XX. Tequila sunrise

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—No olvidaste la invitación, ¿verdad? —Lisa preguntó, pero no obtuvo respuesta —. ¿Jenn? —se detuvo y giró sobre su propio eje solo para darse cuenta de que Jennie había dejado de seguirle el paso y que, por el contrario, se encontraba a un par de metros detrás de ella, simplemente de pie observándola.

—En verdad tienes un cuerpo divino —Jennie no dejaba de recorrerla con sus ojos de pies a cabeza mientras mordía su labio y caminaba acercándose a la más alta, acorralándola en medio del pasillo —. Me encantan tus piernas, y cómo se ve tu espalda, pero mi parte favorita es tu abdomen —se atrevió a deslizar sus manos por dicha zona —. Se siente tan bien bajo mis dedos —los músculos definidos de Lalisa se contrajeron al sentir el tacto suave, pero firme al mismo tiempo. Sintió a las famosas mariposas revoloteando en su estómago.

—¿Te gusta? —dejó escapar todo el aire que contenía en sus pulmones en un solo hálito. Las cálidas manos de Jennie no se contenían al tocarla, se desplazaban por cada milímetro de piel expuesta, sacando provecho de que Lisa solo estuviera vistiendo un sujetador en la parte superior de su cuerpo.

—Me fascina —uno de sus dedos se movió delimitando la línea central que dividía la musculatura abdominal de Lalisa hasta llegar al borde de la tela de sus shorts.

—Jennie... —dijo su nombre en un suspiro —. Me gusta cuando me tocas, pero no quiero volver perder más tiempo en la habitación —sostuvo las manos de Jennie. Para ella era inevitable sentir el ardor del fuego creciente en la parte baja de su vientre y descendiendo.

No fue muy complicado para Jennie entender de lo que Lisa estaba hablando.

—He notado que te pasa muy seguido —Jennie sonrió soltándose del agarre de Lisa.

—No es que me pase muy seguido—la pelinegra arguyó —. Es que tú me provocas muy seguido.

—¿Yo? —fingió estar sorprendida. Ella era más que consciente, y ciertamente le gustaba saber que nadie aparte de ella tenía el poder de hacer reaccionar el cuerpo de Lisa de esa manera.

—Sí, tú —Lalisa reafirmó buscando entrelazar los dedos de su mano con los de Jennie —. A veces no puedo controlarlo, no cuando me haces sentir tan...

—¿Tan qué? —ella tenía una idea, pero igualmente quería escucharlo venir de Lalisa.

—Ya sabes —bajó la mirada sintiéndose tímida. Gentilmente, se inclinó hasta alcanzar la altura del oído de Jennie, giró un poco su rostro y susurró con su voz ronca —. Excitada —prácticamente sus labios rozaban la oreja de la mayor.

Jennie tuvo que morderse la lengua para no dejar escapar un jadeo. El efecto que Lisa tenía en Jennie era mayor dado a que se trataba de esa pocas veces en las que Lisa se atrevía a decir ese tipo de cosas o actuar intrépidamente.

—Ya veo, bueno, vamos antes de que se haga más tarde.

Muy pocas veces, si no es que nunca, Jennie había sido la primera en huir, pero es que si no lo hacía iba a terminar arrastrando a Lalisa dentro de la suite y entonces no volverían a salir hasta sentirse satisfecha, lo cual no sonaba para nada un mal plan, pero también quería disfrutar del crucero más allá de estar dentro de cuatro paredes; ya llegaría el momento para lo otro.

El ferri había zarpado a eso de las nueve de la mañana, por lo que arribaron a la isla de Jeju alrededor de las seis de la tarde. Al llegar a tierra firme, los pasajeros fueron informados sobre la amplia variedad de actividades para realizar en la isla, sin embargo, aquellos que rentaban las suites y los camarotes de precios más elevados contaban con algunos beneficios más exclusivos, dentro de los cuales se encontraba un pase especial para la gran fiesta nocturna de bienvenida.

I Like Your Mom | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora