El pequeño Satoru estaba creciendo, hoy era su cumpleaños. Y el niño había hecho un berrinche total porque sus padres no habían invitado a su niñero, y no era porque los señores no querían, sino que les pareció mucho molestar al chico que seguramente tenía bastantes deberes de la universidad.
—¡QUIERO AL SEÑOR YUUJI EN MI FIESTA! —gritó subiendo las escaleras hacia su habitación y encerrándose en el cuarto.
Afuera, en la terraza de la hermosa casa de los Gojo, estaba todo preciosamente decorado con globos y figuras de Digimon, uno de los animes favoritos del nene. Los invitados ya estaban llegando y Satoru chiquito nada que salía de su habitación. Quería a su niñero.
Llegaron Geto y Nanami con sus padres, al rato Haibara, Mei Mei, Ijichi y Shoko. Todos los niños jugaban en los juegos inflables que alquilaron los señores Gojo para la fiesta. Pero el berrinchudo no daba su brazo a torcer.
Los papitos no tuvieron más remedio que buscar a Yuuji, donde fuera que estuviese, para que hiciera presencia en la fiestita de cumpleaños.
"Joven Itadori, a ver si usted puede sacar a Satoru de la habitación, no nos quiere abrir la puerta", dijo la madre con vergüenza.
Yuuji subió despacio hasta la recámara del niño, pensando en que realmente era muy malcriado. Lo regañaría, no estaba bien comportarse así.
"Toc, toc"
El sonido de los dedos de Yuuji tocando la puerta, sacaron del trance al pequeño Satoru que estaba llorando a moco suelto abrazando su cobijita de dinosaurios.
—Oye... amigo, soy yo. ¿Me abres la puerta?
Un pequeño espacio se abrió para que Itadori pudiera pasar. Lo primero que vio el universitario al entrar, fueron esos dos ojos hermosamente azules llenos de lagrimitas y rojos, al bajar la vista, se le puso el corazón arrugado por el puchero que nacía en la boquita del nene.
—Hey... no deberías llorar ¡es tu cumpleaños! —Yuuji se sentó en el piso para quedar a su altura— Ven, dame un abrazo pequeño.
—¿DÓNDE ESTABAS?
Uy, sí que estaba enojado.
—Estudiando para unos exámenes, pero ya estoy aquí —Itadori insistió con lo del abrazo, extendiendo sus brazos hacia los lados—. Ven, quiero un abrazo.
Satoru chiquito lo abrazó, reposando su cabeza en el hombro de Yuuji, aunque seguía bastante enojado.
—Dame un besito, Yuuji.
—No —respondió tajante Itadori, no era primera vez que Satoru le pedía un beso y eso que ya le había explicado en infinitas oportunidades que estaba mal, que no lo haría y que si fueron esposos en la vida anterior eso no daba el crédito para besarse —. Afuera están todos tus amiguitos, esperándote —le dijo dándole un besito en el cabello, aún abrazados fuertemente—. Hoy es un día para jugar y pasarla bien, no para llorar —Itadori cambió su tono de voz tierno por uno más serio: era hora de regañar a este enano—. Además, no debes comportarte de esta manera con tus padres, es grosero.
Satoru chiquito se zafó de sus brazos, sentándose en una banquita con el ceño fruncido y la trompa de enojo. Se veía muy lindo con la ropa que llevaba puesta, los señores Gojo eran personas elegantes e importantes, trabajaban en la política, tenían dinero y podían darse el lujo de hacerle a su único hijo una fiesta de cumpleaños por todo lo alto. Y eso se podía notar en el elegante kimono de Satoru. Con lo que costaba ese ropaje, Yuuji podría hacer mercado para tres meses, mínimo.
—Satoru Gojo, estoy hablando contigo. Ponte los calcetines —regañó Itadori pasándole un par de tabi color blanco. El niño se los puso sin mirarlo —, ahora dame tus pies que te voy a poner los zori, ¿cómo le vas a hacer esto a tus padres? Te disculparás adecuadamente.
Su niño no lo veía, con su boquita hecha un puchero de malcriadez hacía como que no lo escuchaba.
—¡Ya estoy aquí! ¡ya vine! ¿Por qué sigues enojado?
Satoru chiquito respondió sin mirarlo:
—¡YO NUNCA TE REGAÑÉ, YUUJI!
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Itadori, ¡otra vez era el Satoru grande atrapado en el cuerpo de un niño!
—Lo siento —dijo tomando uno de sus pies y colocándole el calzado—. No lo volveré a hacer, pero tus padres están tristes porque les has gritado. Solo te pido que te disculpes con ellos, ¿está bien? —preguntó, terminándole de colocar la otra sandalia.
—¿Por qué siempre eres tan lindo, Yuuji?
—Solo soy lindo contigo, ¿nos abrazamos?
—Chí.
Itadori le limpió el rostro con una toallita húmeda y se lo llevó de la mano hacia la terraza.
—Quiero pasar todos mis cumpleaños contigo.
—Solo si me prometes que no vas a llorar.
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Cuando sea grande, me voy a casar contigo #GOYUU
FanfictionEl universitario Itadori Yuuji es un chico que ama los niños, tanto que en sus tiempos libres trabaja como niñero a medio tiempo. En uno de sus cuidados conoce al pequeño Satoru Gojo, quien le hace comentarios inquietantes sobre una vida pasada. Art...