Holly XVIII

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Min YoonGi

《Amaba la música más que cualquier otra cosa. Ella era mi refugio, era la forma de distraer a mi cabeza para no pensar en lo malo y que en su lugar se llenara de hermosas melodías, algunas escritas por grandes autores, algunas bajo mi propia letra. La amo tanto que todo el tiempo de mi vida quise destinarlo para ella.

El piano era lo mejor del mundo para mí, soñaba con ser un buen pianista, dar a conocer mis melodías, que las personas las disfrutaran, que se identificaran con cada sentimiento que yo plasmaba en las partituras, en mi papel con ayuda de un lápiz desgastado por tanto escribir.

El piano era simplemente mi vida, la música mi salvación y mis sueños, por lo que seguía vivo.

Sin en cambio, con el tiempo me di cuenta de que mis sueños eran solo eso, sueños. Mi familia era pobre, a veces tenía que decidir por comer o pagar mis transportes, o veces ninguno de ellos. ¿Cómo podía cumplir mis sueños si todo estaba en mi contra?

Al ver las carencias de mi hogar comencé a trabajar, era repartidor de comida por medio tiempo, me esforcé mucho por ayudar a mi familia a salir adelante, sin embargo cuando más trabajaba menos alcanzaba el dinero. Mis padres se quejaba día y noche sobre eso, la universidad de mi hermano les quitaba mucho dinero, pero ellos querían ver a su hijo realizado, que eran capaces de dar su vida por él.

Lo mismo querían para mí: que me graduara de la universidad más prestigiosa de Corea, pero yo no quería eso, yo no quería ser médico como mi hermano o abogado u otra carrera que, según mis padres, me ayudaría a salir de la pobreza.

Pero ellos nunca lo entendieron, me presionaban con mis calificaciones. Jae siempre fue el mejor de su clase, ¿Yo?, tan solo me esforzaba por pasar las materias. Eran tiempos difíciles para mí y para todos.

Me esforzaba por llenar las expectativas de mis padres, pero por más que lo intentaba, menos lo lograba.

Al notar que la escuela era algo irrelevante para mí, comencé a darle menor importancia y en cambio me concentré en la música. El dinero que ganaba como repartidor no alcanzaba para nada, por lo cual y gracias a mi único amigo en ese entontecen, YaeJoon, comencé a tocar para un local, aquí, justo en esta plaza, en ese local de ahí.

Nunca fui bueno socializando, el hecho de solo pensarlo me provocaba grana ansiedad, por lo cual, mostrarle al mundo lo que podía lograr con mi teclado me hacía sentir inseguro con mis habilidades. Bajo la soledad de mi habitación podía tocar y crear grandes melodías, pero en la plaza iluminada por los rayos del sol y con cientos de personas andando por ella, era difícil para mí concentrarme.

Por ello, decidí comenzar con un disfraz, una enorme cabeza de conejo que cubría mi identidad y me ayudaba a sentirme más seguro, pero al mismo tiempo, mi cabeza me traicionaba e influenciada por la ansiedad jugaban conmigo.

Mis manos temblaban cada que se acercaban al teclado suban como si se hubieran sumergido en agua. Corrientes eléctricas recorrían mi cuerpo, causando un hormigueo en mis manos y que la inseguridad y la ansiedad empeorarán.

¿Y si a nadie les gusta? ¿Y si creen que no sirvo para esto?

Miles de escenarios se formaban en mi cabeza mientras me preguntaba si lo que estaba haciendo era lo correcto. Cada que mis manos se acercaba a las teclas temblaban. ¿De verdad era tan bueno como para darlo a conocer? ¿O solo me humillaría?

Dejándome llevar, suspire y comencé a tocar como solía hacerlo en mi habitación. Conforme la canción avanzaba, la gente comenzaba a reunirse a mi alrededor, guiado por la alegría que transmitía mi melodía, ¡bailaban y alababan mi talento!

Holly || MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora