Hasta luego

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"Joven Itadori, que pena molestar", escribió la mamá Gojo en un mensaje "sabemos que está muy ocupado con sus deberes de la universidad. Pero ya son varios meses que no pasa por acá y Satoru llora a diario porque no lo viene a cuidar, ¿podría por favor venir? Aunque sea una hora para saludarlo, por favor"

Yuuji de verdad quería, pero no tenía tiempo para ir a ver a Satoru. Tenía parciales, tenía que presentar el informe semanal de sus prácticas, ir a las prácticas, al servicio social y comenzar a ir a clases de metodología de la investigación para el anteproyecto de su tesis.

Pensó en ir el domingo a la casa de los Gojo, pero justo su hermano mayor llegaba del extranjero para visitarlo. Tenía que buscarlo en el aeropuerto y un montón de cosas más.

Había pasado ya algo de dos años desde que se reencontró con Satoru por primera vez en esta vida y siempre consiguió el tiempo para cuidar de él, pero ahora se le complicaba demasiado. Solo esperaba no romper su corazón lo suficiente como para que no quisiera saber más de él. Extrañaba mucho a su niño y quería verlo.

"Le prometo que en cuanto pueda pasaré por allá, señora Gojo. Mil perdones le pido"

Pero Yuuji no pudo ir sino hasta tres semanas después, cuando su hermano Choso regresó a Rusia.

Satoru había crecido unos cuantos centímetros de estatura desde la última vez que lo vio. Parecía incluso más delgado y tenía el cabello más largo. Yuuji le llevó chocolates, además de algunos otros dulces como regalo. El niño los recibió de buen agrado, aunque tenía la mirada triste, sus ojitos azules no brillaban tanto. Tampoco lo abrazó como solía hacerlo.

Los señores Gojo aprovecharon la visita del niñero para ir a cenar en pareja a un lujoso restaurante de la ciudad, dejándolos solos un par de horas.

—¿Siempre te vas a desaparecer así, Yuuji? —Itadori ni siquiera tuvo el valor de decir nada, solo se agachó para quedar a su altura y tocar su cabello. No era su culpa, solo eran deberes de la uni— Me pones condiciones para pasar tiempo contigo y aun así no vienes.

—Discúlpame, Satoru, mi niño hermoso. A veces la universidad no deja tiempo. Y sabes que no son condiciones, son precauciones porque ahorita estas chiquito.

Un pucherito apareció en su boquita. No le importaba nada de eso. Él era grande solo que atrapado en ese cuerpo de siete años.

—¿Entonces volverás cuando yo tenga dieciocho años?

—No he dicho eso.

Claro que no quería decir eso, su intención jamás era abandonar a su Satoru chiquito, pero ciertamente se le estaba complicando hacerse cargo de su ocupada vida universitaria y a la vez dedicar tiempo para su pequeño.

El otro problema que tenía era que soñaba mucho con el Satoru grande. Lo extrañaba demasiado, lo anhelaba en cuerpo y alma, y verlo ahora en su versión de niño sí le causaba ternura, pero al mismo tiempo una ansiedad muy grande porque sentía que los años pasaban muy lento.

Era eterno y agotador esperar que Satoru se hiciera mayor de edad para darle un beso, para dormir juntos, para tener una cita.

Además, tenía sus dudas, aunque no las dijera en voz alta: ¿qué pasaba si Gojo quería experimentar cosas en su adolescencia como un puberto normal? ¿Qué sucedería si Gojo se enamoraba de alguien más? Si se aburriría de esperar a crecer o si sus padres lo sacaban del país.

En once años de espera podían suceder muchas cosas y él no quería privar a Satoru de tener las experiencias de un adolescente normal. Él mismo las tuvo antes de "volver" a conocerlo.

Yuuji había tenido citas, sabía besar, ya no era virgën, se enamoró una vez, tomaba alcohol y había probado el fumar en una oportunidad. Satoru era un bebé de siete años, no podía hacerle esto.

—Vendré cada vez que pueda, te lo prometo.

A Itadori se le olvidaba que Gojo ahorita podría verse como un niño, pero no lo era. Y también como que se le olvidaba que era alguien sumamente inteligente.

—Si quieres relacionarte con personas de tu edad lo entiendo, Yuuji. Es un problema la manera en la que nos hemos reencontrado ahora —dijo subiéndose al sillón que estaba más cerca de la ventana, mirando hacia afuera. Su pequeñito cuerpo temblaba con tensión, destilando frustración desde cara poro.

—Satoru... —Yuuji estaba nervioso "ahora sí metí la pata" pensaba, mientras se acercaba para tomar una de sus manitos— es lo contrario, creo que deberías relacionarte tú con personas de tu edad. Te adoro en tu versión de niño y te amo en tu versión de adulto que ya conocí, pero no quiero privarte de que vivas tus primeras veces esperando a ser mayor de edad para que puedas estar conmigo.

—Mis primeras veces ya las tuve con Suguru en la otra vida —dijo tajante sin voltear a verlo—. En esta solo quiero tenerlas contigo y no me importa esperar, pero parece que a ti sí te afecta mucho. No soy un inconsciente, Yuuji. Sé que estas en la edad de gozar la vida, ve y diviértete. Vive todas las experiencias que quieras vivir, yo también lo haré. Contigo o sin ti.

—Satoru...

—Le voy a decir a mi mamá que me busque otro niñero. Pero espero igualmente verte por aquí de vez en cuando.

—Está bien —aceptó Yuuji con el corazón roto en mil pedacitos—, vendré a verte cada que pueda. Lo prometo.

No era un "hasta nunca" ni un "no te quiero". Ambos acordaron separarse temporalmente por el bien de su propio crecimiento personal y experiencias de vida. Yuuji tenía veinte años y Satoru siete, la brecha era increíblemente enorme.

Satoru se encerró en su habitación por días y Yuuji entró en un periodo de tristeza enorme. Ellos pensaban que no se verían en un buen tiempo, pero la vida les tenía otra cosa preparada.

♥!!

Cuando sea grande, me voy a casar contigo #GOYUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora