Yo se todo de ti

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—Señor Yuuji —decía el niño con su sonrisita habitual—, le hice un dibujo.

—¡A ver!

El niño acercó la hoja para que su niñero la viera. Yuuji, se encontraba en la cocina lavando los platos del almuerzo, así que estaba algo ocupado. De reojo, lo primero que pudo apreciar Itadori era la figura de él mismo en un jardín, rodeado de muchos animalitos diferentes y con corazones de todos los colores. Le pareció tierno. También se dio cuenta que, para tener cinco años, su niño dibujaba muy bien.

—¿Te gusta?

—¡Está precioso! ¿me lo puedo llevar a casa para pegarlo en mi refri?

—Chí.

—Y, ¿cómo sabías que me gustan los animales?

Satoru chiquito lo vio con una enormísima sonrisa:

—Yo sé todo de ti, mi querido Yuuji.

Era realmente aterrador cuando le soltaba esos comentarios así. Pero en lo que respectaba a todo aquel tema de la reencarnación, Satoru parecía estar mucho más lúcido que él, así que Yuuji se había prometido que, aunque le diera miedo, no desaprovecharía ninguna oportunidad para sacar información de su supuesta vida pasada.

Tenía el corazón bombeando a millón, por la infinidad de posibles respuestas que le daría el niño, ¿qué cosas de su vida anterior le serían reveladas? ¿tanto lo conocía para decirle que sabía "todo de el"? Pensándolo bien era imposible que supiera todo, pero igualmente se atrevió a preguntar:

—Ah, ¿sí? ¿Qué sabes de mí?

—Que te gusta hacer el amor por la mañana.

A Yuuji se le cayeron los platos que tenía en las manos.

—¿AH? —gritó, poniéndose tan rojo como un tomate— ¡NO ME REFERÍA A ESO! ¡DISCULPATE AHORA!

Gojo chiquito lloraba de la risa.

—¡Pero si es verdad! ¡Ese es un dato muy interesante de ti! Te gusta hacer el amor por la mañana antes de irte a clases.

—¡CALLATE! ¡Eres un niño muy insolente! —chillaba Itadori con un sartén en la mano, al cual intentaba sujetar para lavarlo.

—Pues, lamento informarte que la verdad es que yo soy más grande que tu— decía aun riéndose y tratando de secarse las lágrimas—, solo que en esta vida naciste primero. Pero mi alma es más antigua, así que yo soy mayor.

—¡NI LO SUEÑES, ENANO! —el universitario hizo una seña con el brazo— ¡Y ahora vete a ver la Vaca Lola o algo!

—¡Quiero ver Bleach!

Yuuji dejó los platos por un momento, se secó las manos y fue hasta el Smart TV a ponerle a Gojo lo que quería ver, aunque era una acción algo tonta porque el niño sabía usar ya todos los aparatos de la casa. En un intento desesperado por cambiar el vergonzoso tema de conversación que se abrió en la cocina, Yuuji quiso hablar de animes con el niño:

—Con que Bleach, ¿eh? ¿eres fan de Ichigo Kurosaki?

—¡Sipi! —respondió el nene lanzándose en el mueble— Pero mi favorito es Kisuke Urahara —dijo con ojos ilusionados— ¡siento que se parece a mí cuando soy grande!

—Ah, ¿sí? No mucho...

Gojo chiquito torció la cara.

—¿Cómo que no? ¡Es muy cool y divertido! ¡Como yo!

—Tu eres un enano atrevido —le dijo Yuuji sacándole la lengua—, Urahara no es así.

—¡Pues así te gusto! —dijo Satoru chiquito entre risas— ¡Así me quieres!

—¡A MI NO ME GUSTA LA GENTE ASÍ!

—Claro que sí, Yuuji. Estas loquito por mí.

Los dos se echaron a reír a carcajadas: Satoru chiquito rodaba por el sofá, llorando nuevamente de la risa y Yuuji se tuvo que sentar en el suelo porque las piernas no le daban para mantenerse en pie de tanto que se reía.

Estar juntos era muy divertido.  

Cuando sea grande, me voy a casar contigo #GOYUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora