Ciclos

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El coronel Roland enrojeció y soltó el brazo de Lady Valentina. Tosió débilmente y después de tragar saliva dijo.
—Mi señora esposa, Anna de Pietro.
Como siempre y con su gran carisma, el teniente Jack alivio la tensión proponiendo un brindis.
—¡Por las aventuras!
Todos repetían sus palabras, luego lady Valentina levantó su copa y exclamó..
—¡Por los chistes bobos, y los que se ríen de ellos! Todos rieron a carcajadas. La velada continuó.
Pasaron algunas horas, el Coronel Roland se había sentado en compañía de su esposa, pero esta dejó la mesa para ir al sanitario. Al tardar demasiado parecía que el Coronel se había quedado dormido. O eso parecía hasta que una de esas viejas escandalosas, con peinado extravagante y vestido viejo, dio un espantoso y agudo grito, los músicos dejaron de tocar y los sirvientes se acercaron a la mesa, el Coronel arrojaba espuma blanca por la boca, me acerqué a él para tomar su pulso, luego después de examinarlo, les dije a los invitados..
—Este hombre está muerto.
Ordene a los camareros cerrar todas las puertas y ventanas de la mansión.
Luego los reuní a todos en el salón.
—Lamentó interrumpir tan agradable velada, pero ha ocurrido un desafortunado incidente, el Coronel Roland ha sido asesinado. Todos pusieron cara de asombro y murmuraban tantas cosas que parecía un enjambre de abejas.
—¡Silencio! Les ordene, nadie se irá esta noche hasta dar con el asesino.
—¡Que locura! No puede retenernos aquí, ¿Quien se cree usted? Exclamó el señor Simons.
—Usted es un teniente Jack, haga algo.
—Esta es una fiesta civil, en un pueblo independiente. El señor Braxton tiene toda la autoridad para detenernos aquí hasta que su investigación haya concluido.

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