Capitulo 6.

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Hailey

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Hailey.

Despertar en una cama de campamento se había vuelto más habitual de lo que jamás había sido en mi vida. No me encantaba acampar, aunque es una aventura, no es una cómoda.

Mi sueño fue un collage de pesadillas y recuerdos entrelazados, como si mi mente intentara reconstruir las piezas de la historia rota. Me giro en el colchón, estiro las piernas y me abrazo a ellas, sintiendo un nudo en el estómago que no se disuelve con el despertar. Acaricio suavemente mi pierna herida, la gruesa cicatriz que se está formando en ella indica solo que mi lobo ha desaparecido por completo.

Pero, ¿murió? No, se que no. Y no se por que no puedo sentirlo. ¿El me abandonó?

Las mismas preguntas que me atormentan cuando estoy despierta vuelven a aparecer en mi mente. La más persistente de todas: ¿Qué pasó con el viejo Ed y todos los sirvientes que me ayudaron a escapar? La imagen de lo que pudo pasarles, sigue apareciendo en mi mente, una y otra vez, no lo vi, pero puedo imaginarlo. La preocupación por su destino me ahoga, un peso que no se aligera con nada.

¿A donde dijo que iban a ir? Exiled Moon, al norte de los reinos me recuerda mi subconsciente. Suspiro, ¿como llegaré hasta allá? Estoy muy lejos.

— ¿Estas bien? — la voz de Caleb me saca de mis pensamientos de manera abrupta. Me giro hacia él lentamente, cuidando las heridas que aún me duelen. Sonrió hacia mi. — Buenos días pequeña.

— Buenos días — saludo mientras intento esbozar una sonrisa.

Caleb y yo compartimos su carpa, ya que no hay una extra y definitivamente no quería compartir con los chicos, o con Abel y Jo. Caleb duerme de el lado derecho de la carpa y yo del izquierdo, nuestros delgados colchones están bastante separados pero no lo suficiente para que no note que Caleb tiene más tiempo despierto que yo.

— ¿Que tal dormiste? — pregunta mientras se acomoda para apoyar la cabeza en su mano y verme con una sonrisa.

Es tan guapo.

— Bastante bien — respondo. La realidad es que me siento más inquieta ahora que antes de dormir. — ¿Que hay de ti?.

— Bien — responde con desinterés .— ¿Quieres ir a caminar antes de que se levanten todos?.

Asiento rápidamente mientras me comienzo a poner de pie para buscar mis zapatos. Caleb hace lo mismo.

He perdido la cuenta de los días que llevo acampando en el bosque de el territorio humano, aunque debo admitir que los bosques de este territorio parecen ser exactamente los mismos que los de los reinos de la Luna. Es exactamente la misma tierra, los mismos animales para cazar, la misma agua para beber. Tanto se habla de que nuestra tierra es sagrada y única... que uno lo cree.

Salimos de nuestra carpa, la brisa fría otoñal me golpea el rostro, tomo ambos extremos de la capa de piel que me cubre la espalda y me envuelvo en ella. Miro a mi lado, Caleb no parece tener frío a pesar de que solo lleva ropa de lino ligero encima. Miro alrededor, notando las demás carpas aún en obscurifad y silencio total, preguntándome cómo puede alguien tan joven estar tan integrado en este estilo de vida nómada. ¿Cuánto tiempo llevan viviendo así?.

Desterrada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora