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Jason

Es casi divertido lo fácil que resulta saber tanto de alguien. Saberlo todo.

Sus gustos en música, ropa, hobbies, alergias, pasatiempos, pareja.

Es fácil saberlo todo cuando hay una red social de por medio y gente a la que le gusta publicar todo, aunque hay personas que son la excepción. Con pocas fotos, poca información, pero lo suficiente para que sea de ayuda.

Al entrar a la tienda supe exactamente a dónde dirigirme, como un depredador, esquivando gente, sorteando pasillos, hasta llegar a la sección indicada. Un empleado se acercó a mí, con una sonrisa y emitiendo un saludo agradable antes de preguntarme si necesitaba algo.

—Quiero todos estos, por favor —indiqué señalando todo el aparador frente a mí. Un mensaje entró y revisé la pantalla del celular para saber de quién se trataba.

El carraspeo que emitió el tipo me hizo alzar la vista hacía él, no se movió ni un centímetro desde que le indiqué qué era lo que iba a comprar. Descubrí que la amabilidad antes vista en su rostro se transformó.

—¿Todos? —preguntó incrédulo. La sonrisa en sus labios tenía un toque de burla, me recorrió de arriba abajo con los ojos y yo puse los míos en blanco.

¿Por qué los mayores se creen con el derecho de hacernos menos a los más jóvenes?, de burlarse y querer humillarnos. Claramente no se cree que tengo el dinero para comprar todo lo que le indiqué.

—¿Para qué te los pediría si no los voy a pagar? —farfullé.

—A los adolescentes les gustan las bromas —respondió enlazando sus manos.

Salté la parte de aclararle mi edad, mi semblante también cambió.

—Entonces déjame hablar con el gerente —repliqué. Busqué en mi cartera y con una sonrisa arrogante agregué—. Y pregúntale si lo prefiere en efectivo o con tarjeta. 

Obsesiones pelirrojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora