5. Pasado

8 0 2
                                    

5: P A S A D O

La pelea se ha desvanecido.

Cuando Suárez termina de cantar, sólo quedan aplausos y silbidos.

Aunque no quiera aceptarlo, estoy asombrada. Me cuesta creer que alguien como él ha transformado en segundos un club barato en todo un concierto...

Tiene una hermosa voz.

Cuando baja del escenario no vuelve a su posición. Desaparece por uno de los pasillos extremos.

Quiero seguirle. Pero, la gente me oprime. Vuelven a saltar y a bailar fuera de control.

Me cuesta, pero después de varios intentos y haciendo un poco de fuerza, consigo llegar al pasillo.

Uno lleno de puertas...

Las abro una por una, pero parece haber desaparecido porque no está en ninguna de las habitaciones.

Sigo avanzando hasta el final, encontrando otro pasillo y al asomarme a él, lo veo.

Suárez está hablando con una mujer. Ambos están muy cerca el uno del otro y antes de que puedan besarse... les interrumpo.
—¡Suárez! Jamás pensé encontrarte aquí —digo con sarcasmo, fingiendo asombro.
—Fisterra —murmura y se tensa su mandíbula.
—¿Quién es ella? —pregunta la mujer —¿Tu novia?
—No, no es mi novia. Es sólo alguien que me debe demasiado...
—¿Perdón? —cuestiono.
—¿Nos dejas un momento? —le pide con una sonrisa falsa. La mujer asiente y se aleja de nosotros.

🎵 (Never a question - Jessica Baio)
—¿Qué? ¿Interrumpí algo? —esbozo una sonrisa ladina.
—Hagamos esto sencillo. Sabes, no eres mi tipo. ¿Puedes dejar de seguirme ya?
—¿Disculpa? —exclamo molesta.
—Disculpada, puedes irte —sonríe ampliamente.
—Fue una expresión, idiota.
—No te hagas, sé que estás obsesionada conmigo. ¿Crees que no me he dado cuenta que me andas siguiendo?
—Si lo hago es porque no confío en ti y porque no te saldrás con la tuya. Vas a pagarme cada una de sus insolencias.
—No es lo que creo —dice serio mirándome a los ojos y luego sonríe.
—¿Ah, no? —le miro desafiante aunque me cuesta.

Sin que pueda darme tiempo a reaccionar, Suárez se me acerca y al estar frente a mí se inclina ligeramente hasta quedar de mi tamaño.
—Sólo... no te vayas a enamorar de mí —dice en un tono bajo y profundo.

Como si mi cuerpo no entendiera sus palabras, sólo me provocan mayor intriga. Mi piel se tensa como si se tratase de alguna invitación. Y aunque lo intento no puedo moverme.

LO ODIO. LO ODIO. LO ODIO... aunque me tranquiliza un poco saber que cuando acabe mi venganza, lo olvidaré.

¿O no?
🎵

—¡Aléjate ya, ridículo! —le empujo —Que buen autoestima tienes —sonrío irónica —¿Esa es la frase que te funciona con todas?

Él sólo sonríe y da media vuelta... alejándose.

—Creído de mierda —resoplo para mis adentros.

Salgo llena de coraje del club. Pero, a la salida me paralizo. Algunos ocho hombres que parecen sacados de una película de mafiosos están rodeando mi auto.

Le preguntan a todo el que pasa si saben de quién es el auto... mi auto.

Aunque me invade el temor, me tranquilizo. Después de todo sigo siendo Helena Fisterra, para algo me tiene que servir. Además, todo en esta vida tiene un precio que yo puedo pagar. Y no me refiero al dinero de mi familia. De ese no toco yo ni un centavo. Hablo de la fortuna que he construido yo, trabajando en la compañía.

Ayúdame a recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora