XII

2 0 0
                                    

Rutina

Después de un par de silencios que me ayudan a procesar... mi perdida, estoy lista para hablar.
—De acuerdo, entonces vamos en moto —me cruzo de brazos. Luca me mira fijo sin responder —¿Qué? ¿También la perdí? —pregunto desesperada.
—¡No!
—¡Ay, gracias al cielo! —susurro —Con esa cara que traes pensé lo peor.
—Lo siento, es que pensé que te afectaría más, lo de tu auto.
—Me ha dolido, sí. Pero, últimamente he perdido demasiado. Y no quiero pasarme la vida lamentando lo que no puedo cambiar.

Aunque intenta ocultarlo hay asombro en sus ojos, como si se diera cuenta poco a poco que he cambiado por mis acciones. Sólo asiente par de veces y me sigue hasta el garaje. Adentro encuentro mi moto.

—Justo como te dejé, mi vieja amiga... —sonrío rozándola con mis dedos de extremo a extremo. Es una Yamaha r7, azul y negra. La arrastro fuera del garaje y después de ponerme el casco me subo a ella —¿No vienes? —extiendo mi mano ofreciéndole a Luca el otro casco.
—¿Estás segura de esto?
—¿Tienes miedo? —sonrío ampliamente.
—No, claro que no —toma el casco, lo acomoda en su cabeza y se sienta atrás de mí.

Cuando acelero siento sus manos sostenerse de mi torso, rodeándolo. Sonrío para mis adentros porque le conozco. Sé que una parte de él irá todo el camino rezando para que lleguemos bien. Y es que en la velocidad Luca y yo nunca hemos coincidido.

...

Estaciono la moto frente a un local rotulado: "Tango Aguilar y otros ritmos".

—Siento que hace mucho no veníamos aquí. Como si hubiese pasado una eternidad desde la última vez que bailamos —sonrío.
—Es que sí pasó mucho... —confiesa.
—¿Cómo? —le miro.
—Dejaste de venir —me mira de vuelta —Pero, eso ya no es importante, entremos —camina hacia las puertas dejándome atrás...

CONFUNDIDA.
¿Cómo es que dejé de venir? ¿Por qué? Si desde que éramos niños nuestros padres nos inscribieron en la academia y desde ese momento hemos sido los mejores compañeros de baile. No cualquiera es capaz de seguirme el paso o responder mis movimientos. Pero, Luca siempre ha sido bueno leyéndome. De hecho, siempre que "mis padres" celebran su aniversario de bodas, les dedicamos un baile. Bueno, es más una petición obligatoria de su parte, así que no tenemos opciones. Pero, lo hacemos porque amamos bailar juntos. ¿Qué cambió?

—Helena, ¿está todo bien? —veo a Luca asomado en la puerta.
Vuelvo en si, aclarando mi mente.
—Sí —entro tras él.

Llegamos hasta el inmenso salón de espejos y después de que todos me dieran la bienvenida y estiráramos un poco, comenzó la clase.

La Sra. Aguilar dió la señal para que pusieran la canción, nos pidió que formáramos parejas y que libremente bailáramos el tango, justo como quisiéramos.

🎵 (Así se baila el tango - bailongo ft. vero verdier)
Luca me extiende sus manos, las tomo y cierro mis ojos unos segundos... dejando que me envuelva el sonido de cada instrumento.

Me veo, me veo moverme como cada cuerda comprimida que libera melodía a su alrededor...

Entonces, abro mis ojos y como si cada paso se hubiese guardado en mi memoria comienzo a bailar.

Es esa sensación de haber estado aquí, de haber vivido esto... de haber bailado antes esta canción.

Me muevo veloz y pausado, con algo de brusquedad, pero sin dejar de lado la sensualidad. No me cuesta dejarme llevar.

Sólo que a Luca le parece imposible seguirme. Así que me detengo de golpe, soltando sus manos.

Aguilar, parece notarlo porque en ese mismo instante hace un par de señas para que detengan la música.
🎵

Ayúdame a recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora