XXIV. Lalisa Manoban

3.8K 381 16
                                    

—¡Lalisa! ¿Estás en casa? —era Marco.

Tanto mis ojos como los de Lisa se abrieron enormemente. Ambas estábamos sorprendidas. Lisa sacó su mano de mi ropa interior de inmediato y se levantó casi a la velocidad de la luz; afortunadamente no perdió el equilibrio de lo rápido que se puso de pie.

—Mi papá —dijo asustada —. ¿Por qué está aquí? Se supone que llegaba hasta mañana —preguntó como si yo fuera a saberlo.

—No sé, pero no puede vernos así —me señalé a mí misma despeinada y con la ropa desarreglada; y a Lalisa con la enorme carpa debajo del overol y mi labial rojo embarrado en toda su boca y alrededores. No había manera de explicar la situación sin que Marco llegase a la misma conclusión y nos abarrotara con preguntas que sería muy extraño e incómodo de responder, o que incluso terminase echándome de su casa a patadas.

—¿Qué hacemos? Ya viene para acá —dijo basándose en el ruido de las pisadas a través del corredor. Su mirada pasó por todos los rincones de la habitación buscando una respuesta —. Ya sé, ven conmigo —pareció que una idea cruzó por su mente.

Lisa sujetó mi mano y me arrastró consigo al baño, cerró la puerta y abrió el grifo de la regadera. Supuse que su plan era pretender estar tomando una ducha para en ese momento no tener que ver a Marco cara a cara.

—¿Lisa? —la voz de Marco resonó en la habitación.

—¡Me estoy bañando! —Lisa contestó alzando la voz lo suficiente como para ser escuchada incluso con el ruido del agua cayendo y estrellándose en las baldosas de la ducha.

—Bien, solo quería avisarte que ya llegué.

—¡Okay, salgo en un rato!

Marco no dijo nada más y aparentemente se marchó.

—¿Se fue? —pregunté por lo bajo.

—Sí —respondió a la vez que cerraba el paso de la llave del agua —. Eso estuvo cerca —sacó todo el aire de sus pulmones en un solo suspiro; por fin era capaz de respirar con mayor tranquilidad.

—¿Y ahora? —pregunté con una sonrisa pegada en la cara. Me resultaba gracioso el hecho de verme a mí misma en tal contexto; atrapada en un baño en la casa de una chica, escondiéndonos de su padre. Me sentía como una adolescente haciendo cosas "indebidas" a hurtadillas.

—¿Por qué sonríes? Pudieron habernos atrapado —Lalisa todavía seguía consternada —. ¿No estás asustada? —su expresión me decía que tenía el corazón latiendo apresurado a causa de los nervios que le provocaba pensar en ser descubiertas.

—Un poco, sí —admití sintiendo mi pulso acelerado retumbar en mis oídos—. Pero después de lo que estábamos haciendo, hay algo que me palpita mucho más que el corazón —me atreví a decir. A pesar de todo, el deseo seguía reinando en mi sistema. Estaba tratando de comportarme adecuadamente, pero no podía dejar pasar esa vibra que había entre nosotras. Fácilmente podría decir que estábamos en el mismo canal y en la misma sintonía.

—Jennie, por dios —las mejillas de Lisa se tintaron en color rojo. Mi paisaje favorito.

—Me vas a decir que no te pasa lo mismo —me acerqué a ella y elevé mis brazos para enredarlos por detrás de su cuello; mis manos se perdieron entre las hebras de su oscuro y sedoso cabello. Mi mayor intención era propiciar la cercanía entre las dos.

—Pues sí —Lisa gruñó cuando me apreté contra su cuerpo y su erección más activa que nunca chocó en mi abdomen. La infinidad de sensaciones y emociones hacían que mi vientre ardiera ansiosamente —. Pero mi padre está en la casa. No podemos hacer nada.

I Like Your Mom | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora