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Kara tocaba en la puerta de Diana a las 8 de la mañana, estaba consciente de la hora pero no podía soportar un minuto más sin ella. Del otro lado de la puerta una somnolienta Diana se preguntaba quién era el dueño de la gran idea de tocar su puerta tan temprano, ella se caía de sueño. Se había dormido tarde en espera de alguna noticia de Kara que nunca llegó, y pensando que estando tan a gusto con su esposa era lógico que se olvidara de ella. Realmente el monstruo de los celos era bien feo. Se coloca una bata sobre su camisón de dormir, se acomoda un poco el pelo y se prepara para enfrentar diciéndole algunas verdades al inconsecuente que la había sacado de la cama a semejante hora. Cuál no sería su sorpresa al verla parada frente a ella tan sonriente, con esa hermosa sonrisa que tenía capaz de hacerle olvidar hasta su propio nombre.
- Ojitos bellos. - sonrió
- Hola amor,  estás preciosa.
- Mentirosa. Estoy salida de la cama, debo estar horrible Kara.
- Negativo, usted ni aún esforzándose se vería horrible. - la toma por las caderas atrayendola hacia ella y comienza a besarla, le da un beso tierno que va volviéndose intenso.
- Oh, amanecimos románticas hoy cariño. - ahora es ella quien se adueña de sus labios. Adoraba besarla y tenerla cerca, ella no podía dejar de fantasear con esa rubia. - Cómo fue la noche? - preguntó, pero al instante deseo haberse mordido la lengua, "bien Diana, muy bien, arruina el momento hablando de la esposa".
- Un completo desastre, pero algo bueno surgió al final. - su sonrisa se hizo más amplia.
- Qué quieres decir?
- Soy una mujer libre amor, libre para ti. No lo soporté más y anoche le conté toda la verdad a mi familia terminando con el circo de Lena.
- Qué? - la mira con los ojos abiertos por el asombro aún no lo podía creer. La alegría mezclada con la sorpresa no la dejaban reaccionar.
- Eso es todo lo que vas a decir. - se notaba en su rostro la confusión, esperaba mucho más que esa simple reacción.

Justo en ese momento como si le hubiera leído la mente la chica se abalanzó sobre ella y comienza a besarla. Diana la toma por sorpresa dándole tiempo solo a cerrar la puerta con el pie. La joven dejaba besos por todo su rostro. Comienzan a besarse con pasión desmedida, una pasión que llevaba tiempo luchando por escapar y al fin ellas se lo permitían. Entre besos Diana la guía hacía su cuarto, Kara le quita la bata y queda boba al verla en camisón. Era corto y transparente, dejaba muy poco a la imaginación. Se podía ver unos pechos hermosos que ya mostraban unos pezones duros debido a su creciente excitación. Kara la admira temblando de emoción, Diana se despoja de la molesta ropa logrando que la Abogada trague en seco su Doctora es preciosa. La joven tiene un cuerpo escultural como si hubiera sido esculpida a mano por los mismos dioses, era toda una diosa griega. Diana se acerca y comienza a besarla nuevamente su lengua se adueña de la boca de Kara recorriendo cada tramo hasta dar con la suya para comenzar una danza erótica que ya las estaba enloqueciendo a ambas. Kara desliza sus manos para tomar los glúteos firmes de Diana, ella adoraba ese trasero. Al llegar a ellos los aprieta con firmeza sacando un gemido de placer de su chica que le dice.

- Por qué tanta ropa aún amor?

Kara sonrie y comienza a desvestirse ayudada por Diana que tenía prisa por admirar el hermoso cuerpo de la rubia, había soñado tanto con este instante que temía despertar de un momento a otro y que nada fuera real. La joven se sonroja al percatarse de la potente erección que mostraba su chica, "dios, es realmente grande" era en todo lo que podía pensar mientras se relame los labios. Ambas llegan a la cama, las manos de Kara temblaban al posarse como tiernas mariposas sobre los pechos inflamados de Diana. La chica puede notar su nerviosismo, la besa suavemente en los labios como dando su consentimiento para que hiciera más que solo tocar sus pechos. La deseaba más de lo que ella misma se atrevería a reconocer, un gemido de placer escapa de sus labios. Siente la lengua húmeda y caliente de Kara trepando, escarbando en su sexo, descubriendo puntos de máxima sensibilidad. Apoyó sus manos sobre la cabeza de ella y sus caderas describieron un movimiento cadencioso. Aquello la hizo gemir de nuevo, gimió más cuando las manos de Kara ávidas y expertas alcanzaron su interior y frotaron su cúspide con rudeza. El ritmo de sus caderas se intensificó.  Kara retira su boca al ver que ya estaba lista para ella. Coloca su pene en su entrada y la penetra sin pensarlo. La embiste lento al principio para que la chica se acostumbre a ella para luego comenzar con un movimiento frenético, la poseía como si no existiera un mañana.

Esclava de lo que calloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora