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Han pasado varias semanas desde que Kara conociera a Diana y ya son inseparables. Se ejercitan juntas siempre que pueden, van a pasear pero lo más importante se divierten mucho juntas. A Kara le recuerda de vez en vez lo divertida que solía ser Lena, pero pronto desecha el pensamiento, Diana no merecía ser comparada. Ya la había ido a buscar varias veces al hospital donde trabajaba, Diana era Neurocirujana, y una muy brillante con un futuro prometedor. Kara la había apodado La Mujer Maravilla al enterarse como le había salvado la vida a un joven luego d un terrible accidente y que todos ya lo daban por perdido, desde ese día sus amigos más allegados en el hospital le decían la Dra. Maravilla. Kara la esperaba a la salida, habían quedado en ir a cenar. Ya casi no le importaba cuidarse para que no la vieran en compañía de otra mujer que no fuera su esposa, estaba retomando su vida y estaba decidida a volver a ser feliz y sobre todo a vivir y sentir de nuevo. En eso llegaba Diana interrumpiendo sus pensamientos.
- Hola hermosa. - se acerca y le da un beso en la mejilla.
- Hola. Cómo está mi cirujana favorita?
- Ah, porque hay otras? Tonta de mi pensando que solo venías aquí a verme Abogada. - le da un pequeño golpe juguetón en el brazo sacándole una sonrisa a la chica.
- Hey, eso dolió. Sabe que la puedo demandar Doctora.
- Tendría  el valor de hacerme eso? Y yo que creía que éramos buenas amigas y que me querías aunque fuera un poquitin para estas alturas ya.
- Yo pensaba igual, pero el maltrato al que estoy siendo sometida me hace dudar. Lo siento. - le guiña un ojo.

Ambas comienzan a reír y Kara le da un beso muy próximo a la comisura de sus labios que la hace sonrojar. En eso notan las miradas sensuales de algunas enfermeras que no pueden evitar devorar a Kara con los ojos.
- Oiga Abogada, creo que ya tiene un club de fans por acá. - ambas miran hacia el grupo de enfermeras que disimulan pésimamente su comportamiento provocando la risa de las dos mujeres.
- Siempre causo esa impresión, ya te lo había dicho, no lo puedo evitar soy así de irresistible. - el comentario hace que se gane otro golpecito en el brazo por parte de Diana y ella sonríe. - Vamos ya. - la toma del brazo y la conduce al auto.

Mientras dura el viaje van contándose su día a Kara le encanta escucharla. En cada semáforo se detiene solo para admirarla, es tan hermosa. Tiene ojos marrones oscuros casi negros en los que le encanta perderse, ella la mira con tanta adoración que a Kara le hace recordar a su amada esposa. En ese momento una idea comienza a nacer en su cerebro, comparte con Diana por qué le gusta o solo porque busca en ella todo lo que había perdido con Lena. No, no era cierto, ella no era esa clase de persona. Ella nunca se aprovecharía así de Diana y mucho menos la lastimaría de una forma tan ruin. Sabia que le gustaba a la chica, solo que no se atrevía a más por que era una mujer casada y a pesar de todo ella aún respetaba a Lena, ahora Diana y ella eran solo amigas y se sentía bien con eso. No hacía nada malo, entonces si realmente creía eso por qué rayos no podía sostenerle la mirada a Lena, por qué se sentía tan rara cuando llegaba a casa y veía a su esposa. No se atrevía a mirar a la cara a Lena desde que conociera a Diana Prince. En ese debatir de ideas llegaron al restaurante, era un sitio acogedor, el dueño era un buen amigo de Kara llamado Winn. Diana no decía nada desde hacía rato, se había percatado de la lucha interna que liberaba Kara cada vez que estaba a su lado. No entendía por qué, llegó a pensar que solo eran sus deseos de besarla pero que no se atrevía a hacerlo pero deshechó la idea la conocía un poco ya y había visto que era una mujer decidida por lo que algo más la debería estar atormentando. Esperaría un tiempo prudencial a que le dijera sino ella misma le preguntaría, siempre le ha gustado todo claro. Entraron al sitio y a Diana le gustó mucho, se sentaron en una mesa que estaba lista para ellas en la terraza del local desde allí se podía ver en detalle el lago que quedaba cerca del restaurante. Kara y Diana cenaron a gusto entre charlas y risas.

