XXXVIII. Luces apagadas (1/2)

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—Manoban, no te vayas todavía —la profesora Soyeon de la clase de inglés, también asesora del grupo de Lisa, la detuvo antes de que saliera del salón —. Quiero hablar contigo de algo muy importante.

—¿De qué se trata? —preguntó Lalisa caminando hacia el escritorio de la maestra, un poco preocupada de que fueran malas noticias —. ¿Es algo bueno o malo?

—Demasiado bueno, diría yo —Soyeon sonrió tranquilizando a Lisa —. Hay una convocatoria para estudiar idiomas en el extranjero, inglés y francés, específicamente en Canadá. Considero que eres una excelente candidata para aplicar a este programa; en mi materia eres excepcional y he visto lo mucho que has estado mejorando con tu tutora de francés, además de que ya cuentas con los créditos necesarios para inscribirte.

—¿En serio? —los ojos de Lisa se abrieron impresionados. La emoción comenzaba a esparcirse por todo su cuerpo tras escuchar tan gratificante noticia —. ¿Cuál es la duración del programa?

—Dos años, que vendría siendo lo que resta de tu carrera —respondió —. En el último semestre te estarías incorporando en alguna institución para llevar a cabo tus prácticas profesionales y al finalizar estarías obteniendo dos títulos, uno nacional y otro internacional. ¿Qué te parece?

—Suena estupendo —la joven estaba maravillada con la idea de estudiar y graduarse en otro país. La oportunidad era perfecta para expandir sus horizontes, conocer sobre otra cultura y vivir un montón de nuevas experiencias —. ¿Hay algún gasto que tenga que cubrir?

—Solo tu pasaporte si es que no lo tienes. El trámite de la visa, gastos como el hospedaje, comida y demás corren por cuenta de la universidad.

—¿Hasta cuándo tengo para anotarme? —Lisa estaba realmente interesada.

—Tienes dos semanas a partir de hoy para pensarlo, consultarlo con tu familia y organizar tus documentos en caso de que te decidas a realizar la movilidad.

—Perfecto, voy a conversarlo con mi papá y le tendré una respuesta en un par de días —dijo Lisa, aunque estaba cien por ciento segura de que el señor Manoban no se opondría a la idea, sino que al contrario, sería el primero en alentarla a tomar la decisión de salir al mundo para crecer.

—Muy bien, eso era todo lo que quería platicar contigo, ya te puedes retirar —finalizó.

—Gracias, nos vemos la próxima clase —Lalisa se despidió de su profesora y abandonó el aula con una enorme sonrisa adornando su rostro; ese comunicado acababa de alegrarle el día por completo.

Lisa estaba emocionada y ansiosa por contarle a su padre sobre lo que recientemente había charlado con su asesora, pero también sintió las ganas de compartirlo con otra de sus personas favoritas, Jennie. No tenía la certeza de cómo podría reaccionar, pero le daba la impresión de que no sería de mala manera.

Buscó su celular en una pequeña bolsa de su mochila, tan pronto como lo tuvo en sus manos, abrió su lista de contactos y seleccionó el número de Jennie para marcarlo.

¿Hola? —la voz de la pelirroja se hizo escuchar a través de la bocina de su teléfono.

—Hey, soy Lisa.

Lo sé, te tengo agregada —se rio —. ¿Qué pasó?

—¿Puedes hablar o estás muy ocupada?

Tengo algo de trabajo, pero no te preocupes, puedo tomarme un descanso —respondió.

—Bueno, igual no te quitaré mucho tiempo, solo quería saber si podemos vernos más tarde.

Claro, si no te molesta que sea a la hora de la cena —dijo Jennie —. Tal vez a eso de las ocho.

—Está bien —Lisa estaba contenta incluso si solo iba a verla por un par de horas, de hecho le bastaba con unos cuantos minutos, no le importaba la cantidad de tiempo siempre y cuando pudiera estar con ella —. ¿Nos vemos en tu casa?

I Like Your Mom | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora