JENNIE
Ya es de noche y todavía siento la tensión apretándome el pecho como una maldita garra. Rosé me obligó a quedarme con ella en el hospital hasta que su turno terminara. No tenía más remedio que aceptar, y al final, fue lo mejor; logró calmarme un poco. Aunque, por mucho que me diga que todo va a estar bien, mi cabeza sigue dando vueltas, atrapada en la incertidumbre.
No hemos dejado de llamar a Lisa y a Jisoo. Casi rompemos la maldita pantalla de tanto marcar, pero ninguna responde. Y eso es lo que más me aterra. La última vez que ambas estuvieron fuera de contacto por tanto tiempo, estaban en Tailandia, listas para lanzarse a una misión suicida. El corazón se me encoge con solo recordarlo.
Cuando finalmente salimos del hospital, uno de los hombres de confianza de Lisa y Jisoo estaba afuera, esperando. Nos explicó que Lisa había dado la orden de que nos esperaran , y que él dio la orden de que otro de los hombres las siguiera a ambas, por seguridad. Es entendible. Con un terrorista buscándonos, andar solas sería una condena de muerte. Le pregunté, con la voz quebrada por la preocupación, dónde estaban. El hombre hizo una mueca, nos miró con algo que parecía pena, y finalmente dijo que estaban en un bar a dos horas de aquí.
Rosé y yo nos miramos, y el miedo se reflejó en nuestros rostros. Sin perder tiempo, le pedimos al hombre que nos llevara hasta allí. Nos subió a una camioneta, escoltada por otras dos. Todo el camino estuve pensando en cómo encontraría a Lisa. Era casi seguro que la encontraría borracha, pero lo que realmente me aterraba era imaginarla convertida en esa bestia de la que siempre habla. No la bestia de la que me enamoré, mi linda bestia protectora, sino esa otra. La cruel. La de la que ella misma huye.
Jisoo tampoco es diferente. ¿En qué estado la encontraría Rosé? Las dos estaban fuera de control cuando se metían en estos agujeros. Los recuerdos siempre las alcanzaban, y su manera de lidiar con ellos era intoxicarse hasta el fondo. Me dolía pensar en lo que eso significaba para nosotras.
Nadie dijo nada durante las dos horas de viaje. El silencio estaba lleno de una angustia densa, como humo negro llenando los pulmones. Cuando llegamos al bar, dos de los hombres nos acompañaron de cerca, armados por si había algún problema. Al entrar, el olor a sudor, alcohol y sexo era asqueroso. Apenas podía respirar. La gente bailaba de manera descarada; otros, literalmente, estaban follando en las esquinas. Me revolvió el estómago.
Seguimos avanzando por el lugar. Los guaruras apartaban a las personas del camino, abriendo paso para que Rosé y yo no chocáramos con nadie. De pronto, llegamos a una zona de mesas. Había más gente aquí, pero apenas se distinguían entre las sombras y las luces parpadeantes. Pero en cuanto vi a las personas que estaba buscando, sentí como si me hubieran golpeado en el pecho.
Allí estaba Lisa, con una pelirroja sentada a horcajadas en sus piernas. Y al lado, Jisoo, con una castaña en la misma posición. Las dos parecían estar medio dormidas, caídas en el maldito abismo del alcohol y quién sabe qué más. Giré la cabeza para mirar a Rosé; sus ojos estaban fijos en Jisoo, su mirada llena de furia. Pude sentir su enojo irradiando como un calor sofocante.
Nos acercamos más. La pelirroja estaba acariciando el rostro de Lisa con una suavidad que me enfermó. Lisa tenía la cabeza colgando hacia atrás, su rostro escondido en las sombras, y yo necesitaba verla. Necesitaba saber si seguía siendo ella. Me puse delante de ellas. La pelirroja me miró de arriba abajo con desdén, luego volvió a centrar su atención en Lisa, susurrándole palabras de consuelo.
—Tranquila, cariño... estoy aquí... todo está bien... —decía la pelirroja, mientras acariciaba su rostro como si fuera su maldita propiedad.
Y entonces vi lo que no quería ver. Lisa estaba llorando. Lágrimas corrían por su cara, balbuceaba cosas que no entendía del todo.
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La búsqueda y la venganza.
AzioneLisa junto con su hermana Jisoo, está última es mayor tan solo por unos meses, ambas con dieciocho años deciden entrar al ejército militar de los estados unidos y seguir los pasos de su padre el General Marco Manobal. Ambas hermanas destacaron por...