Jason

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Meses atrás

—Todo está bien, te lo aseguro —le dije a mi padre por llamada. Su voz siempre había sido el perfecto equilibrio entre sonar tensa y firme, y calmada y suave. Pensé en que era justo así como éramos Jenn y yo.

Al colgar bajé las escaleras de dónde se encontraba nuestro dormitorio. El aire frío y fresco golpeó mi rostro al instante, caminé hasta el edificio principal, pensando en cómo había sido la experiencia de papá, cuando él también estudió aquí, hace ya un par de décadas.

Me detuve de golpe, el aire abandonó mis pulmones y dejé de pensar.

¿Alguna vez han visto a alguien que les resulta incapaz de olvidar?

Sin saber por qué.

Quizás era la forma en la que caminaba, jugando con el lóbulo de su oreja, yendo detrás del director. O la manera en la que acomodó su cabello bicolor. La forma en la que se esforzaba por no parecer tan confiada, como si fuera algo que debía hacer.

No sabes el motivo, pero al cruzarte con sus ojos verdes y tener la necesidad de contar las pocas y diminutas pecas sobre su nariz, lo entiendes. De alguna manera hay un susurro en tu mente que lo entiende. Ese que constantemente aparece, una y otra vez. Susurrando, a veces gritando, a veces murmurando cosas sin sentido. Como algo obsesivo que solo ronda y ronda tu cabeza sin poder desaparecer, tal como el estribillo de una canción en la madrugada.

Eso fue lo que sentí cuando te vi y entonces caminé, siguiéndote, notando que tu padre solía mirarte de soslayo, mientras que tú siempre mantenías la vista al frente. Los seguí por los pasillos, unos cuantos metros por detrás, hasta que llegaste a la oficina del director y entonces no pude ver más.

Al día siguiente regresaste, a la misma hora. Esta vez el director esbozaba una sonrisa al recibirte, seguramente por el dinero de tu padre, ¿no es así? Leroy Stevens, con un buen puesto en la compañía para la que trabajaba, abiertamente homosexual después del divorcio con tu madre, ahora felizmente casado con su esposo, Eddie López, de quien resultaba ser su gerente.

Con solo verlos ese par de veces llegué a la conclusión de que tu padre no estaba muy presente en tu vida y cuando intentaba serlo tu no accedías con facilidad. Eras rencorosa, pero con razón. También debía de tener algo que ver con la muerte de tu madre, tenía apenas un año, así que era reciente.

Cuando me conocieras tendrías que entender una cosa: me gustaba saberlo todo. Amaba observar, tener experiencia con anticipación, estar preparado. Y que mejor que llenarme de información que era tuya, sentía la sensación orgásmica arrasarme cada vez que algún otro detalle de ti aparecía frente a mis ojos.

Intenté disimular cuando el día llegó, aunque ya sabía que pasaría y probablemente cómo. Cuando vi venir al director solo comprobé que tenía razón: necesitaba a un buen estudiante para mostrarte las instalaciones, el viejo era demasiado perezoso, solo quería el dinero y le dejaba su trabajo a alguien más. Yo era una buena opción, tuve que haber sido yo, mis calificaciones y estatus eran lo suficientemente buenos. Pero no fui elegido.

En cambio, Martín fue quien salió de su aula junto a una profesora, arreglándose el cabello nada más verte. Haciéndome arder en llamas.

Pero, ¿por qué su gesto? ¿Por qué aceptar tan fácilmente?

Eso pude entenderlo gracias a las redes, sabiendo que solo tenías tres días de haber pisado por primera vez la escuela, y desde ese entonces Martin ya te había agregado como su amiga. No supe cuándo fue que te vio por primera vez, ni si fue antes de que yo lo hiciera. Le gustabas y al final, tuvo la suerte que yo no, la de ser elegido.

Obsesiones pelirrojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora