Me encontraba nuevamente en la oficina de Hange Zoe con compañía de ella misma y su fiel y más leal soldado, Morit Brener. Tomamos un delicioso té mientras charlamos de los avances de la Guillotina y de lo feliz que estaba la castaña porque le hayan aprobado el proyecto, que actualmente se están buscando los materiales para llevarlo a cabo y probarlo en la muralla de Trost.
— Estás muy callada, Asha-san... Bueno, más de lo normal, ¿Qué sucede?— pregunta el castaño.
Era cierto que, por más que le prestaba atención a la loca de los titanes, no estaba completamente con los pies sobre la tierra, más bien, estaba pensando en algo que me está comiendo la cabeza desde hace un par de días y necesitaba comentárselo a ella. Miro a ambos con duda, repasando la idea en mi cabeza y la posibilidad de hacerla realidad, hasta que decido hablar.
— No me digas, es por el enano, ¿Verdad?— su cara refleja diversión mientras baja y sube las cejas de forma sugerente a lo que la miro con el ceño fruncido.
— No.— respondo seca zanjando el tema— Es sobre algo que llevo pensando desde hace días...— me miran con curiosidad esperando que termine— Ustedes me dijeron que es casi imposible pelear contra el acorazado o contra la titan hembra con las cuchillas del equipo debido a el endurecimiento de sus pieles, como también es imposible acercarse al titán colosal... Me preguntaba si había una posibilidad de crear un arma lo suficientemente fuerte como para ello.
Sus caras me miran con sorpresa, claramente no lo habían pensado hasta ahora.
— ¿A qué te refieres?
— Me refiero a una arma de larga distancia que sea fácil de transportar y que a su vez permita que tengamos ventaja sobre ellos.
Como si de investigar un titán se tratara, la castaña de lentes se emocionó tanto que se subió a la mesa, tirando su taza de té al suelo, para acercarte a mí con un brillo de alegría en los ojos y una sonrisa perturbadoramente gigante.
— ¡Hange-san!— le grita el castaño sobresaltado solo consiguiendo lograr ser ignorado por esta y sus gritos.
— ¡Esa es una gran idea, Asha, sabía que eras increíblemente inteligente!— creo que quedé sorda. Ella se toma el mentón, aún sobre la mesa, mirando hacia el techo de forma pensativa— Pero, ¿Cómo podemos hacerlo?
— No te preocupes, creo tengo una idea.
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