Hazme presidiaria de tus brazos

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JENNIE

El aura de Lisa es diferente, como nada que haya experimentado antes. Su presencia es abrumadora, y puedo sentir el aire caliente que emana de su cuerpo, igual que su respiración y su tacto. Cada beso, cada caricia, es como fuego sobre mi piel, quemándome, excitándome hasta el límite. Siento que también estoy ardiendo, y en mi vida había tenido un orgasmo tan intensamente placentero. Nunca había deseado tanto alcanzar el clímax como hace unos momentos.

Sus manos me recorren con una pasión desbordante, con una seguridad que revela experiencia. Me lleva a límites que jamás imaginé, su lengua, sus labios... Me estoy volviendo loca. Estoy perdiendo el control de mi propio cuerpo, la cordura ya no existe para mí en estos momentos. Solo sé que quiero más, ¡necesito más!

—Date la vuelta, te quiero en cuatro— ordena con un tono suave, pero cargado de autoridad. Su voz suena más ronca, más profunda, como si estuviera consumida por el deseo.

No puedo detenerme a pensar, mi cuerpo reacciona instintivamente, entregándose por completo a su voluntad. Me giro, apoyando el peso de la mitad de mi cuerpo en los codos, el miedo se mezcla con una excitación insaciable. Siento curiosidad, ansiedad por lo que vendrá, un miedo que no puedo evitar pero que me llena de placer.

Siento cómo se posiciona detrás de mí, su presencia es intensa, pero ella no dice nada. La espera me desespera.

—Lisa...— murmuro, casi como un ruego.

—Qué vista...— la escucho decir, su voz cargada de lujuria— pareces una gata en celo—. Sus palabras envuelven mis sentidos mientras acaricia mi trasero, y como si de verdad fuera una maldita gata en celo, empujo mis caderas hacia atrás, buscando el contacto con su colosal erección que se presiona contra una de mis mejillas.

—¿Ansiosa, mi gatita?— pregunta, y antes de que pueda responder, una fuerte nalgada resuena en la habitación, arrancándome un gemido descarado.

—Por favor...— susurro, apenas audible, mi voz rota por el deseo.

—¿Hmm?— responde, clavando su erección entre mis nalgas, arrancándome un jadeo profundo—. ¿Qué deseas, mi vida?— Su voz es un susurro ardiente mientras frota sin pudor su miembro contra mi entrada trasera. Apreté la almohada con todas mis fuerzas, tratando de soportar la presión—. Solo pídelo y te lo daré— expone con seguridad.

—Fóllame, por favor... te necesito dentro, Lisa— mi voz suena casi suplicante, quebrada por la urgencia de mi deseo.

—Tus deseos son los míos— asegura, abriéndose paso entre mis nalgas—. ¿Es tu primera vez?— pregunta con un tono que sugiere preocupación y deseo a la vez.

¿Pretende penetrarme por ahí? Claro que es mi primera vez.

—Hmm— confirmo, mi voz temblando por la mezcla de temor y excitación.

—¿Estás bien con esto?— pregunta, deteniéndose para darme tiempo de decidir.

—Sí... solo hazlo de una maldita vez— respondo con un tono más firme, casi vociferando por la impaciencia.

—Perfecto— susurra—, quizás duela un poco al principio, pero te aseguro que con el paso de los segundos ese dolor se transformará en placer... en mucho placer— explica, con una voz tranquilizadora, mientras siento que pasa su miembro por mis labios vaginales antes de volver a deslizarlo entre mis nalgas. Entiendo que está lubricándome, preparándome para lo que viene.

—Aquí voy— dice en voz baja—. Si duele mucho, solo dímelo y me detendré. ¿Bien?—. Asiento en silencio, preparándome para lo que sé que será una experiencia intensa.

La búsqueda y la venganza. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora