Capítulo 3.

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Hailey.

El aire fresco de el día aún llevaba el eco de la última pelea. Mis músculos estaban tensos y mi cabeza amenazaba con una migraña, pero había una satisfacción latente en cada paso que daba que me hacía sonreír como tonta mientras caminaba detrás de mis amigos.

Había vencido a Cameron frente a los miembros de el comité de justicia, puse mi valía en prueba frente a todos, algo que nunca creí posible que pudiese suceder. Todos los años de estudio y entrenamiento me habían preparado solo para ese momento de mi vida.

Blair caminaba delante de nosotros, su cabello castaño y liso brillando bajo la luz tenue mientras susurraba instrucciones poco entendibles.

Algo curioso de la casa manada de New Moon es que estaba llena de pasadizos secretos que llevaban a cada habitación principal de el gran castillo de piedra.

Estábamos frente a la entrada oculta que conectaba el patio de entrenamiento al almacén de vinos de el Alfa y después a la biblioteca principal de el castillo, donde solíamos pasar el tiempo libre casi siempre. Sobre todo cuando nuestras acciones eran legales. Respire profundo la última bocanada de aire fresco antes de sumergirme en los túneles de el castillo.

Dentro de ellos el aire se sentía denso y lleno de polvo, era estrecho, teníamos que ir uno detrás de el otro, Cameron incluso debía caminar encorvado para poder hacerlo más rápido. Usé la luz de la lámpara de gas para seguir a Blair por los estrechos corredores. Los muros a nuestro alrededor parecían cerrarse con cada paso, y el crujido bajo nuestras botas se amplificaba en la oscuridad.

Cameron iba delante de mí, su linterna rebotando en las paredes de piedra. Su expresión parecía molesta y ciertamente lo estaba, no me creía eso de que no le molestaba perder así frente a una chica.

— Lo que yo no entiendo — comenzó a hablar, rodé los ojos sabiendo lo que se venía. Un gran discurso de cómo hice trampa, probablemente. — , es cómo Blair ha podido seguir robando cosas de su padre sin que la atrapen, es decir, velas aromáticas para la choza, varios barriles de vino, y muy buen vino, la plata, el oro...

Vaya, si que soy egocéntrica.

— Mi padre tiene demasiadas cosas — alza los hombros Blair. — . Ni siquiera el sabe cuantas, así que no nota para nada lo que falta.

— ¿Pero que tal su chismoso mayordomo? ¿O el cocinero? Ese cocinero es un chismoso — susurró él, con una sonrisa irónica que pude sentir más que ver. Fruncí el seño en automático al escuchar como se refería al viejo Ed. — Seguro que un día nos encontrará aquí, irá a chismearle a tu padre y el nos colgará a los tres.

— No puede, soy su heredera — respondió Blair con una sonrisa. Su paso era ligero, casi despreocupado, siempre había sido la rebelde entre nosotros, desafiando a su padre con una gracia que parecía inquebrantable. Yo no podía evitar admirarla por eso. — . Y en cuanto a Ed, nos atrapará si no te callas la maldita boca, ¿de acuerdo?.

Cameron rodó los ojos y siguió caminando con molestia, por fin salimos al pasillo en donde estaba el almacén de vinos. Respire profundo sintiendo el aire fresco inundar mis pulmones.

Blair camino decidida hacia la puerta, y fue en ese momento en que por fin sentí el nudo en mi estómago comenzar a crecer alimentado por mis nervios. Trague saliva y me acerqué más.

— No estoy segura de esto — admití mientras veía a Blair comenzar a forjar la cerradura.

— Esta es la manera de festejar una victoria, TÚ victoria — responde Blair, su sonrisa brilla con travesura mientras continúa moviendo hábilmente el pequeño palillo de fierro. Cameron la miraba de cerca, con esa expresión habitual de arrogancia y valentía.

Desterrada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora