BLUE FLAMES | ❝Si buscas la luz, a menudo podrás encontrarla.❞
Sia Tao pasó de ser Capitán de la Nación del Fuego a una simple detective en Ciudad Republica. A Lin Beifong aquello no podía importarle menos, ella estaba contenta con tener a una maest...
Leer con precaución, varias de las advertencias que puse en la descripción de la historia se aplican aquí.
BLUE FLAMES
蓝色火焰
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAPITULO 15
ESTUVO INCONSCIENTE, Y CUANDO DESPERTÓ, el frío del metal sobre su piel fue lo primero que sintió. Estaba atada al suelo, restringida por una larga cadena que se extendía desde sus muñecas y tobillos, aseguradas con grilletes que se hundían en su carne. Apenas podía moverse. La opresión se extendía hasta su rostro, donde una barra metálica sujetaba su boca, impidiéndole siquiera exhalar fuego.
Intentó luchar, tensando sus brazos y piernas contra el metal, pero la cadena no cedió; solo consiguió que las ataduras cortaran su piel, dejando que gotas de sangre se deslizaran por sus muñecas y el dolor se intensificara. El sabor amargo de la impotencia se mezcló con el de la sangre en su boca. Finalmente, jadeante y temblorosa, dejó de resistirse.
Respiró hondo y levantó la cabeza, tratando de observar su entorno. Las ventanas del vagón mostraban un paisaje que no se deslizaba: montañas y llanuras, y supo entonces que no estaba en Zaofu.
El sonido de las puertas al abrirse llenó el vagón y Kuvira, la Gran Unificadora, apareció. Su silueta proyectaba una autoridad inquebrantable: la espalda recta, el mentón elevado, y las manos cruzadas detrás como si todo a su alrededor ya le perteneciera. El conjunto verde que vestía, impecable y austero, parecía diseñado para intimidar, con piezas de metal que brillaban a la luz tenue, sugiriendo tanto protección como amenaza.
Sia permaneció parada y atada, pero su postura estaba lejos de ser sumisa. Sus hombros relajados y su mirada fija en Kuvira desafiaban abiertamente la autoridad que la Gran Unificadora intentaba imponer. Su expresión no mostraba miedo, sino un desprecio contenido, como si estuviera evaluando a Kuvira y encontrándola insuficiente.
La iluminación del vagón recortaba los rasgos de Kuvira con una nitidez inquietante. Su mandíbula firme y el pequeño lunar bajo su ojo derecho daban una apariencia casi elegante, como una hoja bien afilada. Sia no podía evitar pensar en las historias de su abuela, Azula: una mujer hermosa, letal y condenada. Pero a diferencia de la joven princesa que se había desmoronado bajo el peso de su propia perfección, Kuvira no parecía conocer la fragilidad.
━Bueno, es un placer conocerte a solas ━ dijo Kuvira con voz suave, aunque sus ojos destilaban frialdad ━. Si te quito la barra de la boca, ¿vas a exhalar fuego?
La joven se encogió de hombros, sin poder evitar la ironía en su mirada.
Kuvira retiró el obstáculo de sus labios sin esperar una respuesta y entonces la maestra fuego ladeó la cabeza ligeramente, permitiendo que una media sonrisa cínica curvara sus labios.