En casa Lena terminaba los pendientes del trabajo para comenzar a preparar la cena, poco a poco a logrado sacar adelante la empresa de su familia Luthor Corp que su hermano dejó sumida en la peor ruina antes de escapar con todo el dinero. Lex había aparecido unos días antes de su matrimonio, volvió arrepentido queriendo recuperar a su familia y tratando de poner sus manos de nuevo en la empresa. Kara le aconsejó que no se lo permitiera y ella aceptó su consejo, aunque lo disimuló muy bien ella sabía que eso había enfurecido a su hermano y en silencio odiaba a Kara. La familia de su esposa había contribuido a que Luthor Corp saliera adelante o al menos eso creía ella. Terminó de prepararse una ensalada, era todo lo que apetecía. Para Kara había hecho pastas, ella odiaba las verduras. Dejó su plato en el horno para cuando volviera, se había percatado que Kara cada vez llegaba más tarde a la casa y los fines de semana casi nunca estaba. Algunas noches ni llegaba, otras no comía y ya casi ni le dirigía la palabra, además de que ya hacía mucho tiempo había dejado de mirarla con deseo. Sus ojos habían dejado de buscarla, y su amiguito ni se inmutaba al tenerla cerca. Habia dejado de tratar de entenderla y mucho menos hacia esfuerzos para acercarse a ella para retomar lo que tenían. Kara se había rendido de seguir tomándome el pelo al parecer. Entonces que le pasaba por qué  algo dolía en su interior, por qué extrañaba su mirada llena de amor y deseo aunque supiera que todo era mentira. Movió la cabeza con furia, "Basta Lena Luthor, ella es una embustera manipuladora, no te ama y nunca te amó. Todo fue una gran farsa". Se repetía una vez más.

Kara y Diana salían del restaurante cogidas de las manos con sus dedos entrelazados, no sabían en qué momento se las habían tomado pero se sentía genial y ninguna hacía nada por soltarse. Así estaban paradas en la entrada del lugar esperando que trajeran su auto cuando una voz que Kara conocía muy bien hizo que se volteara un tanto asustada.
- Kara Danvers, no podía creer que eras tú así que tuve que acercarme para comprobarlo. - le dijo mientras le lanzaba la peor de las miradas a la mano que sujetaba a la chica a su lado. Kara se percata y se suelta de prisa más por reflejos que por necesidad. Diana no entiende esa reacción pero decide mantenerse en silencio solo la mira con marcada decepción en sus ojos.
- Imra Ardeen, pretendes matarme de un ataque al corazón. Te digo desde ya que si esa es la intención ni aún así te vas a quedar con mi bufete. - trata de sonreír para suavizar el momento porque sabe todo lo que su amiga está pensando ahora mismo.
- Esta vez esa sonrisa encantadora que tienes no te va a salvar Danvers. - dice ganándose el enojo de Diana acompañado de una gélida mirada, ella lo nota pero sólo sonríe de medio lado. - No piensas presentarme Kara.
- Claro. Diana ella es Imra Ardeen mi socia y mejor amiga, nos conocemos desde la universidad. Imra ella es Diana una buena amiga a la que estoy aprendiendo a querer y se está convirtiendo en alguien muy necesario en mi vida.- dice tratando de remediar la metedura de pata de hace un rato, Diana la mira y sonríe.
- Que bien, necesaria, palabra fuerte. Tengo una pregunta, entonces dónde me sitúa eso a mi traidora. - dice la última palabra con marcada acentuación para dejarle bien claro a Kara a que se refería o mejor, a quién.
Diana le lanza una mirada fulminante que solo consigue divertir a Imra, estaba logrando su propósito, molestarla. Kara decide intervenir antes de que Diana diga algo.
- Basta ya Ardeen, no sigas por ahí sin conocer todas las trampas del camino o puedes terminar muy mal, o peor cometiendo alguna imprudencia de la que te puedes arrepentir luego. - Imra se percata que no solo había hecho enojar a Diana. - Vamos Di, luego tú y yo nos veremos.
- Seguro Abogada, tenga la certeza de eso. - queda en la puerta del restaurante viendo partir a esa mujer que decía ser su amiga pero que ahora no reconocía.
Cómo le podía estar haciendo eso a Lena, cómo. Ella que siempre ha proclamado su amor a los cuatro vientos. Quién era esa mujer en la que se estaba convirtiendo y qué había hecho con la Kara Danvers que tanto conocía.

Esclava de lo que calloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora