Tenía que hablar con el padre de James. En la puerta de la casa de James, un nudo de nervios me apretó el estómago.
La decisión de enfrentarme al padre llevaba gestándose en mi mente desde ayer. Estaba alimentada por mi creciente preocupación por el bienestar de James.
Sabía que James y su padre no podían mantener una conversación sin que se convirtiera en una discusión. La tensa relación entre James y su padre no era ningún secreto.
En la cena, su conversación había terminado en una pelea, dejando a ambas partes frustradas y heridas. Sin embargo, no podía quedarme de brazos cruzados mientras James seguía agotándose, haciendo malabarismos con las exigencias del fútbol, la escuela y las expectativas de su padre.
Tenía que hacer algo. Respiré hondo y recordé mis intenciones.
No estaba aquí para causar problemas o provocar conflictos. Estaba aquí porque me preocupaba por James, porque no podía soportar verlo sufrir bajo el peso de sus responsabilidades.
Había llegado hasta su casa y ahora miraba el timbre. Pero al alargar la mano para tocarlo, me invadió una oleada de incertidumbre.
¿Me escucharía siquiera el señor Haynes? ¿Me vería como una intrusa, entrometiéndome en asuntos que no eran míos?
Dudé, con el dedo sobre el timbre. ¿Debería llamarlo?
¿Debería irme? Consideré la posibilidad de dar media vuelta y marcharme, dejando a James solo en su lucha.
Pero entonces, la imagen de su rostro exhausto pasó ante mis ojos y mi determinación se solidificó. Respiré hondo.
Entonces lo dejé salir de nuevo. Vale, esto era estúpido. No podía aparecer sin avisar.
No tenía ninguna relación con el señor Haynes y si hablaba con él, sólo empeoraría las cosas. James era el que debía hablar con él, no yo.
Cuando me daba la vuelta para marcharme, el sonido de un coche que se acercaba llamó mi atención. Vi cómo la madre de James entraba en la casa en su elegante Audi.
Me había visto, ¿verdad? Vale, ya no había escapatoria.
Dudé, sin saber qué hacer a continuación. Antes de que pudiera tomar una decisión, la puerta del coche se abrió y salió la madre de James, con una cálida sonrisa iluminando sus facciones.
-¡Keily! -gritó, con su voz a través de la calzada. ¡Qué agradable sorpresa! Entra, querida.
Sintiéndome algo avergonzada, me acerqué a ella, ofreciéndole a cambio una sonrisa vacilante. -Hola, señora Haynes -saludé.
Desechó mi formalidad con un gesto desdeñoso. Oh, nada de esas tonterías de «señora Haynes>> ahora que estamos solas las chicas se rio entre dientes. Llámame Sarah. Vamos, entra. Estaba a punto de preparar té. ¿Te gustaría acompañarme?
Su actitud despreocupada me tranquilizó un poco y asentí con la cabeza. -Claro, gracias -respondí, y me puse a su lado mientras nos dirigíamos a la puerta principal.
Cuando entramos en la casa, el entorno familiar me reconfortó un poco. Pero mientras Sarah se afanaba en la cocina preparando el té, no pude evitar la sensación de inquietud que flotaba en el aire.
Me moví nerviosa, con las manos retorciéndose en mi regazo mientras esperaba a que Sarah regresara. Nunca había estado a solas con ella, y la idea me hacía sentir extrañamente cohibida.
Me recordé a mí misma que yo le gustaba. O, al menos, creía que sí.
Cuando Sarah salió por fin de la cocina, llevaba una bandeja con té y galletas en la mano. Se sentó frente a mí y cogí una galleta.
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La Gran keily 2>>>
Teen Fictionsegunda parte de la gran keily, espero la disfruten! adaptación a wattpad. * Esta historia no es de mi propiedad, no soy escritora.