꒦꒷Capitulo 3꒷꒦

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Debería haber sido ilegal no lanzarme a los brazos de alguien como Jason y en cambio seguir en los de alguien como Allan. Igualmente, ya estaría en la cárcel por una o más cosas distintas, así que agregar otra a la lista no era gran cosa.

Me dirigí a los dormitorios de enfrente, preguntándome dónde es que dormiría Jason; si su cuarto sería como el de los demás. Toqué la puerta y a los pocos minutos dos brazos me apresaron a un lado de esta. Allan me miraba demasiado cerca, me reflejaba en sus ojos oscuros. Sonrió y apareció el hoyuelo que en otra vida habría sido parte de mis sueños y no de mis pesadillas.

—Debería hacerte un chequeo —dijo en voz baja, como si fuera un secreto o algo que solamente entendería con aquella calma que emanó de su tono.

Una de sus manos dejó encargada mi muñeca derecha en su otra mano, para que la primera fuera con total libertad a mi rostro. No me moví. Solo lo observaba, mirándome con esa intensidad y acariciando lentamente mi piel. Pasó sus dedos contorneando mi mandíbula, acarició mi cuello y bajó hasta mi escote, todo esto sin quitar los ojos de los míos. Después se ayudó con los labios. La humedad de su boca examinó mis senos, bajó hasta mi abdomen y mientras sus manos me apretaban con cierta fuerza, se deleitaba con el sabor de mi cuerpo, aún por encima de la ropa.

Solté una exhalación cuando descubrió mi abdomen y su lengua tuvo contacto con mi piel desnuda, mis dedos se deslizaron entre su cabello y me arqueé contra la pared. Allan sabía que había comenzado a disfrutarlo, es por eso que lo detuvo.

Con la misma fuerza con la que yo lo empujaba al apresar mis manos él me soltó.

Me quedé acalorada, jadeando contra la pared. Cuando retomé el aire necesario le dirigí de vuelta la mirada con la que él me veía. Cualquiera que nos hubiera visto en ese momento creería que quisiéramos matarnos el uno al otro.

No sabría qué tan lejos estaba de la realidad.

—Estás limpia —anunció. De un movimiento fuerte recogió sus llaves—. Llevemos la fiesta en paz, ¿sí? —Apretó mi barbilla y sentí arder mi piel—. Cambia esa cara.

Salí detrás de él y caminamos sin hablar hasta encontrarnos entre los pasillos de la escuela, su mano sobre la mía en todo momento. Vi a Ruby en su casillero y nos acercamos a ella.

—Ruby —pronuncié para llamar su atención. Sus ojos castaños se deslizaron de mi a mi compañía—. Él es Allan, mi novio. Cariño, ella es Ruby. Con quien comparto habitación y la mayoría de las clases.

Le sonreí cálidamente y Allan plantó un beso en mi coronilla, entonces le estrechó la mano a Ruby y comenzaron a hablar sobre los estudios y cosas que no escuché al centrarme en los pelirrojos que caminaban hacia nosotros. Notaron la presencia de Allan antes de detenerse enfrente nuestro, mientras Jenn lo saludaba y se presentaban, sentí la mirada de Jason sobre mí.

—¿Saben dónde está Isaac? —cuestionó Ruby—. Quería felicitarlo, pero no lo he visto.

Allan me tomó de la muñeca y me abstuve de arrancarla de un jalón, me alejó mientras mis amigos hablaban de cosas que ya no llegué a escuchar, mi querido novio quería toda mi atención.

—No me agradan mucho —farfulló y me llevó tras de sí.

—¿A dónde vamos? Falta poco para mi clase —reclamé sin ánimos de pelear, pero tampoco de seguirlo.

—Solo necesito tomar aire, ¿sí? Relájate.

Giré los ojos y me dio un leve empujón para que saliera cuando sostuvo la puerta. El sol estaba posándose en su punto más alto y una ligera brisa me removió apenas el cabello. Me agradaba el lugar, comenzaba a gustarme la gente, pero no estar con Allan. Como había dicho y pensaba con frecuencia, tenía que hacer algo al respecto para que mi estadía fuera más llevadera, solo que aún no sabía qué o cómo. Allan siempre complicaba las cosas.

Obsesiones pelirrojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora