Elizabeth:
Habían pasado exactamente dos semanas desde aquella conversación, se acercaba el baile de Halloween y todo el mundo estaba loco por los preparativos y sus respectivas parejas, todos excepto yo.
Yo estaba loca por otra, desde aquella conversación Lidia y yo nos hemos vuelto más cercanas, hemos establecido una especie de rutina, vamos a la escuela, comemos después de la escuela, venimos a mi casa, tenemos las clases y después cenamos juntas y hablamos.
De vez en cuando nos besamos pero nunca pasa nada más allá de unos cuantos besos y sus manos curiosas vagando por mi cuerpo y las mías por el suyo.
No hemos tenido absolutamente nada de sexo y eso se debe a dos grandes motivos, número uno ambas somos vírgenes y número dos ninguna sabe que somos.
Digamos que esa conversación no tuvo mayor fin que aceptar nuestros sentimientos pero no hablamos de una relación en sí, así que no sabíamos cómo proceder con el asunto, ella no decía nada y a mí me daba pena así que fingimos demencia y solo nos besamos.
Justo ahora nos estábamos besando, en el sofá de mi casa, como las últimas dos semanas, me había vuelto adicta a sus hermosos labios, eran deliciosos.
Pero justo ahora yo me sentía como tigre en jaula viendo un bistec a un metro de mí y quería ir por él, y si mis cálculos no me fallan estaba en el ciclo de la mujer donde solo piensa en sexo y reproducción.
Aunque en ese caso solo sexo, ya que la reproducción estará difícil, pero el tema es que yo quería sexo y hoy Lidia no se iba a ir de mi casa sin darme eso así que comencé a persuadirla por así decirlo.
Estábamos ambas en el sofá, ella sentada y yo sentada en sus piernas, una de sus manos estaba en mi espalda baja y la otra acariciando mis muslos.
A esa mujer le encanta manosearme como fruta de mercado.
—Lidia –hable con un tono sensual en su oído, tenía mis brazos alrededor si cuello.
—Dime princesa, ¿Qué necesitas? –respondió ella con un tono angelical.
Tan angelical que se escuchaba la condenada y se la pasa metiendo sus manos por debajo de mi blusa cada que tiene la oportunidad.
—Quiero sexo –senti como su cuerpo se tenso al instante y su piel se erizó, mis labios estaban en su oído muy cerca, susurre en el —Por favor –dije casi en una súplica.
—¿Estás segura? –ella preguntó, por su tono podría jurar que también lo deseaba pero no estaba del todo segura.
—Muy…muy segura –comencé a desabrochar su camisa color vino, una vez que termine de hacer eso, empecé a besar su cuello.
Podía escuchar sus ligeros jadeos, parecía que no sabía qué hacer, pero yo seguí con lo mío.
—Profesora Camden, ¿Sí escuchó? –dije entre besos mientras besaba su cuello.
En cuestión de minutos ya no estaba en el sofá, estaba en la cama de mi habitación ella me había recostado en la cama su blusa estaba abierta y podía observar su hermosa piel y su sujetador de encaje negro.
Ella me miró con una sonrisa de lado, sus ojos eran un verde oscuro, podía ver el deseo en ellos y estoy segura que ella veía lo mismo en los míos, se puso encima de mí y comenzó a besarme.
Un beso cargado de pasión y deseo, diferente a los que hemos tenido, una de sus manos se metió por debajo de mi blusa apretando uno de mis pechos, acto que arrancó un gemido de mi boca, me quitó la blusa, con su mano quitó mi sujetador y justo en ese momento pude ver un brillo en sus ojos.
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Entre tú y yo, Competencias de amor
Novela JuvenilEN CURSO. Lidia Camden es una de las mejores profesoras de literatura y matemáticas en una prestigiosa universidad en Londres, Elizabeth es una de las mejores bailarinas que ha ganado dos veces la medalla de oro en la competencia de baile contemporá...