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Chad nos estaba esperando. Sus ojos se entrecerraron al vernos acercarnos a James y a mi.

Su postura estaba tensa por la expectación. Sentí cómo James me apretaba la mano.

Quería salir corriendo, pero esos tacones altos y el vestido me lo pondrían difícil. Además, con James a mi lado, no necesitaba tener miedo.

No necesitaba correr. En lugar de huir, caminé hacia Chad. Había terminado de dejar que este imbécil me intimidara.

-Chad-dijo James, con voz firme a pesar de la tensión que crepitaba en el aire. ¿Qué estás haciendo aquí?

Los labios de Chad se curvaron en una mueca de desprecio cuando se enderezó y se bajó del coche con una despreocupación que me hizo hervir la sangre. Sin embargo, por debajo de su despreocupación, vi el ligero temblor de sus manos y el brillo de sus ojos.

Le importaba mucho. Pensé que tú y yo deberíamos hablar le dijo Chad a James, ignorándome.

¿Hablar? ¿Después de lo que dijiste ahí dentro? -James señaló el gimnasio. ¡Ni siquiera sabía que no aprobabas mi relación con Keily!

-¡Nadie la aprueba!

-¡No tiene nada que ver con nadie!

Sus voces se hicieron más fuertes por la emoción. La expresión de Chad se ensombreció y sus ojos se entrecerraron al mirar hacia abajo y fijarse en los fajines que cubrían mis hombros y los de James.

Su mueca de desprecio vaciló por un momento, sustituida por un destello de sorpresa, antes de volver a su máscara de desdén. -¿Qué es esto? -se burló, señalando las fajas con una mueca burlona. ¿Una especie de fiesta de compasión para los perdedores?

James apretó la mandíbula y me agarró la mano casi imperceptiblemente mientras luchaba por mantener la compostura. Podía ver la rabia hirviendo a fuego lento bajo la superficie, una energía volátil a punto de estallar en cualquier momento.

Chad me fulminó con la mirada. -¿Cómo puedes siquiera mirarme después de todas las cosas que me has dicho y hecho? -solté, con la voz temblorosa mientras las palabras salían de mis labios, impulsadas por una oleada de frustración y dolor que había estado acumulando en mi interior durante demasiado tiempo.

Las cejas de James se fruncieron confundidas, sus ojos buscaron los míos en busca de respuestas. ¿Qué cosas? ¿De qué estás hablando? -preguntó, con un tono de preocupación, y su mano se estrechó alrededor de la mía en un gesto silencioso de apoyo.

Dudé. No quería hablar mal de Chad. Pero tampoco quería seguir ocultándole secretos a James.

Cuando me encontré con la mirada de James, el peso de su apoyo inquebrantable me dio el valor para decir mi verdad, para dejar al descubierto el dolor que había estado supurando bajo la superficie durante demasiado tiempo. -Me ha estado acosando confesé. Las palabras pesaban en mi lengua mientras luchaba por mantener la voz firme. Cada vez que puede, me insulta, se burla de mi peso y me dice que no soy lo bastante buena para ti.

Las palabras flotaron en el aire mientras James procesaba la gravedad de mi revelación. Por un momento, se hizo el silencio, sólo roto por los sonidos distantes de la noche; los murmullos de la multitud se desvanecían en el fondo mientras el peso de nuestra conversación flotaba en el aire.

Entonces, sin previo aviso, James me soltó la mano y se volvió hacia Chad. Su expresión era oscura de ira, sus puños apretados a los lados mientras se enfrentaba a su amigo de frente. ¿Es verdad? -me preguntó con voz grave y peligrosa.

Chad abrió los ojos, sorprendido. Su bravuconería habitual vaciló ante la feroz mirada de James. Por un momento, pareció plantearse negarlo, desviar la culpa hacia otra persona, pero entonces la verdad brotó de sus labios en una confesión a regañadientes.

La Gran keily 2>>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora