestionó la criatura. Steven miró horrorizado a esta y luego a Spinel. Deseaba que ella se lo negara.

––¿Y su juicio?

––Eso fue determinado por el resto de las Diamantes, yo solo procuraba que todo saliera bien. Por eso tú estabas ahí. Era importante si defendías a alguien imperfecto… Alguien imperfecto indefendible. Y lo hiciste. Eres perfecto como un heredero…

––Pero… No quiero serlo. ¡No seré el heredero de Pinky Promise! ––Una risa de parte de la criatura se escuchó.

––Calma, no lo serás. Nunca fuiste determinado a serlo.

––Pero… Las Diamantes.

––Ellas carecen de esta información. Solo tus madrinas lo saben. Lilith y…

––… Yo ––completó Spinel. Steven la miró fijamente. Su labio inferior empezó a temblar, angustiado.

––Pero… Si no soy el heredero de Pinky Promise, entonces ¿De quién? ––se atrevió a preguntar.

––Mío. Eres mi heredero, Steven Universe. Sí, la genética es de Pinky Promise, pero todas brindaron su grano de arena. Diamante Rosa la genética, Diamante Azul la melancolía y empatía, Diamante Amarillo la valentía y determinación, y Diamante Blanco… La perfección. ––Steven retrocedió.

––No… El sistema es horrible. ¡No puedo––––

––El sistema será perfeccionado por ti, calma. Pero te asegurarás que la perfección sea algo tangible. Que todos sean igual de bondadosos y misericordiosos que tú. Que todo engranaje esté en su lugar. Y cualquiera que se anime a romper tu sistema perfecto lleno de bondad, será juzgado y presentado a la condena.

––Pero… ¿Y la sala del trono de Pinky Promise?

––Solo fue otra prueba. También fue una para Salem, asegurándome que siga siendo fiel a mí.

––¿Y su juicio? ––La garganta de Steven se cerraba cada vez más.

––Ya te expliqué.

––No… ¿Qué le dijiste?

––Le pregunté si todo iba a continuar como se planeó ––contestó. Steven enmudeció y miró a Spinel.

––¿Es verdad?

––Ya te dij––––

––¡No te estaba hablando a ti! ––le gritó a White Diamond. Miró a Spinel y se acercó determinado. ––¿Es verdad? ––cuestionó. Spinel miró a otro lado.

––Yo…

––Por favor, dime que no lo sabías. Que te usaron. Que te manipularon ––susurró. Spinel lo pensó y lo miró a los ojos.

––Yo no… ––Tragó saliva. ––… No sabía cómo decírtelo. ––Steven jadeó y retrocedió. Se sentía traicionado. ––Lo siento.

––Ya me preguntaba por qué venir era tan fácil. Estaba premeditado. ––Se quedó mirando a Spinel, que simplemente asintió bajando la mirada. ––Ahora entiendo por qué me dijiste que era mi destino… ––Apretó sus puños. ––… Después de todo lo que pasamos juntos, me traicionaste.

––Lo siento.

––Por favor, di otra cosa… No te disculpes. Miénteme que no sabías, miénteme diciendo que me apoyas. ––Ella negó y lo miró a los ojos.

––Lo siento, Steven. ––Y sin más, dejó atrás su disfraz: volviendo a ser aquel esqueleto con cuernos y una oz. Steven retrocedió.

––Siempre pudiste entrar… Siempre pudiste abrir el portal, ¿No? ––La esqueleto asintió. ––Fue todo un truco… ––No podía dejar de mirar a la parca. Se negaba a mirar su destino, se negaba a mirar al dios. Se negaba a mirar a White Light. Se negaba a ser ella.

¿Cómo estás, Steven? | StevnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora