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Lo que fue una primera invitación, se había vuelto en reiteradas idas al departamento de Changbin.

"Felix-ah, necesito que vengas a ver lo de la canción"

"Necesitamos re-grabar tu parte"

"Sería bueno arreglar esto, ven a mi casa en la tarde"

"Te invito a almorzar, te prepararé algo rico... o lo intentaré"

"Es aburrido sin ti, ven un rato".

Y la respuesta siempre era un:

"Ahí estaré".

A Felix le avergonzaba la rapidez con la que respondía sus mensajes, la inmediatez con la que llegaba a donde Changbin lo citara.

Y solo era ir al departamento de este, ya ni siquiera salían a otro lado, solo era pasar el tiempo ahí, juntos, solos, toda la tarde. Donde a veces se la pasaban escuchando buena música sin parar y se sonreían por largos ratos el uno al otro sin razón alguna, donde se molestaban mientras jugaban video juegos o miraban películas en la televisión, o cuando intentaban poner en orden el departamento y al final terminaban echados sobre el piso con todo más desordenado a como había empezado. Donde a veces, sin querer, después de un jugar de manos acababan con uno encima del otro riendo sin parar, sin intención de quitarse, solo estando ahí, sintiendo el latir frenético de sus corazones.

A veces ya no era necesario darle importancia a la incomodidad, a veces era bueno ignorarla, como cuando era Changbin quien decidía abrazarlo de manera cariñosa, o cuando Felix jugaba con las mejillas de Changbin y al final terminaba acariciándolas de forma lenta. El contacto físico se estaba volviendo algo normal entre ellos, y se sentía correcto, aún si alguien más pensara que no lo era.

Saludar con abrazos y caricias casuales, o incluso descansar el rostro sobre el hombro del otro por voluntad propia, no debía estar mal cuando se sentía tan bien.

También se volvían normal las palabras de afecto o cumplidos, los cuales tanto le gustaban a Felix usar.

"Changbin-ah" "Cariñoo" "Eres lindo" "Te ves muy guapo hoy"

Para Changbin ya no era tan desconcertante oírlas como la primera vez. Además había aprendido a usar una que otra y así devolver todo ese afecto que buscaba Felix de él.

Felix era lindo, era tierno, gracioso, suave, sensible. Era como un ser de luz.

Changbin ya no encontraba razones para no admitirlo.

La cotidianidad los volvió así con él pasar de los días, la intimidad lograda dentro de esas cuatro paredes parecía tratarse de algo complejo de entender. De todas formas, no era necesario que nadie más lo entendiera, solo con ellos era suficiente.

El espacio de Changbin, para Felix había empezado a sentirse como un hogar más que el verdadero que tenía. Sin reglas, sin desconfianza, donde era libre de decir lo que pensaba y hacer lo que quisiera.

Así pasaron las semanas, ya poco más de un mes y medio en esa rutina, yendo donde Changbin después de la escuela, ya ni siquiera necesitaba invitación. El susodicho le había contado del lugar secreto en la entrada donde escondia una llave de repuesto en caso algún inconveniente futuro sucediera, y que le daba permiso para usarla cada que llegara. Por lo mismo Felix no tenía problemas para entrar y salir del lugar en cualquiera momento.

Ese día no fue diferente al resto, salió rápido de la escuela e inmediatamente corrió hacia donde Changbin, tenía mucho que contarle, y si todavía no estaba en casa, puesto que su escuela quedaba más lejos, entonces no tendría problema en esperarlo, aunque sabía que se aburriría un poco sin él, bueno, mucho. Tal vez le cocinaría algo rico en la espera, ya que a Changbin le gustaba todo lo que le preparaba, en especial sus postres. O tal vez ordenaría un poco su espacio, porque si había algo que Changbin siempre resaltaba era el orden y la limpieza.

Una vez llegó al lugar, buscó detrás de las macetas la pequeña llave de la entrada. Una vez logró dar con esta, la usó para abrir apresurado la puerta. Se adentró con una sonrisa, tarareando en voz baja mientras dejaba sus cosas en el sillón, sin notar que alguien detrás observaba todos sus movimientos.

-¿Y tú quién eres, jovencito?

Felix saltó del susto al escuchar una voz que de repente lo llamaba. Al volver se dio con la figura de una mujer, no tan alta pero muy bien arreglada de los pies a la cabeza, quien emanaba un aroma tan fuerte que le llegaba hasta el cerebro, y mantenía una mirada tan fija y peligrosa sobre él que le parecía algo familiar.

-Pregunté quién eres, y qué se supone que haces aquí sin que el dueño esté presente.

Se dio cuenta que aún no había respondido a la primera pregunta.

-Ehm h-hola, yo soy el...amigo de Changbin-tragó con fuerza-usted debe ser...

-Mamá...

-Changbin.

El mencionado recién llegado, nervioso y sorprendido saludó con una reverencia a su progenitora. De inmediato Felix imitó este acto recordando la costumbre coreana de saludar, costumbre a la que aún no se acostumbraba.

-Felix...

Changbin notando su presencia pareció ponerse aún más nervioso, miró a su madre durante pocos segundos y seguidamente a él una vez más, algo indeciso.

-Felix, creo que deberías irte

-No, está bien, no tiene porqué, soy yo quien ya se retira. Solo quería venir a asegurarme que todo estaba en orden, y por lo visto no lo está-confesó ella notándose incómoda con la presencia de ambos.

-Señora Seo, si es por mí, no suelo venir sin avisar, de hecho-

-Yo lo invité- Soltó Changbin acercándose más a su madre.

-Ya sabes lo que pensamos tu padre y yo de traer gente a este lugar, el cual te cedimos para que pudieras tener la privacidad que tanto deseabas, no para estar treyendo a otras... personas-dijo ella con mirada hacia Felix, examinándolo de abajo hacia arriba-...a quién sabe a qué, pero bueno, al menos me alegra que no es una chica, no me imagino las cosas que harías con una chica aquí dentro.

Felix empezó a sentirse mal en ese momento, de repente se sintió mareado y con nauseas. No podía creer lo que escuchaba.

-No traigo aquí a ninguna chica, mamá. Y mi amigo solo viene aqui para que estudiemos, no para otras cosas.

La voz de Changbin sonó más dura que de costumbre, un tono de voz que Felix había dejado de escuchar ya hace bastante tiempo.

-Sí claro, debe ser por eso que te va tan bien en la escuela, ¿verdad?-respondió la mujer con claro sarcasmo-. En realidad era eso para lo que venía a hablarte, tu padre ya vio tu libreta de calificaciones, y esta bastante enojado contigo, así que vengo a aconsejarte que te prepares para lo que le dirás el domingo en el almuerzo familiar.

Hubo un silencio en la sala.
Changbin agachó la cabeza con vergüenza, pero también con algo que Felix no supo describir.

-Entonces eso era todo lo que querías decirme.

La mujer miró a su alrededor una vez más, luego a su hijo, con dureza pero aún dudosa de su respuesta. Sin embargo, no le tomó mucho decir lo último.

-Sí, eso es todo, ya me voy- acomodó su bolso y se dirigió a la entrada con pasos firmes, pero antes volteó una última vez- Ah, y limpia este lugar, te lo dimos completamente limpio y así me gustaría que permaneciera. Nos vemos el domingo-y entonces salió soltando un portazo.

Felix por fin sintió que pudo respirar. Dirigió su mirada con preocupación al otro, en busca de respuestas, sin embargo, la mirada de Changbin aún seguía en el piso.

¿Amor o amistad? esa es la cuestión 《Changlix & HyunIn》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora