Ciclos

3 0 0
                                    

—Señora Simons. Lamento ponerle en esta situación tan incomoda.
—Le pido que sea breve, no me causa ningún placer tener este tipo de conversaciones.
—Voy a ser muy directo con usted. Y disculpe el atrevimiento ¿conocía usted
a la víctima?
—Lo conocía, en nuestro círculo se conoce a muchas personas, sobre todo en fiestas como esta.
—¿Tenía usted una relación romántica con el coronel?
La mujer enrojecida se levantó de su silla y exclamó.
—Pero ¿Como se atreve? ¿Quien le ha dicho tal cosa?
—Le pido que se siente por favor, no fue mi intención ofenderla. Solo trato de llegar a la verdad.
—Se de donde vienen esos rumores, el coronel y yo compartíamos la afición por el juego, y nos reuníamos en lugares clandestinos para partidas de poker, claro que eso dio lugar a malos entendidos. Y los chismes que se esparcieron como fuego por el bosque, casi destruyen un matrimonio honorable. Y mi esposo, el casi muere a consecuencia de ello.
Con un gesto de preocupación, aquella mujer preguntó.
—¿No va llevarme a la cárcel por las apuestas? ¿O si? Detective.
— Las apuestas ilegales no son mi departamento, si quiere hacer una confesión al respecto le sugiero valla a la comisaría. Mi trabajo aquí es descubrir al asesino del coronel Roland.
—En todo caso ¿Hay algo más en lo que pueda servirle?
—Dígame. ¿Tiene usted algún sospechoso?
—A decir verdad sospecharía de esa mujer de vestido rojo, ha estado en los laboratorios de mi esposo buscándole con insistencia, y a leguas se nota que no es una buena persona. Se les vio juntos a ella y al coronel, y no siempre en las mejores circunstancias.
—Agradezco la información Señora Simons, le acompaño a la salida.
Luego de eso hice pasar a Lady Valentina.

TransicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora