I Like Your Mom | Jenlisa G!P

VI. Cotilla

Lisa escuchaba estando escondida detrás de una pared para no ser descubierta mientras hacía de espía, o más bien de cotilla. Hacía menos de un minuto que había asomado un poco la cabeza, alcanzando a ver a Jennie sosteniéndose en la puerta y a otra mujer hablando con ella desde el exterior.

La otra chica era un poco bajita, por lo menos unos cuantos centímetros por debajo de la estatura de Jennie; su cabello era marrón claro con el largo casi rozando la altura de su cintura. Las facciones de su rostro eran finas, pero un tanto redondeadas. Tenía un estilo casual y elegante al mismo tiempo que a Lisa no le dio tiempo de detallar dado a que no quería ser atrapada husmeando en una conversación ajena.

—Es que no te quiero escuchar, ¿no lo entiendes? —Jennie le reprochó a la mujer que estaba de pie afuera de la casa —. Ya lo hablamos, Yerim, ya tomamos una decisión. Dame un puto respiro —era la primera vez que se escuchaba así de exaltada.

«¿Yerim? Con que esa es la esposa», pensó Lisa. Debía admitir que Jennie no estaba mintiendo cuando dijo que ella era bonita.

La duda del por qué habrían decidido separarse seguía presente en Lalisa, aunque no tardaría mucho en resolverse. Ambas mujeres, Jennie y Yerim, hacían una pareja impecable, sin embargo, en ese momento se encontraban ahí discutiendo, con una de ellas apenas tolerando a la otra.

—Jennie, por favor, todavía podemos arreglar las cosas. Danos otra oportunidad —Yerim le imploró —. Te prometo que esta vez lo haré bien, no te volveré a fallar.

Lalisa volvió a mirar un poco de forma discreta y silenciosa. Yerim sujetaba las manos de Jennie entre las suyas y en toda su cara tenía marcado el semblante de súplica. En cambio, las facciones de Jennie se notaban demasiado tensas y su expresión no reflejaba el mejor de los estados anímicos, pues no estaba dentro de sus planes que la mujer que se convertiría en su exesposa en un futuro muy cercano fuera detrás de ella para intentar arreglar una relación que evidentemente no tenía reparo cuando las pequeñas partes que formaban el vínculo estaban desmoronadas en el suelo tal como un montón de migajas de pan.

—No te creo. Ya no puedo confiar en ti —Jennie se opuso liberando sus manos bruscamente de las de Yerim —. Dijiste lo mismo la primera vez y mira lo que hiciste, volviste a meterte con... —iba a decir el nombre de aquella persona, pero pensó que no valía la pena el siquiera mencionarlo. Le repugnaba y le llenaba de ira saber que Yerim había sido capaz de traicionar su confianza de la manera más descarada que podía existir —. Me prometiste que no volverías a verla jamás. Aunque para empezar, ni siquiera debí perdonarte la primera vez —sus ojos se humedecieron de la rabia.

«¿Está hablando de una infidelidad? Habría que ser imbécil para enredarse con alguien más teniendo a Jennie como esposa», manifestó Lisa en sus pensamientos sin poder creer lo que estaba escuchando. Su corazón retumbaba dentro de su pecho, alarmada por la situación. Cuando Jennie dijo que las cosas entre ella y su esposa no estaban yendo bien lo había hecho sonar tan simple que Lisa jamás pensó que se debiera exactamente a esa razón.

—Fue un error. Te juro que me arrepiento cada segundo que paso sin ti —Yerim sonaba tan cliché que Lisa no pudo evitar girar los ojos ante sus palabras.

—¿Dos veces el mismo error? —Jennie la cuestionó al tiempo que movía la cabeza en negación —. Y la tercera es la vencida, ¿no? —dejó salir una risa irónica.

—Hablemos una vez más, Jennie —le pidió casi poniéndose de rodillas —. Por favor.

Jennie suspiró pesadamente sabiendo que Yeri no iba a rendirse tan fácilmente; la conocía y sabía lo complicado que era sacarle una idea de la cabeza.

—Entra.

Lisa se apresuró a sentarse de vuelta en el sillón tras escuchar los pasos por el corredor avanzando en su dirección. Encendió su celular fingiendo que no acababa de escuchar parte de su enfrentamiento y actuó como si estuviera entretenida en el frágil dispositivo.