Capítulo 19.

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La peor pérdida de mi vida, la mía misma.

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La depresión en su ser crecía más y más, de forma desmesurada.

Habían pasado semanas del fallecimiento de Charlotte. Y aquel solitario rey, aún se sentía dolido.

Su vida había dado un gran giro, ya no se peinaba, no se levantaba de la cama. Ni siquiera tenía ánimos de lavarse los dientes; se sentía como un cuerpo sin vida a pesar de seguir respirando.

Se sentía tan vacío, algunas personas podran decir. "Bueno, ya sabemos que esta deprimido pero tiene que superar." No es tan sencillo, el rey le tenía un amor increíblemente gigante a su pequeña hija.

Con solo decir que movió la galaxia entera solo para hacerla reír.

En fin, el soberano se hundía cada vez más y más en sus pesares, ¿qué haría ahora?

Se levantó de la cama. Fue un logro, llevaba días postrado en la cama, al levantarse se podía ver la marca de su cuerpo marcada fuertemente en la cama. Se miró al espejo y vio que tan acabado se veía. Su piel, estaba reseca, sus ojos estaban hinchados y rojizos, bajo sus ojos yacían unas bolsa oscuras, tan oscuras como las alas de un cisne negro que descansa suavemente sobre el agua.

Debía bañarse, hace días que no lo hacía. Se lavó los dientes con mucha pasta dental, se metió en la bañera, y después de mucho tiempo se pudo relajar un poco.

Pero, a medio baño comenzó a recordar a su pequeña niña. Oh, mierda. Las lágrimas volvían a correr por sus ojos, sacó su teléfono y abrió el chat de Lilith.

Lucifer le había notificado por mensaje el fallecimiento de su pequeña, la mujer lo dejó en visto. Ni siquiera asistió a su entierro, la rabia comenzó a ahogar el cuerpo del hombre. Apretó su teléfono al punto de destrozarlo. Rodó los ojos con hartazgo, un fuerte sentimiento de impotencia se apoderó de su ser, tapó su rostro con sus dos manos y las lágrimas se fueron mezclando con el agua helada.

Los suaves sollozos se convirtieron en fuertes gritos de sufrimiento, el infierno volvió a temblar. Ya llevaba semanas temblando, lloviendo fuertemente al punto de causar huracanes, tornados, y no lluvia agua de lluvia. No, llovía ácido, pero este ácido si asesinaba a los pecadores, quemaba. Así como la garganta del rey ardía al gritar desconsoladamente.

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Por Satán, ya era la décima vez de la semana en la cual el rey lloraba desconsoladamente, el hombre de cabellos rojizos había estado junto a él. Aunque el rey le dijera lo mucho que lo odiaba para después perdile perdón entre sollozos.

Tan patético a su parecer.

Rodó los ojos, ya estaba cansado de oír lo lloriqueos desenfrenado del rey.
Entró a la habitación de este pero no lo encontró, grata fue su sorpresa al ver la habitación ordenada.

★|°Rock rose°|★ [Radioapple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora