Jenn

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Meses atrás

Papá nunca había creído en el destino.

Las casualidades para él no existían. Solía decir que no eran más que una pérdida de tiempo, porque pensar en que alguien más que nosotros tenía algún poder sobre nuestra vida era ridículo.

Para él solo éramos los Collins los que mandábamos.

Crecí con esa idea. Me había pasado casi diecinueve años de mi vida creyendo las palabras de mi padre porque era todo lo que conocía.

Hasta que te conocí a ti.

Entonces creí en el destino, en las casualidades o en cualquier cosa que te hubiera llevado hasta ahí: el mismo pasillo donde estaba, en la misma escuela donde estudiaba; aún con el curso iniciado habías llegado ahí, al mismo sitio que yo. Hablando con el director que a papá nunca le cayó bien. Había bromeado con matarlo un par de veces y yo solo me reía a su lado, intentando diferenciar las veces en que bromeaba de las que lo decía en serio.

Intenté pasar desapercibida al cruzar del baño hacia el aula donde estaba, de reojo te vi acariciar tu cabello bicolor y comenzar a jugar con el lóbulo de tu oreja. Volví a mi asiento al mismo tiempo en que Martín salió junto a una profesora, no tuve que pensar demasiado en lo que estaba pasando: salí en el momento incorrecto. Se llevaron a Martín para que fuera junto a ti, en vez de a mí.

Esa idea revoloteo en mi mente lo que restó de la clase, mis nudillos terminaron blancos de lo mucho que apreté los puños esa última hora.

No desperdicié ni un momento, algo como eso no tuvo que haber sucedido, así que me aseguraría que no volviera a pasar. Al día siguiente ya sabía tu nombre, gustos, familiares e incluso conocí algo que me llenó de un sabor amargo la boca: tu novio.

Aunque era la que mejor controlaba las emociones de nosotros dos, a veces me permitía ser frágil cuando Jason no estaba, como en esa ocasión, que se había ido sumamente temprano sin avisar. Me decidí por hacer una locura, que era totalmente necesaria, si no, no hubiera estado dando vueltas en mi cabeza desde la noche anterior.

Llegué directa al despacho del director, colándome solo rápidamente para echar un vistazo a tu horario, llevándome la grata sorpresa de que estaba perfecto. Había pensado en meterte en algún club o cambiar solo un par de clases para que coincidiéramos, pero ver aquella pantalla donde era tu nombre el que resaltaba, me hizo reforzar la nueva creencia que desarrollé nada más verte: el destino estaba de mi lado.

El destino nos quería juntas.

Fue por eso que tuve que usar todo mi autocontrol cuando entré al aula, sabiendo que tu estabas en alguna parte. No te busqué, no fui directa a ti. Me controlé, como sabía hacerlo y en cambio me acerqué a Ruby, quien había notado hizo buena relación contigo desde el principio.

—¿Te apetece salir? —mencioné sin más, mientras jugaba con uno de sus cojines. No tenía la certeza de que Ruby te invitaría, pero claro que aceptaría. Ya tenía un paso de dos completado y apenas empezaba a jugar.

Ella aceptó y bastó solo un encuentro casual contigo para que Ruby me preguntara si podía invitarte. Mi corazón saltó dentro de mi pecho y la única reacción física que demostré fue el esbozo de una sonrisa.

Mis ánimos casi caen por el suelo cuando Jason me llamó y me enteré de lo de Martín. Llegar al departamento para ver su estado fue lo que casi me hace explotar, aún así escuché lo poco que tuvo para decirme. No sabía si quería saber sus razones, sería algo que pensaría después, ahora estaba centrada en cosas mejores.

Lo único que hice fue ayudarlo, como siempre lo hacía. Limpiamos su sangre sin dejar rastro e hice uso de mis conocimientos, que gracias a papá había obtenido, para mantener a Martín drogado y tranquilo. Un incidente como ese no podía volver a suceder.

Obsesiones pelirrojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora