Capítulo 1. Tercer año

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Después de la guerra mágica en Hogwarts, mi vida se volvió una absoluta mierda. No es que mi sufrimiento tenga algo que ver con estar enamorado del maldito y jodidamente atractivo elegido, Harry Potter. Las cosas empeoraron cuando el Ministerio de Magia me impuso una multa que se llevó casi la mitad de mi fortuna.

Mi reputación está en ruinas, ahora, cuando voy al Callejón Diagon, me miran como a un vagabundo o como si tuviera viruela de dragón. Mi padre murió, pero eso no me afecta, dejé de valorarlo cuando, en mi cuarto año, se atrevió a golpear a mi madre.

Todo iba según mi plan, huir de casa. Pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, llegaron Harry y sus amigos y lo arruinaron todo. Sentí pánico al ver el rostro hinchado de Harry, aunque esos ojos esmeralda, tan intensos como un Avada Kedavra, nunca podrían ocultar la verdad. Lo salvé y no me arrepiento, aunque después recibí una buena dosis de Crucios por ello.

Ahora estoy en el sótano, bebiendo brandy muggle—que debo admitir es increíblemente fuerte—y leyendo El Profeta. Harry Potter se casó con Ginny Weasley. En la foto, él sonríe radiante mientras mira a su esposa con un amor que jamás me brindará a mí.

Siento lágrimas resbalando por mis mejillas. Nunca le confesé mis sentimientos y nunca lo haré. Él siempre me miró con desdén, yo represento todo lo que él odia, incluso cuando lo salvé. Pero él también me salvó: del fuego, de Voldemort, de mí mismo. 

Recuerdo aquella noche en la Sala de los Menesteres, cuando lo vi besarse con Cho. En ese momento supe que nunca sería mío. Fue una venganza cruel hacer que Cho traicionara al ejército que Harry había formado ese año. Me río en voz alta de las locuras que cometí por ser un adolescente herido.

Merlín, la vida es terriblemente dura. Mi madre no sale de su habitación desde que se dio cuenta de que nada volvería a ser como antes. Atrás quedaron los días en que ella era una Sangre Pura ejemplar, la más destacada de la sociedad.

—Lloras mucho.

Me sobresalto al oír la voz. Miro a mi alrededor, pero es imposible que haya alguien aquí. Estoy solo en este sótano, que acabo de descubrir detrás de un retrato de un antepasado gruñón. Mi padre nunca me habló de este lugar, y estoy seguro de que el Señor Oscuro tampoco lo conocía. Después de todo, un Malfoy siempre guarda sus secretos.

Contempló el vaso casi vacío con una mezcla de admiración y desesperación. El líquido ámbar brillaba tenuemente a la luz del fuego de la chimenea, reflejando el estado de mi alma turbulenta.

—Ya escucho cosas.—murmuró, con voz ronca por el alcohol—Este whisky de  muggle es más fuerte de lo que pensaba.

—Eres un tonto, ¿sabes?—una voz  fastidiosa resonó en la habitación.

Miro hacia la chimenea, donde un retrato enmarca a un sujeto atractivo, con cabello blanco platinado y ojos grises. Es sorprendentemente guapo, y me recuerda a mí. No puedo evitar reírme de mis propias tonterías.

—¿Qué hiciste para que Lucius te encerrara en este sótano tan mugriento?—pregunto, mientras giro mi sillón para enfrentarlo—Esperabaencontrar tesoros, no un simple retrato parlante.

Entrar a este lugar no fue tarea fácil, estaba plagado de hechizos defensores extremadamente potentes que mi padre dejó bien establecidos. Sin embargo, al final solo encontré un viejo sillón, una chimenea y este cuadro antiguo que no recuerdo haber visto antes. Pensé que, dado lo bien protegido que estaba, el cuarto estaría lleno de tesoros. En cambio, solo encontré un simple retrato.

Elhombre en el cuadro suspiró, un gesto sorprendentemente humano para unapintura. 

—Meenamoré de una hija de muggles.

Draco Malfoy y la Magia de los Retratos [Harco] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora