No quiero ir a otro sitió que no sea aquí contigo

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JENNIE

No puedo creer que Lisa y yo estemos en una relación, sinceramente veía muy imposible el hecho de siquiera acercarnos. Pero afortunadamente todo dio un giro repentino y nos guió hasta donde ahora estamos, yo nunca podría dudar de Lisa, no cuando no a hecho más que tratarme bien, con respeto y cariño, es sincera y atenta.

Después de bloquear el celular, lo presioné contra mi pecho con una fuerza que no recordaba haber sentido en mucho tiempo

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Después de bloquear el celular, lo presioné contra mi pecho con una fuerza que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. Mis emociones estaban a flor de piel, y la sensación de calidez y nerviosismo me invadió por completo.

Sin perder más tiempo, me levanté de la cama y fui directo al armario. Busqué algo de ropa casual, vestirme me pareció una eternidad mientras la emoción y la anticipación crecían en mi interior. Cuando al fin estuve lista, tomé las llaves de Lisa y bajé las escaleras en silencio, cuidando de no hacer ruido. Afortunadamente, mis padres seguían durmiendo.

Al salir de la casa, me encontré con los hombres de seguridad y el chófer. Este último se ofreció a llevarme, y uno de los guardias también se ofreció a acompañarme, pero decliné ambas ofertas. Subí a la camioneta sola, llena de ansiedad y emoción, dirigiéndome a la casa de mi novia. Se siente tan bien poder llamarla así.

Tras unos veinte minutos de conducir, finalmente llegué. Apenas estacioné, le llamé para que bajara a mi encuentro. Al cabo de unos minutos, la puerta se abrió y ahí estaba ella. Había olvidado por completo cómo duerme, y verla así, tan despreocupada, me hizo sonreír.

—¿Por qué bajas a abrir la puerta así? —la regañé, preocupada—. Podría haber sido cualquier otra persona, y tú solo...

Mis palabras quedaron suspendidas en el aire cuando me interrumpió con un beso hambriento, pero dulce. Sus labios se apoderaron de los míos, y su mano se deslizó por mi cintura, atrayéndome al interior de la casa. Cerró la puerta con cuidado, como si el ruido pudiera romper el hechizo del momento. Cuando se separó, me miró con una sonrisa triunfante.

—Sabía que eras tú al otro lado de la puerta. No eres cualquier persona, eres mi novia, y como mi novia, tienes derecho a verme en ropa interior —dijo con una sonrisa coqueta—. Y sin ella también, si lo deseas —añadió con picardía.

Sentí que mis mejillas ardían ante sus palabras, aunque sabía que tenía razón.

—Más te vale —le advertí, apuntándola con mi dedo índice, tratando de mantener la compostura.

—Sssh —siseó, llevándose un dedo a los labios—. No hagamos ruido, vamos arriba —me susurró, tomando mi mano con suavidad y guiándome hasta su habitación.

Una vez dentro, cerró la puerta con llave y se quedó mirándome, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de ternura y deseo.

—¿Sueles dormir con ropa? —preguntó con un tono travieso.

La búsqueda y la venganza. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora