we can't be friends | Joe Burrow

Capítulo 12

BEATRICE'S POV

Negué con la cabeza lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza al reconocer mis verdaderos sentimientos.

—No voy a negar que por un milisegundo, la idea pasó por mi mente —admití, mi voz temblando ligeramente mientras mis ojos se encontraban con los de Joe, buscando comprensión. —Pero no sería lo mismo. Sentiría vergüenza de mí misma. Sé que no he hecho nada malo, pero ¿Cómo le explico a Dylan que me enamoré de su hermano? No podría verlo a la cara.

Joe asintió lentamente, su expresión de comprensión se tornó más empática.

—Te importa mucho su opinión —observó Joe, su tono era suave y reflexivo.

—Fue mi primer novio —respondí, esbozando una sonrisa a medias, que no alcanzó a llegar a mis ojos. Miré hacia abajo, jugando con los dedos entrelazados en mi regazo. —No se merece enterarse de que dejé de quererlo porque apareció alguien nuevo en mi vida, y que resultó ser su hermano. No se merece eso.

Joe asintió, sus ojos llenos de comprensión y empatía. La atmósfera en la sala se llenó de una tranquilidad silenciosa, como si estuviéramos buscando las palabras correctas para entender los sentimientos complicados que se entrelazaban entre nosotros.

—Pero te enamoraste, no puedes sentir vergüenza de amar a alguien que no te supo amar —dijo Joe, su tono firme y lleno de comprensión mientras me miraba a los ojos.

Me quedé en silencio por un momento, procesando las palabras de Joe. Su cercanía y el tono de su voz parecían brindarme una dosis de consuelo que no sabía que necesitaba. Las lágrimas aún no se habían secado completamente en mis mejillas, y sentía una mezcla de alivio y vulnerabilidad al tener a alguien con quien compartir estos sentimientos.

Joe se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos llenos de una determinación suave.

—Mira, no hay nada de malo en sentirte confundida o vulnerable. —dijo con voz baja pero firme— Todos pasamos por eso en algún momento. A veces, lo mejor que podemos hacer es aceptar nuestros sentimientos y darnos el permiso para sanar.

Me encogí un poco más en el sofá, buscando el calor de la presencia de Joe, pero sin querer cruzar ninguna frontera. El silencio entre nosotros se volvió cómodo, como si las palabras ya no fueran necesarias para entender el apoyo que él estaba ofreciendo.

—Gracias —dije finalmente, mi voz apenas un susurro—. No sabía que necesitaba escuchar eso hasta ahora.

Joe sonrió, una expresión cálida y genuina que me hizo sentir un poco más ligera.

—Siempre puedes contar conmigo —dijo, su mano se deslizó suavemente por el respaldo del sofá, cerca de la mía—. Ya sea para hablar, para ver una película o simplemente para estar aquí en silencio.

Me volví hacia él, buscando sus ojos. Algo en su mirada me hizo sentir que tal vez, solo tal vez, había encontrado a alguien que entendía el dolor y el proceso de sanar más de lo que yo había imaginado.

—¿Cómo estás manejando tu propia sanación? —pregunté, tratando de devolver el foco de la conversación hacia él, aunque no estaba segura de si estaba lista para escuchar una respuesta completa.

Joe se reclinó en el sofá, pensando antes de hablar.

—Es un proceso complicado —admitió—. A veces me siento como si estuviera avanzando, y otras veces, parece que estoy dando pasos atrás. Pero estoy tratando de ser paciente conmigo mismo y de aceptar que es parte del proceso.

Me asombró su sinceridad. En ese momento, ambos parecíamos compartir un entendimiento mutuo de la fragilidad y la resiliencia, creando un vínculo que iba más allá de las palabras. Lo que importaba en ese instante era la conexión entre nosotros, el sentido de compañía y el consuelo que estábamos encontrando en la compañía del otro.