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Kara le presentó a su familia a Diana. Sabía por sus miradas que sus padres no estaban muy contentos con lo que hacía pero no le importaba, no pensaba pedir permiso ya bastante Lena había arruinado su vida para seguir permitiendoselo. Kara no dejaba de maldecir a Lena mentalmente sin siquiera detenerse a pensar que la chica estaba viviendo su propio infierno personal.

Al fin había terminado la tarde con su familia que no resultó para nada como ella había esperado. Y para empeorar Diana le acababa de hacer la pregunta que trataba de evitar hacerse ella misma.

- Qué sentiste al verla? Acaso algo se removió dentro de ti al escucharla decir que aún te amaba y llamarte mi rubia tonta.
- Nada, no sentí nada Diana. - ella no estaba preparada aún para responder semejante pregunta. Qué estaba pensando Diana al preguntar tal cosa.
- En serio, y yo tengo que creerte. Te congelaste, las palabras de Lena te estremecieron Kara así que no te atrevas a mentirme diciendo que no sentiste nada.
- Diana... - caminaba de un lado a otro sin saber que decir. - Por favor podemos parar de hablar de este asunto ya, no lo soporto más.
- Y por qué será. Dime Kara aún sientes cosas por Lena. Ella es muy hermosa.
- Diana basta, no hagas esto. Tú también eres muy hermosa. - se acerca a ella para besarla pero la chica se aleja para continuar con el bombardeo de preguntas.

Diana quería parar pero algo se lo impedía y se odiaba a si misma por eso. Sabía que estaba abriendo una puerta peligrosa que la llevaría tal vez a un camino sin regreso pero por más que su sentido común le gritaba que ya era hora de callar sus celos la impulsaban a seguir hurgando cada vez más profundo en la herida hasta hacerla sangrar. Clamaba en silencio por un milagro que la hiciera volver al camino de la cordura, pero ese ansiado milagro nunca llegó y ella siguió camino al despeñadero sin remedio.

- Estas tratando de cambiarme el tema Danvers para no responder. En serio crees que soy la típica mujer que puedes callar con un beso. - "por dios Diana, de dónde salió eso". Se quería matar.
- Estás enojada sin razón ninguna, estás buscando fantasmas donde no los hay. No te das cuenta que estamos peleando sin motivo.
- Sin motivos dices. - la aplaude con ironía dejando a la chica mirándola con sorpresa. - Dime Kara por qué estás tan irritada, aún la amas. Respondeme maldición. - le grita logrando sobresaltar a la chica con su grito.
- Estoy oyendo bien. No puedo creer que me estés preguntando eso, estás de guasa cierto porque es la única lógica que le veo a tu locura. Tengo todo el derecho del mundo a estar irritada no te parece. La sola mención de Lena me causa un dolor enorme porque me transporta al momento más oscuro, triste y doloroso de mi vida. Esa mujer fue mi verdugo personal, ella acabó con mi amor y mi autoestima en el proceso y tú tienes la osadía de preguntarme si aún la amo. Apuesto a que aún sigues pensando que soy su perrita faldera, la que corre a sus pies en cuanto ella chasquea los dedos. - la mira con una ira que Diana no conocía que la hace arrepentirse de haber abierto la boca.

Diana al fin se hace consciente de su error. Sabia que esa frase que nunca debió decir la acompañaría eternamente y que Kara jamás la perdonaría. Un miedo comienza a apoderarse de ella al ver a Kara coger su chaqueta mientras se dirigía a la puerta.

- A dónde vas amor? - su voz temblaba.
- A mi casa. Hoy me siento incapaz de dormir a tu lado. Lo siento pero no puedo compartir cama contigo, hoy no. - antes de abrir la puerta y marcharse voltea a verla. - Diana piensa bien en lo que quieres realmente de esta relación. Si eres incapaz de confiar en mi y en el amor que te ofrezco lamento decirlo pero estamos perdiendo el tiempo cariño y me niego por completo a ser infeliz por segunda vez. Así que si no sientes seguridad a mi lado, si estás insegura o crees que no te ofrezco todo lo que mereces entenderé lo que decidas. - cerró la puerta de un tirón dejando a Diana ahogada en un mar de lágrimas.

Kara se dedica a dar algunas vueltas por la ciudad antes de terminar en un bar, se toma algunos tragos que la ayudan a calmar un poco la batalla interna que libraba su mente. Sentía a su corazón y su razón enfrentados en franca batalla campal y la pelea era a muerte. Se cuestionaba sin parar en dónde había quedado su orgullo, su amor propio. Por qué mierda se sintió tan miserable al hablarle de esa forma tan fría a Lena si de sobra sabía que ella merecía mucho más que eso, entonces por qué se sentía como la mierda al verla llorar y no sucumbir a las ganas locas que tenía de correr y tomarla en brazos para así consolarla. Detestaba verla tan triste e indefensa, tan vulnerable
De no haber sido por la mirada de Alex que juraría que la juzgaba por su debilidad estaba más que segura de haber salido corriendo detrás de ella sin importarle nada y eso la tenía de muy mal humor. Cómo se podía ser tan patética, tan ridícula?  "Kara, cómo podías sentir dolor por la mujer que nunca te mostró ni un ápice de piedad mientras te hacía sufrir sin remedio". No, no debía sentirse así, no quería sentir nada de lo que estaba sintiendo al ver a Lena tan mal ella no lo merecía. Pero cómo carajos se lo explicaba al corazón, ella deseaba poder arrancarlo y dejarlo en el basurero más cercano para ver si así la dejaba en paz. Se llevó otro trago de whisky a los labios, otro recordatorio de Lena, hundió su cara entre sus manos y en ese momento pensó en Diana. Ella no merecía ser tratada así, ella era una princesa que solo merecía devoción. Cómo pudo hacerle creer que era la mala del cuento y salir azotando puertas cuando sabía en lo más profundo de su ser que Diana tenía razón y todo el derecho del mundo a estar enojada con ella. La chica no exageraba, ni mentía y mucho menos hacía una simple escena de celos, era cierto que las palabras de Lena le afectaron. No solo eso, todo lo que había dicho ese demonio de mujer le había movido el piso. No sabía si mentía o si solo era otra forma retorcida de tortura pero lo cierto es que volver a escuchar a Lena decir que la amaba la había trastornado de tal manera que no estaba dispuesta a admitir ni bajo tortura. Se tomó de un solo sorbo lo que le quedaba en el vaso con la firme convicción de olvidar todo eso, desterraría a Lena de su corazón aunque tenga que arrancarselo del pecho.

Al llegar a casa se deja caer en su cama cuán larga es sin quitarse nada de lo que llevaba puesto mientras se iba quedando dormida un nombre sale de sus labios casi inaudible, "Lena".

Esclava de lo que calloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora