Crown Jenlisa Gip

CAPITULO 24.

SIGLO ANTIGUO 
PALACIO REAL

JENNIE POV

Las caminatas vespertinas se habían tornado más entretenidas junto a la madre de Lisa. Poco a poco había visto su mejora y me sentía muy bien al saber que de cierta manera había ayudado un poco en su salud.

—Han pasado más de dos meses de su partida.

El constante recordatorio me atormentaba, pero escucharlo de su madre me hacía afligirme el doble. No había noticias, no existía ningún tipo de información acerca del paradero de la reina Lisa. Mi prometida. El secretario del pueblo, Zúrich, había emprendido un viaje hacia la base principal hace una semana y aún no había vuelto. Ahora había más preocupación al dejar el pueblo sin ninguna figura de poder.

—No pensé que su lejanía fuera tan difícil.

Confesé. La reina madre suspiró y se detuvo para mirarme.

—Nada es peor que ver a la persona que quieres partir a un lugar como lo es la guerra. Sé lo que se siente, Jennie.

Extendió su mano y acarició mi brazo con una sonrisa reconfortante. Sabía que se estaba haciendo la dura, pero en silencio sufría por la desaparición de su única hija. Además, el pueblo quedaba a descubierto sin nadie en sucesión.

—Usted debió acostumbrarse a ver partir a su esposo.

Sonrió y negó.

—Jamás te acostumbras a ese sentimiento de nostalgia y pérdida. Por esa razón no deseaba que se fuera Lisa.

Seguimos nuestro camino en medio de los caminos bien mantenidos y adornados del jardín trasero del palacio.

—Ella está bien, o así lo siento.

Aseguré. La reina madre sonrió y asintió creyendo en mis palabras.

—Sé que has seguido con los preparativos de la boda.

Comentó de pronto. Mis mejillas se sonrojaron y asentí.

—Ella dejó la orden de seguir con los preparativos para tener todo en orden al momento de su regreso.

—Mi pequeña Lisa sigue siendo igual de desesperada y apresurada.

Vimos la entrada al palacio y nuestros pasos se hicieron más pequeños y lentos. Realmente me fatigaba estar allí sin la presencia de cierta reina. Además, ninguna sirvienta se atrevía a compartir muchas palabras conmigo y los soldados no tenían permitido abrir la boca. Todos los pueblos estaban alterados por la gran guerra de la Unión y era un peligro salir al pueblo, ya que había personas de todos los pueblos intentando abastecerse por posibles extensiones de la guerra.

Tampoco es que Lisa me haya dado el permiso de salir. Suponía de alguna manera u otra que no me dejarían salir sin una docena de soldados detrás.

—¿Cree que vuelva pronto?

Escuché un suspiro triste de su parte y me sentí un poco mal al hacer la pregunta. No existía punto de comparación acerca de nuestra angustia. Ella era su madre, quien la conocía desde su nacimiento, y yo era su prometida que tenía menos de dos años de conocerla. Jamás podríamos compararnos y tampoco deseaba hacerlo.

—Las guerras son muy inestables. Podría firmar un tratado hoy y mañana mismo podría haber una rebelión. Quisiera decir que dentro de un mes todo estará bien y que ella estará aquí, pero te estaría mintiendo, Jennie.

Asentí sin mucho ánimo.

—Sé que está bien, pero no tengo más información acerca de eso.

Suspiré y volví a asentir. Al menos tenía la idea de que seguía siendo ella misma donde sea que estuviera.