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Lena no puede creer lo que ven sus ojos. Hacía tanto que no veía a Kara tan feliz, tan plena y llena de vida. No recordaba cuándo fue la última vez que vio esa sonrisa que tanto amaba y que pensaba que solo ella la hacía nacer. "Quién era esa mujer con la que se veía tan a gusto". Se veía completa, como si ya hubiera llenado esa vacío que la invadía. Estaba resplandeciente como hacía mucho no la veía, la luz que siempre rodeó a Kara haciéndola especial había vuelto a renacer en ella. Algo comenzó a resurgir en Lena, algo que había tratado de matar y enterrar todos estos años pero que era tan fuerte que le era casi imposible, algo que había mantenido en silencio, dormido en una prisión que construyó con trozos de su corazón para desterrarlo ahí para siempre. Pero ahora al ver a su rubia riendo tan cómodamente, viéndose tan feliz con una mujer que no era ella se había revelado escapando tempestuosamente de su prisión amenazando con arrazarlo todo a su paso. Todo lo que sentía por Kara que había tratado de borrar inútilmente dizfrazandolo de odio e indiferencia volvía a ella golpeandola con fuerza inusitada, casi no podía respirar, todo ese amor que guardó por tanto tiempo estaba ahí ahora reclamando a la dueña de sus besos, sus caricias y su ser entero. Reclamaba a quien era suya por derecho propio, su rubia tonta, Kara Danvers. Le dolía tanto verla con esa mujer así de dichosa que no escuchaba nada a su alrededor, todo su mundo había desaparecido y su vista estaba fija solamente en esas dos personas que marchaban muy risueñas rumbo al auto de Kara. "Por dios qué está pasando". "Al parecer Sam tenía razón cuando me decía"
- Kara se va a cansar un día y ella también te va a odiar y ese día te vas a dar cuenta que esa historia que te dijeron a estado muy mal contada, y va a ser muy tarde Len porque ya habrás perdido al amor de tu vida por tonta y te vas a arrepentir.
"Acaso será cierto, Sam tendrá la razón y debí haber investigado y no dejarme llevar. Dios por qué los humanos somos tan complicados, por qué nos enredamos tanto con nuestras emociones"
Nunca creyó en Kara, jamás, pero era cierto que en todo este tiempo nunca le había sido infiel y jamás dejó de desearla, se lo demostraba con cada mirada de deseo que le daba aunque hacía mucho tiempo que Kara había dejado de buscarla con la mirada, ya no se estremecía cuando sus cuerpos se rozaban en la noche. Su esposa había dejado de tratar de entenderse con ella. Por dios que había hecho, su rubia había dejado de amarla y era todo culpa suya. Por qué no le hizo caso a Sam y habló con Kara. En ese momento una parte de su corazón que aún permanecía congelado le hizo seguir dudando de Kara, "para qué le iba a preguntar, no le iba a dar la oportunidad de seguirle mintiendo y mucho menos de burlarse de ella". "Ay Lena a quién engañas ya ni tu misma estás segura, por qué aguantó tantas humillaciones por tanto tiempo si no era por amor, por tu amor tonta". La voz de Sam en su cabeza no la dejaba en paz. "Qué has hecho con tu vida Lena". Se agarró  la cabeza y el sonido de un claxon la saca de sus pensamientos. Volvió a conducir rumbo a su casa vacía una vez más.

Habían pasado tres semanas desde que Lena vio a Kara con aquella mujer y en todo este tiempo ella no había dicho nada y aunque quisiera sería casi imposible, su esposa pasaba cada vez menos tiempo en casa y cuando lo hacía llegaba tan tarde que ya ella dormía solo para marcharse bien temprano. Había bajado a desayunar y encuentra una nota de Kara "no hace falta que cocines para mi, no tienes por qué molestarte. Gracias". Ella nunca dijo que le molestaba. Dónde estaba comiendo, Kara era fatal en la cocina. De repente los celos hicieron acto d presencia, "seguro que come con esa, bien, si no quiere que cocine mejor". Una lágrima asomó a sus ojos que limpió con violencia.

En el hospital alguien no podía parar de reír, la Dra. Princr era incapaz de esconder lo feliz que era. Kara era tan amorosa y tierna que la tenía enamorada, cargaba entre sus manos un hermoso ramo de flores rojas que su Abogada favorita le acababa de enviar. Mientras Diana soñaba despierta Kara pensaba en llamarla, la joven se le hacía cada vez más necesaria. Sonreía sin motivo alguno pero un tono bien conocido por ella sonó en su celular borrando de golpe la sonrisa de su rostro transformandola en una mueca de fastidio.
- Qué quieres. - preguntó casi en un gruñido.
- Esas son maneras de contestarle a tu esposa amor. - le dijo divertida.
- Con quién estás, para quién actúas ahora Luthor.
- Amor, esta noche cenamos con nuestros padres, aquí está tu hermana. Dice que tiene algo muy importante que decirle a la familia, por eso la cena.
- Qué, hoy?. - preguntó con acentuado enojo, no quería que nada interfiriera en sus planes con Diana. Además ya estaba harta de seguir con las payasadas de Lena, no pensaba seguirle más el juego. - lo siento pero no puedo, tendrás que ir sin mí.
- Sabes que esa respuesta es inaceptable. Tenemos que ir, toda la familia estará ahí.
- Razón de más para no asistir Lena, olvidas que hace mucho, pero mucho rato que nosotras dejamos de clasificar para ese apelativo. - dijo a punto de perder la paciencia y su esposa lo notaba.
- Me puedes decir que diablos te pasa, cuál es el motivo de tu perreta?
- Que estoy harta Lena, me cansé de ser tu payasa, tu juguete, tu títere o como quieras llamarme me da igual pero hasta aquí llegué yo. - Kara estaba a punto de colgar, no permitiría que arruinara nada más de su vida, hasta que escuchó su voz.
- Hermanita, qué pasa, cómo es eso que dice acá tu adorada esposa que tienes mucho trabajo y no puedes ir a la cena? Kar por fa, no me puedes fallar. Siempre he contado contigo para todo, somos el dúo dinámico, ya lo olvidaste. - "maldita seas Lena", era todo en lo que podía pensar.
- Alex, mañana paso y me cuentas, lo juro, pero hoy no puedo me es imposible. Lena que vaya sin mí, prometo que trataré de llegar. - su hermana no la dejó terminar.
- Si no vas la pospongo, sin ti no la haré, pero serás la encargada hermanita de explicarle a Jeremiah Danvers por qué lo hicimos salir por gusto de la hacienda. Sabes cuánto lo detesta.
- Diablos Alexandra, eso es un golpe muy bajo incluso para ti. - escucha la risa de su hermana al otro lado de la línea. - Ok, ok ahí estaré.
- Gracias hermanita, te paso con el amor de tu vida.
- Amor te espero, no tardes sabes que detesto llegar retrasada. En lo que llegas me iré poniendo hermosa para ti mi sol.
- Vete al carajo Lena. - fue todo lo que dijo.
- Yo también te amo preciosa. - dijo burlonamente y luego colgó.

Esclava de lo que calloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora