XXIV

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Sobre

—¿Marcos, escuchaste lo que dijo Velazco?
—Sí.
—No fue un accidente. Leo está muerto por culpa de una estúpida misión —sollozo llena de coraje.
—Tranquila, ya verás que recordarás todo —me abraza.
—Ahora más que nunca quiero recordar. Debo hacerlo. La policía está ocultando algo.
—Ven, sentémonos aquí —señala el sofá. Marcos mira a su alrededor —Bonito hogar.
—Lo era, sé que antes lo era —sonrío melancólica.
—Cuéntame, ¿cómo recordaste?
—Después de huir, estaba cansada. Casi sentí que moría... así que me dejé ir. Cuando desperté, simplemente recordé. Como si esa parte siempre hubiese estado ahí.
—Quiero saberlo todo.
—Vale, todo comenzó el día de la gala...

...

—¿Y qué pasó una vez que comenzó a trabajar de guardaespaldas?
—No lo sé. Después de eso hay una pared en mi memoria. No puedo ver más allá. Todo de él es un misterio. Lo más que me frustra es no poder ver su rostro.
—Descuida. Pronto lo resolverás.
—Eso espero, porque aún no sé nada sobre los números... ni sobre los hombres o el accidente.
—Un recuerdo a la vez, Helena.

Un recuerdo a la vez... Eso es muy complicado para mí.

—Creo que voy a recostarme un poco.
—Estaré aquí.
—Lo sé —sonrío y camino hasta la habitación.

Me recuesto y no paro de escuchar las palabras de Sergio: "Estoy aquí para ayudarte, no para que te involucres otra vez en esto"

¿En qué? ¿Otra vez?

Sabía que las respuestas que tanto buscaba estaban dentro de mí, ocultas en mi memoria. Pero, debía encontrar la forma de recuperarlas...

De pronto recuerdo mi bulto. Está en el suelo, al lado de la cama. Me acerco al borde y al verlo lo tomo. Lo suelto sobre mi regazo y busco dentro de él. Encuentro la cadena de Leo y...

EL SOBRE
Lo había olvidado por completo.

Lo sostengo en mis manos, pensando si abrirlo o no. No sé lo que pueda haber ahí dentro y aunque muero de curiosidad también me da temor.

Éste es el último recuerdo que tendré de él... y está justo aquí, en mis manos.

Mis latinos se aceleran, la desesperación toma control de mí cuando mis manos se acercan al borde para abrirlo.

Y justo en ese instante, en el que el silencio se vuelve grito, se vuelve necesidad, se vuelve pregunta...

—¡Helena! ¡Helena, tienes que venir a ver esto! —Marcos llega corriendo y se asoma por la puerta de la habitación, que yo había dejado abierta.
—¿Qué ocurre? ¿Está todo bien? —pregunto sobresaltada.
—Sí, pero tienes que venir. No vas a creer lo que he visto... —insiste emocionado, pero luego se fija en el sobre —¿Aún no lo has abierto?
—No —niego un par de veces —¿qué es lo que tengo que ver? —dejo el sobre en la cama y me levanto.
—Sígueme, rápido —lo veo correr por el pasillo e intento seguirle el paso.

En la sala, abre las puertas de vidrio y pasa a la terraza. Pero, no se queda en ella, me hace señas para que le siga hacia el patio.

🎵 (Constellations (piano) - Jade LeMac)
Al salir, elevo mis ojos a los cielos. Me pierdo  en el paisaje, contemplando el atardecer. Entre tonos naranjas, violetas, rosados y amarillos... se desvanecen mis preguntas.

Otra vez, siento que Leo está conmigo... y sonrío como si esa brisa cálida que me acaricia se tratase de él.

—Eso no es todo... —susurra Marcos haciendo que mi vista vuelva a fijarse en él. Vuelvo a seguirle, esta vez por el jardín.

Me conduce por el extremo derecho de la casa, hacia la parte trasera entre un camino de flores silvestres y cuando parece que no llegaremos a ningún lugar, entiendo a qué hemos venido...

Hay un LAGO, justo frente a nosotros... dónde se refleja el cielo completamente.

Como si se tratase de dos mundos paralelos que juegan a rozarse... divididos por una línea fina casi inexistente.

Dos mundos atraídos como imanes que se necesitan para seguir funcionando, para seguir siendo.

Semejante a nosotros. Que a pesar de haber sido separados por ese hilo llamado vida, aún nos mantiene cerca ese reflejo llamado recuerdo.

Desde ese momento, no aparté mi vista de las aguas hasta que dejé de ver el sol y comencé a ver el reflejo de cada estrella.

Y por cada estrella un recuerdo suyo, como si viviera en cada una de ellas...

Como si cada constelación le dibujase.

Cada estrella,
me grita su nombre.
🎵

—Sabía que debías verlo —sonríe Marcos.
—Gracias, sí que debía —sonrío de vuelta —Antes, cuando vine sola no lo vi. Ni siquiera sabía que aquí atrás había un lago.
—Helena, creo que debemos volver adentro—dice después de frotar sus manos varias veces buscando calentarse.
—Sí, volvamos. Antes de que te congeles —bromeo y este ríe.

Es gracioso y lindo, al parecer Marcos estuvo todo este tiempo en silencio intentando sobrevivir al frío por no dejarme sola. Para mí el clima está agradable, un poco de brisa fría, pero soportable. Como si estuviese acostada a estar aquí...

Caminamos de vuelta hacia adentro. Pero, a medio camino cuando vuelvo a mirar hacia atrás para ver una última vez el lago, me fijo en algo que antes no había visto. Al otro lado de él, entre los árboles veo una pequeña luz.

—¿Helena, pasa algo? —pregunta Marcos al ver que me he quedado atrás.
—No —decido no decirle —Sólo quería ver una última vez el paisaje. Me da mucha paz —sonrío.

Aligero mi paso y le alcanzo.

Adentro, me despido de Marcos. Me voy de vuelta a mi habitación y como si me estuviese esperando, lo primero que ven mis ojos es el gran sobre que aún no he abierto.

Esta vez tengo que hacerlo. Tengo que abrirlo... aunque eso signifique que es lo último que tendré de él.

Un último recuerdo por crear...

Ya no habrá nuevas memorias, ya no podré crear nuevos recuerdos a su lado.

Tomo el sobre y me siento en el suelo, apoyando mi espalda contra el borde de la cama.

Entonces, lo abro.

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