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-James Haynes y Keily Harris.

Era como si hubiera estallado una bomba. Me zumbaban los oídos... Apenas podía oír, como si tuviera la cabeza sumergida bajo el agua. Pero podía ver perfectamente. Podía ver las miradas y las risitas de la multitud. Podía sentir el peso de su juicio.

Mi corazón martilleaba en mi pecho mientras luchaba por mantener la compostura, pero la vergüenza y la humillación amenazaban con abrumarme. Se me saltaban las lágrimas. En cualquier momento se me iban a derramar.

No pude detenerlas.

Las luces me cegaron. O tal vez era el agua en mis ojos. Tenía el pecho tan apretado que no podía respirar. James y yo realmente habíamos terminado en último lugar.

Deseaba morirme.

Mientras escudriñaba a la multitud, mis ojos se posaron en Chad. Se estaba partiendo de risa. Supongo que ya no le importaban las falsas sutilezas.

Sentía como si el suelo se hubiera caído debajo de mí. Apenas podía mantenerme en pie.

Cada risa, cada dedo señalado, se sentía como un golpe a mi ya frágil ego. Podía sentir el calor subiendo por mis mejillas, las cálidas lágrimas derramándose por mis ojos. Me sentía como si estuviera desnuda ante el mundo entero.

Me di la vuelta para salir corriendo del estúpido escenario.

Pero James me agarró la mano. Me agarró fuerte. No podría soltarme aunque quisiera. Me dio un apretón tranquilizador en la mano, avanzó hacia el centro del escenario y le quitó el micrófono al señor Crones.

Este chico no tenía miedo.

-¡Escuchad! -su voz se abrió paso entre las risitas, llamando la atención. Tengo algo que decir, y quiero que todos los presentes lo oigan alto y claro.

La charla se apagó, sustituida por un curioso silencio, mientras todos los ojos se volvían hacia James, esperando con ansiedad sus palabras.

¿Qué iba a decir? Sabía que James intentaría mejorarlo, como hacía con todo. ¿Pero podría? Era una situación imposible y no veía a nadie arreglándola. Sin embargo, verlo allí de pie, para mí, hizo que mi corazón se sintiera más ligero.

-Amo a Keily-declaró. Su voz era inquebrantable, llena de una convicción que no dejaba lugar a dudas. La amo con cada fibra de mi ser, con cada latido de mi corazón. Y no permitiré que nadie le falte al respeto, ni ahora ni nunca.

Sus palabras flotaban en el aire, cargadas de emoción. Sostuvo la mirada de cada uno de los presentes, retando a cualquiera a desafiar su declaración de amor.

Era muy valiente.

-Si alguien aquí tiene un problema con eso continuó, su voz subiendo con determinación que me lo diga a la cara. Porque no toleraré más de esta mierda.

La sala se llenó de una tensión palpable, el peso de las palabras de James flotaba en el aire. Por un momento, se hizo el silencio, mientras la multitud procesaba su apasionada declaración.

James hizo que mi corazón se derritiera.

Entonces, para mi sorpresa, sonó la voz de Chad: -Lo dices porque te da pena.

Supongo que realmente había terminado con su fachada.

No pasé por alto la mirada de dolor y traición que cruzó el rostro de James. James apretó la mandíbula y su mano rodeó la mía.

-Lo digo porque es la verdad -replicó con voz firme.

Se miraron a los ojos. Pero entonces James se volvió hacia mí. Te amo, Keily.

La Gran keily 2>>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora