Despierta

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LISA


Han pasado tres días desde que desperté, y desde entonces, el dolor de cabeza no me ha dejado en paz. Cada noche, me invaden sueños inquietantes, llenos de imágenes borrosas que se mezclan en mi mente, dejándome más confundida. Nada tiene sentido.

Ayer, tres chicos vinieron a verme. Reconocí sus rostros al instante, y sus nombres brotaron en mi mente sin esfuerzo, como si los conociera de siempre. Pero, por más que lo intento, no logro recordar nada más sobre ellos. Mi memoria es un mar de fragmentos rotos, apenas suficiente para mantenerme en pie. El doctor Dan me explicó que lo que tengo es amnesia, pero no puedo sacudirme la sensación de que hay algo más. Algo que me están ocultando. Incluso Tzuyu y Momo vinieron a verme, y pude notar cómo se esforzaban por no decirme algo, como si temieran que la verdad me dañara.

Jisoo sigue estable, pero permanece en un sueño profundo del que no despierta. Los doctores aseguran que no es motivo de alarma, pero no puedo evitar preocuparme cada vez más. ¿Por qué no despierta?

Además, no he podido ver a mi padre. Dicen que está en una misión, por otra parte, mamá mencionó que durante el tiempo que estuvimos ausentes en Italia, adoptó a las niñas que llegaron con ella el día que desperté y que además, nos miramos a Corea. Todo esto es terriblemente confuso. Esas niñas, el día que las vi, me hablaron como si me conocieran de toda la vida. Lo mismo hicieron las doctoras Jennie y Roseanne. Sé que me están ocultando algo. Y no sé cuánto más podré soportar la incertidumbre.

—¡Buenos días! —exclamó Jennie con su habitual entusiasmo, cruzando la puerta por la que la he visto entrar y salir constantemente estos últimos tres días.

Es curioso cómo siempre irradia alegría al entrar, pero cuando se va, su rostro se apaga, como si llevara una carga invisible. Lo sorprendente es que, a pesar de lo cortante que he sido con ella, no deja de intentar conversar conmigo.

—Buenos días —respondí, intentando sonar más amable de lo que me sentía—. ¿Han sabido algo de Suzy? Desperté con un nuevo recuerdo, y ahora, más que nunca, necesito verla —dije con un tono de urgencia que no pude contener.

—¿De verdad? —Jennie se acercó al monitor de mis signos vitales, revisando los datos con atención—. ¿Qué recordaste?

—¡Suzy está embarazada! —solté con una mezcla de esperanza y temor—. Tengo que hablar con ella, pero parece que la tierra se la ha tragado. Empiezo a pensar que quizá no quiere tener a nuestro bebé —bajé la mirada, sintiendo un nudo en el pecho.

—Ya veo —murmuró Jennie mientras anotaba algo en mi expediente médico. Luego me miró, con una expresión más seria—. ¿De verdad crees que ella sería capaz de hacer eso?

—No —respondí sin dudar—. Suzy no es así. Ella es especial, diferente. Ella vale la pena. Cada momento que hemos compartido ha sido feliz —una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordarla.

—Se nota cuánto la amas —dijo Jennie, aunque su voz llevaba un matiz de tristeza que no pasó desapercibido para mí—. Ten paciencia, quizá pronto tengas noticias de ella. Sigue buscando en tu memoria.

—¿Cuándo me van a dar de alta? —pregunté, sintiendo cómo la irritación crecía en mi interior—. Ya me siento mejor, estar aquí es un fastidio. La comida es horrible, insípida, y siempre sirven lo mismo. Me molestan sin cesar con exámenes médicos, y lo que más me exaspera es el silencio. Sé que me están ocultando algo —terminé, casi con un gruñido.

—Eres muy impaciente —Jennie sonrió, y una suave risa escapó de sus labios. Era la primera vez que la escuchaba reír, y ese sonido provocó algo en mi interior que no pude identificar—. Según tengo entendido, te darán de alta después de las dos de la tarde. Y respecto a la comida, ¿qué te gustaría desayunar? —preguntó, manteniendo la sonrisa.

La búsqueda y la venganza. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora