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Acecho

No sabía que estaba hecha de pedazos, hasta perder algunos de ellos... Pero, ¿quién no lo está?
.....................

🎵 (Somebody's watching me - Portals)
Corro, corro sin rumbo. Corro en la oscuridad, sobre la nada. Como si mi vida dependiera de ello. Como si fuera una presa a punto de ser devorada. Mis latidos desenfrenados provocan que mi pecho duela. Me siento acechada...

La gran pregunta es: ¿qué o quién me persigue?

No lo sé. Aún no lo sé.
🎵

Abro mis ojos con brusquedad. Pero, me veo obligada a cerrarlos nuevamente debido a la inmensa luz que hay sobre mí.

—Despertó. ¡De prisa, avísale al doctor!
Puedo reconocer la voz de mi madre a la distancia. Y aunque mis ojos siguen cerrados sé que es ella quien sostiene mi mano.

El sonido constante de un par de máquinas comienza a volverme loca. Por lo que vuelvo a abrir mis ojos. Todo es demasiado borroso a mi alrededor, sin embargo, reconozco dónde estoy.

Es un maldito hospital. No sé como he terminado aquí, pero lo que sí recuerdo es cuanto odio los hospitales.

Eso lo recuerdo muy bien.

Quiero gritar... y lo intento, sólo que ni siquiera consigo articular palabras.

—Helena, cariño, no te esfuerces. No hables, sólo descansa. Todo está bien —sus manos acarician mi cabeza y no puedo evitar la lágrima que se cuela por mi mejilla.

Es extraño. Hace mucho que no me sentía de esta forma. Hace mucho que nuestra relación se quebró... bueno, con ella, mi padre y mi hermana. Tal vez eso que dicen sea verdad. Que hace falta, de vez en cuando, correr un poquito por el borde de la vida para recordarles tu valor a los demás o tal vez este sólo sea otro sueño...

No soporto la cánula de oxígeno que presiona mi nariz y mucho menos el suero en mi mano. Intento moverme y entonces descubro un dolor que recorre todo mi cuerpo.

Eso me pone aún más ansiosa. Trato de calmarme. Respiro hondo varias veces. Pero, mi pulso sigue errático. Justo como cuando minutos atrás, inconsciente, sentía que corría.

Veo a mi padre y a mi hermana entrar a la habitación y tras ellos varias enfermeras junto al médico.

Este último se acerca y como si necesitara más luz, alumbra mis ojos grises con una pequeña linterna.
—¿Helena, puedes escucharme? —me pregunta y yo asiento levemente con mi cabeza —¿Puedes distinguir dónde estás? — vuelvo a responder moviendo mi cabeza de arriba hacia abajo — ¿Recuerdas algo de lo que pasó?
—Re...cuer...do que hoy será la gala —respondo con dificultad. —¿Cuál gala, Helena? —pregunta confusa mi madre.
—El aniversario 38 de la compañía —susurro.

Nadie dice nada más, sólo me miran de reojo entre ellos y salen de la habitación dejándome sola.

No sé qué está pasando, pero ahora mismo no tengo fuerzas para intentar descubrirlo. Aún mi vista sigue borrosa y no puedo moverme. Así que no lucho más y dejo que mis ojos vuelvan a cerrarse.

...

🎵 (Game of survival - Ruelle)
Frío. Siento frío. Y no me refiero al ducto central del hospital que da directo sobre mí. Es ese frío de vacío. Como si algo me faltase. Esa sensación de desolación como si fuese la última persona en la tierra.

Durante las próximas horas en la habitación estuve completamente sola.

He tenido sueños horribles. No como mis antiguas pesadillas, pero horribles. A parte de correr desesperadamente, me partía en pedazos como si fuera un estúpido juego de "puzle". Algunas veces moría de muchas formas y otras... lo veía observarme.

Intento descifrar quién, pero no es más que una sombra. Tal vez nada de esto tiene sentido. O eso pensaba, hasta ahora.

Abro mis ojos y puedo notar la misma sombra tras la puerta. Le veo por la pequeña ventanilla...

NO ES REAL. NO ES REAL.
NO ES REAL. NO ES REAL.
NO ES REAL. NO ES REAL.
NO ES REAL. NO ES REAL.
NO ES REAL. NO ES REAL.

Mientras más lo repito, en mi cabeza, menos lo creo.

Permanezco en silencio, casi inmóvil, con la excepción del temblor que el miedo provoca en mi cuerpo.

Hay alguien ahí afuera y no creo que venga con buenas intenciones.

Cuando comienzo a ver la perilla moverse mis pulsaciones se elevan. Es entonces, cuando una alerta se enciende en la máquina que llevo conectada. Cierro mis ojos y me tapo los oídos lo más fuerte que puedo.

Se siente
como esos últimos segundos
en los que se te escapa la vida
por la ventana...
🎵

—¡Helena, ya estamos aquí! ¡Tranquila, respira profundo! —la voz del médico se hace presente en la habitación provocando que abra mis ojos nuevamente.
—Está ahí, vienen por mí —finalmente grito y señalo hacia la puerta. Aún le veo.
—¿Quién está ahí, Helena? ¿Quienes vienen? —pregunta pausadamente, atento.
—No lo sé, ellos... todos —sollozo mirándole a los ojos.
—No, Helena. No te preocupes. Los únicos que estamos aquí somos las enfermeras y yo. Y afuera en la sala está tu familia.

Su voz pausada logra calmarme. Aunque aún no se borra de mi rostro el terror que acabo de sentir. Miro la habitación, de hecho, miro todo a mi alrededor y al voltear mi vista hacia la puerta una vez más... ya no hay nada.

Pero, yo lo vi. No estoy loca. No lo estoy.

—¿Qué me pasó? —susurro mientras me arranco la cánula de oxígeno. No la aguanto más.
—¡Helena! —dice el médico en un tono reprensivo y frunce el ceño como si regañase a un niño. Pero, yo sólo le ignoro.
—¿Qué me pasó? —insisto desafiante.
—Tuviste un accidente.
—¿Qué accidente? —cuestiono.
—Helena, sé que todo esto es muy confuso, pero...
—¡¿Qué accidente?! —insisto alzando mi voz, interrumpiendo sus palabras —Sólo quiero la verdad.
—Creo que lo mejor es que hables con el Dr. Alfaro.
—¿Quién diablos es el Dr. Alfaro?
—Es nuestro psicólogo clínico.
—No estoy loca, sólo quiero saber por qué estoy aquí.
—Y así será, no te preocupes. Ya debe estar por llegar... —la puerta de la habitación se abre captando toda nuestra atención —Dr. Alfaro, le estábamos esperando.

Es un doctor bastante joven y de buen atractivo. Trigueño, de ojos azules y sonrisa impecable. Que con un doctor así a cualquiera le daría gusto estar loca.

—Hola, Helena —sonríe ampliamente.
—Hola —respondo con desagrado.
—Puedes llamarme Marcos si te parece mejor.
—No me importa saber tu nombre. ¿Vas a decirme lo que me pasa? —pronuncio grosera a lo que él responde con una carcajada.
—Ya debes sentirte mejor, supongo —vuelve a sonreír —Creo que pueden dejarnos a solas. Les llamaré en caso de que sea necesario —le dice al médico y a las demás enfermeras, quienes no tardan en salir —Bien... Helena, despertaste esta madrugada. ¿Recuerdas que le dijiste al médico cuando te preguntó por la fecha?
—Le dije que hoy es la gala.
—Sí, dijiste que hoy se celebra el aniversario 38 de la compañía de tu familia.
—¿Y eso qué tiene que ver? —me encojo de hombros indiferente.
—Eso fue hace un año.

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