CAPITULO 5

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SIGLO ANTIGUO
ESTACIÓN INVERNAL
PALACIO REAL DE MANOBAL
LISA POV

-Supimos de su admiración por la Princesa Jennie - dijo la Duquesa mientras servían la comida frente a nosotras -. Es toda una preciosidad.

-No podría estar en desacuerdo con usted, Duquesa- respondí, negando lentamente con una sonrisa.

-Sin embargo, no entiendo, Princesa- la miré interrogante -. Tiene a muchas jóvenes a su disposición. La misma Princesa Irene esperaba por usted. ¿Por qué la Princesa Jennie?

-No sé, simplemente llamó mi atención- respondí, sin dar información de más -. He tenido a muchas para mí, sí. Pero, solo la Princesa Jennie acaparó totalmente mi atención.

-¿Y la esperará hasta los dieciocho?- preguntó la Duquesa mientras empezábamos a comer -. Podría ya haberse casado para ese entonces.

-La Princesa Jennie y yo nos mantenemos en contacto continuamente- respondí -. No quisiera a otra mujer a mi lado que no fuera ella. Mi intención hacia la Princesa es verdadera. Podría esperar por ella todo lo que me pidiera.

La Duquesa asintió, comiendo mientras hablábamos. Sabía que la conversación no había terminado aún.

-¿Dejaría qué una mujer, menor que usted, la hiciera esperar tanto?- suspiré, mirándola fríamente.

-Lo que menos me importa es cuánto deba esperar. Me es de suma importancia todo el tiempo que estemos juntas en cuanto compartamos nuestros intereses.

El tema se dio por terminado. Terminamos de comer y me despedí de toda la familia. Solo había ido por petición de mi padre, quien no estaba bien de salud últimamente. Debía hacer este viaje para cerrar tratos de importancia para ambas naciones.

La misma Duquesa me había entregado a su hija mayor. Era mayor que yo por solo dos años. Era hermosa, no lo podía negar. Pero, nadie podía compararse a la belleza de la Princesa Jennie.

-Princesa- un mensajero se acercó mientras miraba por la ventana de la carreta, inclinando la cabeza -. Una carta de Calanthe.

Sonreí sabiendo de quién era. Le agradecí al joven y partimos en viaje hasta el muelle donde esperaba mi barco.

Abrí la carta en cuanto la carreta empezó a moverse. Estaba ansiosa por saber qué era lo que me había mandado la Princesa Jennie.

Era cierto que habíamos seguido en contacto. Su padre no lo había negado. Había garantizado que me daría la mano de su hija si ella lo quisiera a los diecisiete años. Mi padre llegó a un acuerdo con el Rey de Calanthe, haciendo que no pudiera negarse a la propuesta tentadora.

La Princesa Jennie podría ser mía en solo un mes y medio, cuando cumpliría los diecisiete. Estaba expectante y sabía que tenía su atención puesta en mí. Siempre que podía, le decía que añoraba tenerla a mi lado y que pudiéramos conocernos mejor. Solo sabíamos lo básico entre nosotras, pero con eso me conformaba.

Sonreí, leyendo la carta.

"Princesa Lisa de Manobal,
Respondiendo a su anterior carta: sí, me gustaría que me diera un recorrido por todo su gran pueblo. Podría conocer mucho más de sus orígenes y el porqué de su caballerosidad hacia mi persona.
En noticias nuevas, cumpliré años en poco tiempo y mi padre hará una fiesta en celebración.
Estás cordialmente invitada. Tú y los Reyes.
Espero verte pronto y así poder convivir más de cerca. Es de mi total desagrado mandar cartas y no saber si te llegarán, hasta que llega tu respuesta unas semanas después.
Sin más que añadir a mi noble carta, me despido de su persona con ansias de verla en mi cumpleaños."

Volví a releer la carta. Su letra era preciosa, mucho más que la mía. Mi madre siempre me regañaba por no seguir la costumbre de una letra presentable. Claro que aceptaría ir a aquella fiesta. Sabía que mis padres no se negarían. No mandaría más cartas hasta estar frente a frente a ella y así hacerle saber todo lo que quería decirle con mi propia voz.

Cuando pudiera traerla, haría que conociera todo el pueblo. El mejor pueblo que he podido conocer. He viajado a muchos pueblos, pero ninguno es como Evigheden.

Los campos verdes, las montañas cubiertas de nieve, los ríos congelados donde los niños podían patinar. Las casas bien construidas, la gente cordial y amable entre ellos. Sin hablar de su lealtad hacia la corona. Era perfecto nuestro país.

Esperaba con entusiasmo la llegada de mayo.

...

...

...

...

...

-¿A dónde iremos, padre?- pregunté mientras cabalgábamos.

-Quiero enseñarte algo- murmuró, cabalgando frente a mí.

Madre había dicho que mi padre estaba resignándose a la vida. Decía que había dado todo lo que podía y que pronto pasaría el trono a mi persona. Pensaba que eso sería más adelante, quería poder conocer a mi prometida aún sin ser reina. De esa manera, tendría más libertad sin tener que gobernar un pueblo entero.

-Sé que estás muy entusiasmada con la Princesa Jennie, hija- se detuvo. Ambos estábamos en una colina de Evigheden. Desde aquí podíamos ver todo el pueblo y también parte del mar.

-La quiero para mí, padre- comenté, aunque él ya lo sabía -. Espero tener tu bendición para todos mis planes.

-La tienes desde que vi cómo tu mirada brillaba por aquella jovencita- sonreí bajando mi rostro.

Al parecer fui demasiado obvia en cada uno de mis movimientos. Solo quería darle mi mejor presentación y tal vez fui un poco tonta.

-Gracias, padre. Prosigue con lo que estabas diciendo, por favor.

-También sé que querías ir a la celebración de su cumpleaños.

Lo miré confundida. ¿Qué estaba pasando que no sabía? Había estado fuera del pueblo unas semanas, pero no era para que todo haya cambiado tan prontamente.

Lo dejé seguir hablando. No quería intervenir y que se alargara lo que fuera que quería comunicar.

-Sin embargo, ha surgido un problema entre la frontera hacia Lávander. Debes viajar hacia allá y representar a la corona- sujeté la cuerda del caballo con fuerza -. Te irás en una semana y volverás en dos meses.

Guardé silencio, acatando la orden. Sabía que primero era mi obligación a la corona y a mi título. Luego venía todo lo demás. Aún cuando quería negarme y decirle a mi padre que mandara a otra persona, debía ir. Sería la próxima reina y sabía cuáles eran mis prioridades.

-Como ordene, Rey- incliné mi cabeza -. Pido poder mandarle una carta a la Princesa Jennie sobre mi obligación y el porqué no podré asistir a su cumpleaños. Que ésta llegue lo más rápido posible a su presencia.

-Concedido- asintió -. Puedes irte.

Di media vuelta en mi caballo y lo hice correr hacia el bosque.

Necesitaba un poco de aire fresco. Aire que no tendría en la guerra. Estaría dos meses fuera de aquí, entre la muerte probablemente. Y no había marcha atrás. No podría ver a mi Princesa y eso hacía doler mi corazón.

Lávander, mejor conocido como el Reino del Sur, siempre había llevado una relación amistosa con nosotros. Su rey actual jugaba conmigo cuando ambos éramos pequeños, pero él subió al trono hace poco. Tal vez la guerra se trataba de alguna rebelión o algo parecido. Al subir un nuevo monarca era normal que el pueblo se revolucionara, pero era obligación del nuevo líder poner todo en orden y hacer que todo marche a la perfección.

Me alejé más al interior del bosque, dejándome llevar por el sonido de las hojas y el susurro del viento. Mis pensamientos volaban hacia la Princesa Jennie, imaginando su rostro y la alegría en sus ojos cuando leyera mi carta. Sabía que nuestra conexión era fuerte y que nada podría romperla, ni siquiera la distancia.

Respiré hondo, llenándome de la paz que me ofrecía la naturaleza antes de enfrentar la tormenta que me aguardaba en Lávander. Mi corazón latía con fuerza, no solo por la misión que tenía por delante, sino también por el amor que sentía por la Princesa Jennie, un amor que me daba fuerzas para enfrentar cualquier adversidad.

Crown Jenlisa Gip Donde viven las historias. Descúbrelo ahora