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Estaba nerviosa.

Sabía que no debía estarlo, porque había trabajado mucho en esta tarea. Sin embargo, me sudaban las palmas de las manos.

Estaba en clase de Inglés y James se sentó a mi lado. Se había quedado callado. También estaba nervioso, aunque no lo admitía en voz alta.

Me di cuenta de que me preocupaba más su nota que la mía.

El señor Crones se paseó por el aula, devolviendo las tareas calificadas.

Me sequé las manos en los pantalones.

Me pusieron el examen delante.

Inmediatamente, miré la nota, escrita en rojo, en la primera página. Había aprobado. Y con nota.

James debía de estar observándome porque me dijo: Sabía que lo harías bien.

¡Gracias! le dije.

Cada brillante calificación me acercaba un paso más a mis sueños, solidificando mi camino hacia los prestigiosos salones del MIT.

Vi cómo el señor Crones le entregaba el examen a James con un movimiento de cabeza decepcionado.

Una punzada de preocupación tiró de mi fibra sensible. La cara de James se descompuso y cerró los puños sobre la mesa. Miré su nota y me di cuenta de que había suspendido.

¡Oh, no!

Me dolía el corazón por él al ver cómo luchaba por asimilar sus notas. Sabía que había estado concentrado en el fútbol y no había tenido tiempo suficiente para centrarse en esta tarea.

-No pasa nada-dije, sabiendo que no era así.

-No está bien, Keily replicó James, con la voz teñida de frustración. No voy a conseguir entrar en el MIT, ¿verdad?

-No pierdas la esperanza -le insté.

-Estoy perdiendo la esperanza -admitió James, con un tono de resignación. Esta tarea era tan importante...

-Pero tenías que practicar fútbol para el partido contra Pinewood-señalé.

-Lo sé sus hombros se hundieron-. Pensé que podía hacerlo todo, pero quizá me equivoqué.

Metió el papel en la mochila y se levantó.

-Y ni siquiera puedo quedarme para hablar de ello, porque tengo entrenamiento de fútbol. Lo siento-dijo James.

-No tienes por qué disculparte -le aseguré, apretándole la mano en señal de apoyo.

Pero James sólo me ofreció una sonrisa triste antes de salir del aula.

¿Qué podía hacer? Tenía que haber una forma de ayudar a James.

Esta tarea había sido importante y James necesitaba una nota mejor. Si lo hubiera hecho mejor, podría haber obtenido un puntaje lo suficientemente alto para el MIT.

El señor Crones había terminado de repartir los exámenes.

Mi mano se disparó al aire.

-Disculpe, señor Crones-le dije.

Se acercó a mí con una cálida sonrisa. Estaba claro que yo era una alumna estrella y le caía muy bien. Pero no se trataba de mí.

-¿Sí, Keily? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

-Me preguntaba si hay alguna tarea especial para obtener créditos extra-pregunté. Para aquellos que puedan necesitar un pequeño empujón.

El señor Crones frunció el ceño, confundido. -Pero Keily, tus notas ya son excelentes. No necesitas créditos extra.

La Gran keily 2>>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora