~° Capitulo 14 °~

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Y cuando crees que has descubierto los peores secretos de alguien, te das cuenta de que solo has arañado la
superficie.

Víctor

Y si pensaba que las cosas no se podían poner peor, me equivoqué. Ver entrar a Daniel en mi habitación, de esa manera tan sigilosa y cuidadosa que no se percató de que yo lo observaba, me hizo entender que había entrado sin permiso y sin ser visto por el guardia. ¿Cómo lo hizo? Ni idea. Pero eso fue lo que más me molestó: ni estando internado, dejaría de molestar.

-¿Qué haces aquí? -pregunté, obviamente molesto.

Él se quedó en silencio, evidentemente sorprendido al verme despierto. Tal vez esperaba verme dormido, como la otra vez. No respondió, y se quedó ahí, frente a la puerta, mirándome sin decir nada. Así que volví a hablar:

-Pregunté, ¿qué haces aquí?

Tragó saliva, un gesto inusual en él. Por lo poco que lo conocía, sabía que no era de esas personas que se ponían nerviosas rápidamente. De hecho, según la gente decía, él nunca se ponía nervioso con nada. Tampoco solía quedarse callado sin saber qué decir. Fruncí el ceño ante su silencio y su extraña forma de actuar.

-Yo... yo solo quería ver cómo estabas -dijo finalmente, acercándose.

-¿Por qué actúas así?

-¿Así cómo?

-Nervioso, estás temblando y hace un momento no sabías qué responder. ¿Ocurre algo?

-Estoy actuando normal, solamente que alguien creyó que era buena idea estar sentado de esa forma mientras me observaba -me señaló-. Me asustaste demasiado.

-Ya ves, no eres el único que le gusta asustar. Ahora dime, ¿cómo entraste aquí? Estoy seguro de que el guardaespaldas no sabe que estás acá dentro.

-No, no sabe, pero tampoco creo que se dé cuenta.

Lo miré evidentemente enojado, porque no tenía ganas de hablar o convivir con nadie, mucho menos con él. Lo que me llevó a maldecir internamente.

-Bueno, respondiendo a tu pregunta, estoy bien, gracias. Ahora, si puedes irte. -Le di una sonrisa de boca cerrada.

-¿Vengo porque me preocupé de que de nuevo estés internado y así me tratas?

-Es que no creo que en verdad vengas porque te preocupes por mí.

-Pues sí lo estoy, no miento.

-No te creo.

-Deberías de creerme.

-¿Por qué lo haría?

-¿Acaso tengo una razón para mentirte?

-Sí.

-¿Cuál?

-Pues como que te gusta mi hermana y tal vez solo quieras molestar con eso ahora.

-Otra vez con eso. -Suspiró-. ¿No crees que si me gustara tu hermana estaría ahora con ella, no contigo? Como lo estoy ahora.

-Entonces, ¿por qué otra razón estarías aquí?

-Porque... -se quedó pensando. Al parecer, no sabía qué decir. ¿Acaso lo había dejado sin palabras? Vaya, eso es algo muy, muy nuevo.

-¿Por qué...? -lo animé a seguir.

-Porque en verdad me preocupas.

La sinceridad en su voz me desarmó un poco, pero aún así, mantuve mi expresión de desconfianza. Había aprendido a no bajar la guardia, especialmente con él. Sus palabras podrían ser genuinas o una táctica más en su juego. Pero en ese momento, algo en su mirada parecía diferente. Había una vulnerabilidad que no había visto antes.

Entre Mentiras y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora