Nunca te había visto así

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—¡Así que este eres tú de bebé! —se enternecía Itadori con una foto de Satoru recién nacido en la mano— ¡No puedo creer lo lindo que te ves!

Una tarde que fue a cuidar a Satoru chiquito, los señores Gojo dejaron por descuido un álbum de fotos familiar a la vista y aunque Yuuji no era abusador ni metiche, le ganó la curiosidad y quiso mirar cómo era su niño desde que nació.

Después de ver unas pocas fotos pensó que Satoru era el bebé más hermoso que había visto jamás, ni siquiera en los comerciales salían niños tan lindos y perfectos como él: su cabellito blanco desordenado, cejas casi imperceptibles, pestañas largas y blancas, naricita chiquita, boquita pequeña, cachetes grandotes.

—¡Qué hermoso, Satoru!

Las mejillas de Satoru chiquito se tiñeron tanto que parecían un par de manzanas, siempre bromeaba con que era guapo y precioso, divertido, etcétera de cosas, pero recibir verdaderos halagos de otra persona que no fueran sus padres le daba vergüenza y más si era de su amado Yuuji, que era muy sincero y expresivo al hablar.

—Gracias —respondió bajito.

Pasaron a la siguiente página, encontrándose con otras fotos de Satoru siendo un bebé adorable: acostado en la cuna con ropita azul clara, acompañado por un peluche; otra foto tomando biberón en los brazos de su mamá, que se veía más joven y hermosa; otra riendo con un dientecito a la vista...

—¡Ay! ¡no puedo con lo precioso que eres! —le dijo dándole besitos en el cabello— Me hubiese gustado cargarte así todo chiquito.

—Basta, Yuuji, Harás que me sonroje.

—Ya lo estás.

Se rieron juntos mirando otras fotos bonitas de Satoru bebé: su primer cumpleaños, sus primeros pasos, su primer disfraz de Halloween, idas a cumpleaños de amiguitos, comiendo mango troceado con la boquita sucia de fruta, dormido en los brazos de su mamá...

—Esta vida es más divertida que la anterior —dijo Gojo chiquito con un dejo de tristeza—, en la otra no hice nada de esas cosas. Aunque ya no me acuerdo porque era un bebé, al menos mis papás de esta vida me tomaron muchas fotos para que las pueda ver. Los quiero mucho, son muy buenos conmigo.

—¿Cómo eran tus otros papás?

—La verdad no sé. Me encargué de olvidarme de ellos.

—Lo siento, yo tampoco me acuerdo de los míos. De mi padre, un poco.

Se abrazaron en el sofá, consolándose por la mala suerte de su vida pasada. Satoru chiquito parecía tener ganas de llorar y Yuuji pensó que no iba a permitir eso, así que pasó a la otra página para ver más fotos divertidas.

—¡NO ME ACORDABA DE ESA FOTO! —chilló el niño riéndose descontroladamente. Era una fotografía donde salía con el cabello largo y alborotadísimo, parecía Albert Einstein versión bebé. Yuuji se rio aliviado, no quería que la tarde se convirtiera en un momento triste.

—¡Qué raro que tus papás usen álbumes de fotos todavía! —le dijo Itadori— Ya casi no se usan... pero pensándolo bien gracias a eso pude ver como eras cuando naciste. Nunca te había visto así.

Satoru chiquito estaba guardando el álbum en su sitio, con una sonrisa en el rostro. Pensando que todo aquello era una hermosa casualidad. A fin de cuentas, todo esto también era nuevo para él.

—¡Bueno! —dijo sentándose casi encima de Yuuji, quien estaba buscando que ver en la tele— Yo tampoco te había visto a esta edad que tienes ahora.

—Ah, ¿no?

—Nop —dijo uniendo su naricita con la mejilla izquierda de Yuuji para depositar un besito en ella— ¡Eres hermoso a tus dieciocho! ¡Y eres un universitario muy lindo! ¿te gusta estudiar?

Yuuji estuvo a nada de regañarlo por besarlo sin pedir permiso primero, pero lo pensó mejor y consideró que lo iba a dejar pasar porque hoy se sentía más feliz que nunca.

—No sé cómo explicarlo, me gusta la universidad, pero no me gusta al mismo tiempo.

—¡Qué loco!

Volvieron a reírse, Satoru se acomodó en el sofá con un paquete de galletas de chocolate y Yuuji hizo lo mismo con un tazón de palomitas de maíz. Era hora de ver una película.

Cuando sea grande, me voy a casar contigo #GOYUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora