No le den poderes a este niño

1.6K 272 27
                                    


Los señores Gojo pidieron a Itadori un enorme favor bien remunerado económicamente: cuidar a Satoru y a uno de sus amiguitos, el que estaría en casa por un par de horas. Para Yuuji cuidar a su Satoru chiquito se había convertido en todo un gusto, pero tener que lidiar con otro niño además de su pequeño terremoto no le hacía mucha gracia. Sin embargo, al leer la cantidad ofrecida, lo aceptó. Era universitario y pobre.

Al llegar a la casa de los Gojo, Yuuji suspiró con alivio al ver que el "otro amiguito" de Satoru al que debía cuidar era el niño que había cumplido años hace poco, el de la fiesta de Goku. ¡Qué bueno! Porque era tranquilo y relativamente callado, no sufriría mucho con él.

—Niños, ¿qué quieren cenar? —Itadori tenía que comportarse como un niñero normal, hoy Satoru estaba acompañado y no podían estarse diciendo "mi bebé" "mi amor" "mi alma gemela" etcétera de cosas cursis que solían decirse cuando estaban a solas.

—Nuggets con papitas —dijo Satoru sin voltear a mirar. Estaban sentados Geto y Gojo en el gran sofá, mirando Shingeki No Kyojin, los capítulos finales.

—¡Yo quiero pizza! —suplicó Suguru a su amiguito.

—¡Que sea pizza entonces, señor Yuuji! La de la tienda Kaisen, que trae rollitos de canela y una Coca Cola.

Itadori se rio para sus adentros, desde hacía tiempo Gojo chiquito no le decía "señor".

—¡De acuerdo, chicos! —Itadori abrió la app de comida, buscando ofertas cuando Suguru volvió a hablar.

—Oh... yo quería de las pizzas del súper y un helado de maracuyá.

—Yuuji, ¿podemos ir al súper? —preguntó Satoru poniéndose los zapatitos, listo para salir.

—Tu mamá no me dio permiso para que salgamos, creo que no se va a poder.

—Es que Suguru quiere de esas...—un puchero apareció en su carita.

—Vamos a pedir por delivery y otro día comemos las del súper, ¿está bien? —"un niño mimado y otro antojoso" pensaba Itadori con una sonrisa cansada en el rostro "esto no va a estar fácil, y eso que acabo de llegar. Además, ¿desde cuándo Satoru sede tan fácilmente ante los caprichos de otro?"

Los niños seguían mirando su anime, mientras Yuuji recogía un poco el desorden y esperaba el pedido. Los vio de reojo y se dio cuenta que estaban sentados bastante cómodos y con las cabecitas apoyadas juntas.

Con tanta cosa y tantas emociones, sueños, recuerdos y deberes de la universidad, Yuuji se dio cuenta que nunca le había preguntado a Satoru por el niño del cumpleaños de Goku. Ya sabía quiénes eran Shoko, Mei Mei, Haibara, Nanami y Fushiguro, pero este niño ¿quién era?

—¡Es hora de bañarse! Apresúrense antes de que llegue la pizza o no les dejo —bromeó Yuuji sacándoles la lengua. Satoru ni siquiera pausó el anime, salió corriendo a la tina gritando algo como "nooo mi comida está en peligro", muerto de la risa. Suguru se limitó a sonreír, levantándose pausadamente.

Era un niño muy lindo: ojos violetas, cabello oscuro, sonrisa bonita y tranquilo. Seguro había sido compañero de estudios en aquella vida anterior. Igualmente, luego le preguntaría, Satoru amaba hablar de su vida pasada.

Perdido en sus pensamientos, se dio cuenta que Geto le estaba mirando con ojos curiosos.

—¿Pasa algo, Suguru?

—Es que a ti no te conozco, ¿Quién eres?

—¡Oh! Hmm... —¿qué decirle? ¿el niñero en turno? ¿un alumno de Satoru de la vida anterior? ¿un amigo? ¿la persona con la que se casó en secreto? Yuuji miró nervioso al televisor buscando desviar su mirada de los ojitos bonitos del niño. Eren y Armin estaban sentados sobre un charco de sangre enorme, sobre los restos de la humanidad. Volvió a mirar a Suguru —... soy un alumno de la escuela de Jujutsu y tú, ¿Quién eres?

"Así que siempre estaremos juntos, Eren. En el infierno"

—Sabes, yo también quise eliminar a la humanidad. Incluso maté a mis padres —dijo mirando la tele—. Por eso nos peleamos, pero él era muy importante para mí. Era mi mejor amigo.

Aunque Geto chiquito le dedicó una sonrisa con ojos amables, Yuuji sintió unos nervios en el estómago que lo hicieron temblar. Getito era muy lindo, pero algo en su sonrisa dejaba claro que sí era capaz de eliminar al 80 % de las personas en la tierra.

—¡¿POR QUÉ NO LE DICES LA VERDAD?! —gritó de manera bromista Satoru chiquito, saliendo del baño cubierto por una toalla de dinosaurios— ¡ERAS MI NOVIO! ¿ME VAS A NEGAR, SUGURU? ¡QUÉ DOLOR! —siguió diciendo, posando una de sus manos en la frente dramatizando un falso desmayo.

Yuuji se rio, tomando una toalla para ayudar a Satoru a secarse mientras que Geto negaba con la cabeza, riéndose y diciendo que nunca dejaría de ser un dramático.

—Ahorita estoy con Yuuji —le dijo abrazando a su niñero, enterrando la carita en su pecho—, pero no sería capaz de negarte porque también eras mi mejor amigo del mundo mundial, ¡me hieres!

—Ja, ja, ja. No es eso, Satoru. Y hablando de relaciones... ¡en esta vida me voy a casar con Shoko!

—¿¡QUE!?

—Sí, sí. ¡La quiero mucho! ¿ya viste lo linda que es?

—Buena suerte con eso, te aviso desde ya que Shoko de grande es una borracha.

Los tres rieron tan fuerte que no escucharon el timbre: la pizza había llegado.

Yuuji se sentó entre los dos niños para cenar, Satoru lo abrazaba de un lado y Suguru del otro. Comieron casi hipnotizados con los ojos en la tele: repitieron la batalla final contra el retumbar de Eren, Levi Ackerman volando entre todo aquel humo, majestuoso, hermoso y fuerte, Mikasa usando la bufanda de Eren, entrando en el titán... estaban los tres callados comiendo rápido de lo emocionante de toda aquella escena, hasta que Satoru se puso a llorar.

—Perdóname, Suguru. También tuve que matarte —daba pena de ver, sus ojitos llenos de lágrimas y los moquitos salían de su naricita perfecta. Entre tiernos hipidos le rogaba perdón a su amiguito.

—¡Ouh! ¡No pasa nada! Solo tu podías hacerlo, estuvo bien para mi... ¿Qué tal si nos damos un abrazo grupal?

Después de un abrazo de tres que duró un par de minutos, Yuuji se animó a ofrecerles helado. Ahora los tres comían gustosos el postre mientras discutían con quien se había casado Mikasa. Al rato, los papás de Suguru fueron a buscarlo, dejando a solas a Itadori con Satoru chiquito.

—No me habías contado que tenías un novio —reclamó falsamente Yuuji en un intento de hacer una broma. Satoru se acurrucó en sus piernas, riéndose.

—¡Ay! ¡eso fue hace mucho, tú ni habías nacido!

—¡No exageres! ¡Claro que ya había nacido!

—¡Ay, sí! ¡En esa época ya te comías los mocos! —atacó Satoru, haciéndole cosquillitas en la panza, en el cuello, en los brazos. Yuuji se protegía de aquellas manitos chiquitas pero rápidas hasta que lloró de la risa.

Estar con Satoru era muy divertido, se sentía tan bien, era un niño precioso y sentimental que le daba paz, amor, seguridad, su corazón se hacía liviano cuando estaban juntos. Le dio besitos en la cabellera blanca, ansioso y rogando al cielo que los años pasaran rápido, porque ya se lo quería comer a besos de verdad. 

Cuando sea grande, me voy a casar contigo #GOYUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora